lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 6

Ethan Parton
Un gemido escapa de los labios de Adele, ese sonido me encanta y hace que mi erección crezca aún más si es que eso es posible. Esta mujer me enloquece de una manera que no puedo describir y lo peor es que no lo puedo controlar.
Separamos nuestros labios y nos miramos a los ojos, siento las llamas del deseo crecer dentro de mí y por su mirada sé que también está ardiendo por tenerme dentro. Mi entrepierna se estremece ante ese pensamiento, estar dentro de Adele es lo más perfecto que existe y quiero volver ahí.
—Ethan— gime mi nombre mientras hundo mi rostro en su cuello y reparto pequeños mordiscos por él. Me encanta su olor, el tacto de su piel y todo de ella.
— ¿Te gusta diosa?— vuelvo a mover mis caderas haciendo que mi erección se roce con la piel sensible de su sexo. Enreda sus manos en mi pelo y tira de él, se está mordiendo el labio inferior y eso me pone como una moto.
—Sí... sí— muerde mi barbilla y mi erección crece como nunca antes lo había hecho. Doy la vuelta y con ella aún entre mis brazos nos dirijo a ambos hacia el sofá. La dejo suavemente sobre él y con una sonrisa traviesa vuelvo a rozar nuestros sexos. Esta vez me bebo su gemido, ella eleva sus caderas para conseguir mayor roce pero me aparto ligeramente.
Sus ojos me miran sin entender el motivo de mi retroceso y su ceño está fruncido a causa de la frustración. Pero no sabe que no retrocedo, solamente estoy tomando fuerzas porque cuando esté dentro de ella no voy a poder parar.
—Ethan… tócame— su suplica hace que todo mi cuerpo se estremezca, tengo la sensación que voy a combustionar en cualquier momento y nunca he perdido el control de esta manera. Siempre he sido frío y controlador, las mujeres han seguido mi ritmo y mis órdenes no a la inversa. Pero Adele me desarma y no puedo imponer mi voluntad, no es una lucha con ella. Simplemente es dejarse llevar por la pasión desenfrenada que siento, la locura se apodera de mi cuando me mira con esos ojos azules que me tienen idiotizado. Si me pidiese el número secreto de mi tarjeta de crédito seguro se lo daba sin importarme lo más mínimo. Pero sé que ella no me lo pediría nunca así que puedo estar tranquilo, me tiene atrapado y no ha preguntado por mi cartera.
—Diosa, te voy a llevar al lugar donde perteneces— me acerco acariciando con mis dedos su húmedo sexo. Se estremece y arquea su espalda, sin duda lo está disfrutando y yo también. Acerco mis labios a su oído y le doy un ligero beso, muerdo sus labios antes de seguir hablando—. Te voy a llevar al jodido cielo— asalto su boca con mi lengua y ella se entrega sin más. Deslizo mi mano por dentro del bóxer blanco que lleva. Está muy húmeda y resbaladiza así que sin más la penetