Ethan
Parton
Un gemido escapa de los labios de Adele, ese sonido me
encanta y hace que mi erección crezca aún más si es que eso es posible. Esta
mujer me enloquece de una manera que no puedo describir y lo peor es que no lo
puedo controlar.
Separamos nuestros labios y nos miramos a los ojos,
siento las llamas del deseo crecer dentro de mí y por su mirada sé que también
está ardiendo por tenerme dentro. Mi entrepierna se estremece ante ese
pensamiento, estar dentro de Adele es lo más perfecto que existe y quiero
volver ahí.
—Ethan— gime mi nombre mientras hundo mi rostro en su
cuello y reparto pequeños mordiscos por él. Me encanta su olor, el tacto de su
piel y todo de ella.
— ¿Te gusta diosa?— vuelvo a mover mis caderas haciendo
que mi erección se roce con la piel sensible de su sexo. Enreda sus manos en mi
pelo y tira de él, se está mordiendo el labio inferior y eso me pone como una
moto.
—Sí... sí— muerde mi barbilla y mi erección crece como
nunca antes lo había hecho. Doy la vuelta y con ella aún entre mis brazos nos
dirijo a ambos hacia el sofá. La dejo suavemente sobre él y con una sonrisa
traviesa vuelvo a rozar nuestros sexos. Esta vez me bebo su gemido, ella eleva
sus caderas para conseguir mayor roce pero me aparto ligeramente.
Sus ojos me miran sin entender el motivo de mi retroceso
y su ceño está fruncido a causa de la frustración. Pero no sabe que no
retrocedo, solamente estoy tomando fuerzas porque cuando esté dentro de ella no
voy a poder parar.
—Ethan… tócame— su suplica hace que todo mi cuerpo se
estremezca, tengo la sensación que voy a combustionar en cualquier momento y
nunca he perdido el control de esta manera. Siempre he sido frío y controlador,
las mujeres han seguido mi ritmo y mis órdenes no a la inversa. Pero Adele me
desarma y no puedo imponer mi voluntad, no es una lucha con ella. Simplemente
es dejarse llevar por la pasión desenfrenada que siento, la locura se apodera
de mi cuando me mira con esos ojos azules que me tienen idiotizado. Si me
pidiese el número secreto de mi tarjeta de crédito seguro se lo daba sin
importarme lo más mínimo. Pero sé que ella no me lo pediría nunca así que puedo
estar tranquilo, me tiene atrapado y no ha preguntado por mi cartera.
—Diosa, te voy a llevar al lugar donde perteneces— me acerco
acariciando con mis dedos su húmedo sexo. Se estremece y arquea su espalda, sin
duda lo está disfrutando y yo también. Acerco mis labios a su oído y le doy un
ligero beso, muerdo sus labios antes de seguir hablando—. Te voy a llevar al
jodido cielo— asalto su boca con mi lengua y ella se entrega sin más. Deslizo
mi mano por dentro del bóxer blanco que lleva. Está muy húmeda y resbaladiza
así que sin más la penetro con dos dedos. Gime sobre mi boca y empiezo a
acelerar mis embestidas, siento como se contrae alrededor de mis dedos y eso me
pone muy pero que muy caliente. Su liberación está cerca y quiero poseerla de
todas las formas posibles.
Saco mis dedos de su interior y ella protesta elevando
las caderas, buscando que vuelva a penetrarla con mis dedos. Cojo el bóxer
blanco y lo deslizo por sus bellísimas piernas besándolas al mismo tiempo. Me
cuelo en medio de ellas y con mi lengua le doy un ligero golpecito a su
clítoris. Da un respingo pero gime al mismo tiempo. Deslizo mi lengua por todo
su sexo haciendo círculos con mi pulgar sobre su clítoris y sin más ahí está,
un orgasmo arrollador que yo disfruto como ella.
Con Adele no se trata de darme placer, se trata de
dárselo a ella y eso es nuevo para mí. Todavía está temblando, acaricio su sexo
y me deslizo sobre su cuerpo.
—Eres el manjar más exquisito que existe. Pruébate— la
beso compartiendo con ella su sabor. Realmente esto es muy erótico, demasiado.
Siento que voy a explotar cuando su mano empieza a recorrer mi gran erección.
Mete la mano dentro de mi bóxer negro y acaricia toda la longitud de mi
miembro.
—Ahora quiero saborearte yo— sus palabras me pillan con
la guardia baja. Me empuja y quedo sentado en el sofá. Se levanta con piernas
temblorosas y se arrodilla delante de mí sin dejar de mirar mis ojos. Esto es
jodidamente caliente, es una diosa del sexo que ha bajado del cielo para
matarme a orgasmos. Muerte por sobre sexo, no es una mala manera de morir, creo
que así quiero morir.
Saca mi miembro del bóxer y desliza su lengua por toda su
longitud. Vibra entre sus manos, sobre todo cuando le da golpecitos con la
lengua en la puta. Joder esto es muy bueno.
—Adele— me da un mordisco que me hace dar un ligero
brinco. Veo su sonrisa traviesa y se la devuelvo. No juegues conmigo diosa,
porque yo soy el demonio.
Sorprendiéndome de nuevo se mete todo mi pene en la boca,
siento que explotaré y no quiero. Necesito estar dentro de ella ahora mismo.
—Diosa, ahora vas a bajar al infierno por traviesa—
sonríe y muerde la punta de mi miembro. Sin esperar más la levanto sentándola a
horcajadas sobre mí. Si entrada está resbaladiza y mi miembro más que
preparado.
—Hazlo, quiero quemarme en el infierno de Ethan— sus
palabras son tan eróticas que me vuelven
loco. Con ella a mi lado siento que terminare en un puto manicomio. Eleva sus
caderas y yo guio mi pene hasta su entrada, la cojo de las caderas y de una
sola estocada estoy dentro de ella. Su gemido resuena por todo el salón y eso
solo hace que el deseo de ambos aumente más.
Paso mi mano por su espalda y ella asalta mis labios
reclamando mi lengua, mi atención completa. Se la doy encantado, las mujeres
siempre se han entregado a mis deseos pero ella se está entregando por completo
no solo a la pasión sino a algo más. Algo que nunca he sentido y que por
primera vez, me da miedo. Aparto esos pensamientos de mi cabeza, la tengo entre
mis brazos y estoy dispuesto a hacer que ambos ardamos de placer.
Mis embestidas son profundas y rápidas, ella gime sobre
mi boca y araña mis hombros. Yo clavo mis dedos en su hermoso y voluptuoso
culo, me vuelve loco. Es única y natural. Nada artificial, con unas curvas
envidiables y una belleza que no necesita de maquillaje para enloquecer a los
hombres. Aunque creo que no es consciente de ese efecto que produce a su
alrededor. Voy a tener que ponerle protección y asegurarme que ningún hijo de
puta intenta acercarse a lo que es mío. Porque Adele Davis es mía, para
siempre.
—Ethan… estoy por arder— cogiéndola por las caderas la
sujeto contra mí sin dejar de moverme en su interior. Pero entonces, ella
empieza a hacer círculos con su cintura y eso me hace echar la cabeza hacia
atrás y soltar un gemido desde lo más hondo de mi interior. Mi cordura se ha
evaporado por completo y simplemente me dejo ir.
El interior de su sexo se contrae a mi alrededor, ella
también está por llegar. Rodeo su cuerpo y acerco mi boca a sus labios, recibe
mi beso encantada y en el momento en que nuestras lenguas se enredan los dos
alcanzamos el clímax enloquecidos de placer.
Con la respiración acelerada ella se deja caer sobre mi
pecho y rodea mi cuello con sus brazos. Acaricio su espalda sin salir de su
interior, esto es lo mejor. No creí que me gustara acurrucarme con una mujer
después de hacer el amor con ella… espera un momento, yo nunca he hecho el amor
antes. Yo simplemente he follado para desahogarme y punto. Joder diosa ¿qué me
estás haciendo? Realmente creo que estoy enloqueciendo, hasta mantengo
conversaciones conmigo mismo, será el momento post-orgasmo.
Besa mi cuello y me estremezco, todos mis pensamientos se
dispersan justo en ese momento. Es tan dulce que me estoy volviendo adicto a
ella. Aunque por estar a su lado sería hasta un yonki sin dudarlo ni un minuto.
Paseo mi mano por su espalda, arriba y abajo suavemente.
¿Infierno? Lo dudo, estoy en el cielo con mi diosa.
No decimos nada, ninguno de los dos lo necesita. Solo
disfrutamos de nuestros cuerpos, la calidez y la ternura de las caricias y
besos que nos estamos dando.
***
— ¿Qué te apetece cenar?— pregunto mientras miro a través
del espejo del baño como mi musa se pasea la toalla por todo el cuerpo. Nos
hemos duchado juntos una vez que hemos decidido separarnos y no pasar el resto
de nuestras vidas en el sofá uno dentro del otro.
—No sé, sorpréndeme— nuestras miradas se encuentra en el
espejo y ella se acerca envolviendo su cuerpo con la toalla blanca. Siento sus
manos sobre mi espalda mojada y sus labios sobre mi hombro. — ¿Ves algo que te
guste?— me doy la vuelta y rodeo su cintura con mis brazos.
—Sí, a ti. Tú me gustas en todos los sentidos aunque para
llegar a ser uno de los Romeos de tus novelas voy a tener que trabajar bastante
duro. El romanticismo nunca ha sido lo mío— ella toma mi rostro entre sus manos
y me mira seria. Sus ojos me atraviesan y me siento desnudo, no solo de cuerpo
que sí lo estoy sino de alma. Sé que puede ver en mi interior y ese es un lugar
donde nadie entra nunca. Le sonrío ligeramente para romper la seriedad que nos
ha envuelto en un momento y sin buscarlo.
—Ethan, no quiero que seas como mis “Romeos” yo solamente
quiero que seas tú mismo. Y lo que he visto hasta ahora me ha gustado mucho—
besa mi pecho y vuelve a clavar sus ojos en los míos. —Desde que te conozco me
siento más viva que nunca. Me haces sentir cosas que jamás había experimentado
y me gusta— acaricio su rostro y beso sus labios tiernamente. Apoyo mi frente
en la suya y dejo que un suspiro escape de mi interior.
—Tú tienes el mismo efecto en mí y tengo miedo de que
solo sea un espejismo. De que no existas nada más que en mi imaginación y luego
me tenga que emborrachar para intentar olvidarte. Esto no lo volveré a repetir
porque nunca he confesado que siento miedo a nada, pero me haces bajar todas
mis defensas y barreras y eso me asusta— ahora es ella la que me besa. Sus ojos
brillan de forma especial y saber que eso lo he provocado yo hace que mi pecho
se hinche con verdadero orgullo.
—Sera nuestro secreto, también tengo miedo. Siento lo
mismo que tú y por favor, no me ilusiones y luego me abandones— sus palabras me
hacen fruncir el ceño. ¿Abandono? Las palabras de Mark regresan a mi cabeza “ella
no merece que jueguen con sus sentimientos ni con ella”. ¿Qué
te hicieron diosa?
La
estrecho contra mi pecho con fuerza y beso su cabeza. Huele a mí y eso me
encanta. El sonido de su teléfono nos
sobresalta a los dos. Nos miramos a los ojos y la suelto a regañadientes. Ella
parece extrañada porque la llamen pero se dirige hacia la sala donde está el
dichoso aparato.
Entro
en la habitación y me pongo simplemente el pantalón corto que suelo utilizar
par air a correr. Cuando me dirijo hacia la cocina la escucho hablando en el
salón, habla con un hombre y eso no me gusta. Siento unos celos irrefrenables
pero me contengo, paso por su lado sin mirarla y entro en la cocina. Siento sus
ojos clavados en mí, no entiende mi frialdad pero seguro que la prefiere a que
explote con mi mal genio.
Oigo
como retira un taburete de la barra y se sienta aun con el móvil pegado a la
oreja.
—Ethan—
tomo aire y me doy la vuelta para mirarla. Ella me está sonriendo dulcemente y
yo intento que no se me pegue.
—
¿Qué?— mi voz es fría y veo palidecer su sonrisa pero no la borra.
—Saluda
a Mark, quiere saber si estoy bien— pone el manos libres y entonces todos los
celos se evaporan. Está hablando con Mark y yo me he dejado llevar por los
celos, he sido un completo idiota.
—Oye
Mark búscate una vida pero deja de molestarnos. Tenemos una noche caliente y
larga por delante— sonrío y le guiño un ojo a Adele que me devuelve la sonrisa.
—Deja
de darme envidia maldito bastardo. Trátala bien o te daré una paliza y tienes
una cara demasiado bonita para que te la parta— ambos soltamos una carcajada.
—Sois
de lo peor, hombres— pone los ojos en blanco y yo la beso sorprendiéndola. Oigo
carraspear a Mark al otro lado del teléfono.
—Tortolitos
os dejo que retocéis tranquilos. Tomad precauciones que sois adultos— se ríe y
corta la llamada. Entonces algo viene a mi mente, algo que no había pensado
hasta ahora. Siempre lo pienso pero esta vez se me ha ido por completo y se me
ha olvidado. He sido un jodido irresponsable. Me pongo rígido y mi corazón se
acelera.
—
¿Qué ocurre Ethan?—pregunta Adele preocupada.
—No
he tomado precauciones, me he corrido dentro de ti sin preservativo— ella me
sonríe y me besa la mandíbula.
—Tranquilo,
confío en que estás limpio y yo tomo la píldora— no puedo evitar que todo mi
cuerpo se relaje después de esa afirmación. Un suspiro escapa de mis labios y
Adele empieza a reírse. Se levanta del taburete y rodea la barra de la cocina
hasta que se pone delante de mí. Tira de mi cintura para pegar mi cuerpo al
suyo. Me besa el pecho y me mira con sus ojos azules dejándome fuera de combate
totalmente. — ¿Te habías asustado?
Seguro que cuando tengas hijos serán guapísimos como tú— frunzo el ceño. Nunca
voy a tener hijos, son una responsabilidad y yo no he tenido demasiado buenos
recuerdos de mi padre. Mejor que no le arruine la vida a una criatura sin culpa
de nada.
Intentando
apartar esos pensamientos de mi cabeza, rodeo su cintura y la elevo para poder
besarla lenta y profundamente. Enreda sus dedos en mi pelo y sé que le encanta.
—Prefiero
hacer lo que va antes de los niños— digo levantando una ceja. Ella se ríe y me
golpea el pecho.
—Mejor
dame de comer o esto será considerado secuestro — la bajo y me pongo a ello. Me
mira sin perderme de vista hasta que alguien llama a la puerta. Me sorprendo
porque normalmente nadie viene a mi casa a no ser que sea…
Veo
a Adele ir hacia la puerta solamente con mi camisa y mi bóxer, intento
detenerla pero ya es tarde.
—Hola—
dice mi musa tranquilamente.
—Hola,
busco a Ethan. Porque no creo haberme equivocado de apartamento…— lo suponía,
mi tia Cora. Seguro que Nolan le ha dicho que iba a ver a una chica y ella ha
venido corriendo a averiguar. Y me ha pillado de pleno.
—Sí,
Ethan está en la cocina. ¿Quiere pasar? —Pero… ¿qué demonios? Está siendo
amable con mi tía que nos acaba de cortar el rollo totalmente. Respiro
tranquilo, Adele le va a gustar seguro.
—
¿Cocinando? Claro que quiero pasar pero no me trates de usted o me voy a sentir
más vieja de lo que soy. Soy Cora Adams, la tía de Ethan.
—Yo
Adele Davis la…
—Mi
chica— las palabras han salido de mi boca sin pasar antes por mi cerebro. Me
pongo detrás de mí diosa y rodeo su cintura con mis brazos. Ambas me miran
sorprendidas pero mi tía Cora empieza a sonreír orgullosa al escuchar mis
palabras. Se acerca a Adele y le da dos besos susurrándole algo que no logro
escuchar. —Ahora vengo— beso la cabeza
de Adele y me voy a la habitación. Miro el nombre que aparece en la pantalla y
le maldigo. Me la ha jugado el muy…
—Buenas
noches, ¿ya ha aparecido mi madre?
—Nolan
te juro que te mataré. Sí, tu madre acaba de llegar y creo que se va a quedar.
¿Por qué se lo has dicho?
—Pues
porque te veo y veo tus ojos cuando hablas de esa chica. Ella se va a quedar
más tranquila cuando vea que no te vas a quedar solo y que estás enamorado—
¿Qué? Se ha vuelto loco, definitivamente.
—Te
has vuelto loco, no estoy enamorado.
—
¿Cómo se la has presentado? Como la chica con la que te acuestas seguro que no…
—Como
mi… chica. Joder Nolan no me líes que la tendremos. Encárgate de tus asuntos y
olvídame— sin más cuelgo. Salgo al salón y allí están las dos hablando mientras
ponen los cubiertos en la mesa. Como me suponía mi tía Cora se va a quedar pero
por primera vez no me importa. Me acerco a ellas y beso la mejilla de mi tía.
—Me
encanta esta chica Ethan, yo si fuese tú le pediría matrimonio para que no se
escapase—Adele casi se atraganta con el vino que está bebiendo y ambos la
miramos sin saber qué ocurre.
—
¿Estás bien?— golpeo suavemente su espalda y ella asiente mientras nos sentamos
y mi tía saca la cena del horno donde la había metido antes. Nos sentamos y
empezamos a cenar en un cómodo silencio hasta que mi tía lo rompe.
—No
me digas que ya estás casada por favor o me dará un ataque al corazón.
—Tía,
Adele es soltera.
—No
estoy casada, pero casi— dejo el tenedor suspendido en el aire a medio camino
entre el plato y mi boca. ¿Qué?
—
¿Cómo?— pregunto sin poder evitarlo. Ella me mira sorprendida por la manera tan
dura en la que lo he preguntado.
—Estuve
a punto de casarme pero el novio me dejó plantada así que estoy soltera— no me
lo puedo creer, estoy ahora mismo flipando. Casi se casa, si eso hubiese
llegado a suceder jamás la hubiese conocido. Y otro desgraciado disfrutaría de
ella como lo hago yo. Eso hace que la sangre bulla en mis venas.
—Vaya,
pues debo decir que ese hombre no sabe lo que se ha perdido. Por suerte para
nosotros— las dos estallan en carcajadas pero yo todavía lo estoy asimilando.
Siento la mano de Adele en mi rodilla, pongo la mía encima y entrelazamos
nuestros dedos. No me debo preocupar, ahora ella está conmigo.
—Yo
también me alegro que se arrepintiera o no estaría ahora mismo en San
Francisco— la cena sigue tranquilamente, mi tía no deja de interrogar a Adele
pero ella le responde encantada sin ningún tipo de problema y sé que eso le
encanta. Incluso le ha pedido una lista con sus libros para ir a leerlos. Las
he sorprendido a ambas cuando he afirmado que los tengo todos y espero que me
los firme. Sus ojos azules han empezado a brillar de una manera muy especial,
su trabajo significa mucho para ella y ver que lo valoro la hace sentir
dichosa. Eso lo provoco yo y me encanta.
Cuando
terminamos de cenar recogemos entre todos, esto es de lo más hogareño y
extraño. Nunca me había visto envuelto en algo así, mi primo Nolan sí ha traído
novias pero que le han durado bien poco cuando mi tía Cora las somete a su
tercer grado. Parece que Adele no va a correr con la misma suerte.
—Bueno
chicos, yo me retiro. Estoy cansada y os quiero dejar vuestro espacio. Espero
que nos volvamos a ver pronto Adele cariño— ambas se abrazan y mi corazón se
estremece. Es una imagen tierna, las dos mujeres que más amo se adoran. Para
ahí, ¿acabo de decir amo? El maldito de Nolan me está pegando sus paranoias.
—Adiós
tía— beso su mejilla y ella aprovecha que Adele está en la cocina poniendo todo
lo sucio en el lava bajillas para susurrarme al oído.
—Cuídala
Ethan, es ella seguro— me besa de nuevo y se va a su casa más contenta que unas
castañuelas. Voy a la cocina y rodeo a Adele por la cintura.
—Tu
tía Cora es encantadora. Aunque no te pareces mucho a ella, físicamente me
refiero— me besa la mandíbula y a mí me encanta. Sin soltarla nos encamino a
los dos al sofá y me siento sentándola encima de mí.
Pero
ella de inmediato se baja de mi regazo, se sienta a mi lado y pone sus piernas
sobre las mías.
—
¿Cómoda?— pregunto sin poder evitar sonreír ante esta escena tan… normal.
—Mucho,
cuéntame algo de ella— suspiro, no se lo voy a poder negar.
–Es
la hermana de Andrew, cuando mi madre murió ella me cuidó. Así que para mí es
como mi segunda madre. Yo me parezco a mi madre, era rubia de ojos azules, muy
guapa. Ahora tú cuéntame algo de ti— digo desviando el tema.
—Bueno,
seguro que sabes ya muchas cosas sobre mí. Pero hay algo que no sabes
segurísimo— eso despierta mi curiosidad.
—Cuéntamelo.
—Pues,
desde que te vi me has inspirado. Borré lo que tenía escrito de mi novela y la
escribí a partir de ti. Hay un antes y un después de Ethan en mi vida y en mis
novelas— ella ha provocado lo mismo en mí. La beso suavemente y la veo
recostarse sobre el sofá. Empieza a contarme sobre qué ha escrito en su nueva
novela y poco a poco veo como su voz se va apagando y sus ojos se van cerrando.
Antes
de que se duerma del todo decido llevarla a la cama, pero primero me tomo unos
minutos para observarla. Podría pasarme la vida viendo a esta maravillosa mujer
y no me cansaría jamás de ella. Cuando la tomo entre mis brazos abre los ojos
sobresaltada.
—Shh,
tranquila diosa. Te llevo a la cama— beso su frente y ella se acomoda entre mis
brazos como un gatito buscando cobijo.
La
dejo suavemente en la cama y mientras voy al baño escucho el sonido de su
móvil. Salgo del baño y la veo apagarlo para después lanzarlo sobre la mesita
de noche. Parece sorprendida y asqueada. Me acerco y la abrazo sin dejar de
mirar sus ojos.
—
¿Qué sucede? ¿Quién era?—me mira fijamente y responde.
—Devon.
—Y
¿quién es Devon?—pregunto esperando que no sea quién estoy pensando.
—Mi
ex— la sangre ahora sí empieza a hervir en mi interior y no me puedo contener.
—
¿Qué quiere? Estuviste a punto de casarte con él, seguro que aún le amas. No
juegues conmigo Adele, porque no soy alguien con quién se deba jugar— mis duras
palabras la hacen abrir los ojos de manera desorbitada. Siento sus manos en mi rostro obligándome a
mirarla directamente a los ojos.
—Ethan,
lo que tú me haces sentir no me lo ha hecho sentir ese hombre nunca. Haces que
mi corazón enloquezca y que mi piel solo quiera sentir tu piel. Haces que te
desee a cada momento y que pierda la razón cuando me besas. Y cuando me haces
el amor, simplemente me pierdo y dejo de ser Adele para ser lo que tú quieras,
una extensión de Ethan.
—No,
yo soy el que enloquece solamente de pensar que esto sea un sueño. Nunca he
vivido esto con ninguna mujer y no estoy dispuesto a perderte.
—Aquí
voy a estar, ahora por favor necesito sentirte dentro de mí. No me gusta
sentirte lejos, en tan poco tiempo te necesito como al aire— me pongo encima de
ella suavemente, sin dejar caer todo mi peso sobre su hermoso cuerpo.
—Júrame
que nunca te irás— no sé porque le he dicho eso, no entiendo porque siento la
necesidad de que se quede a mi lado, de amarrarla.
—No
me voy a ninguna parte— arquea su cuerpo haciendo que su sexo roce mi
entrepierna que cobra vida al instante. Sonrío de lado y ella me da un beso.
—Nunca
olvidarás esta noche diosa— sin más me introduzco en su interior intentando
marcarla y así echarla a perder para cualquier otro que se quiera acercar a lo
que es mío.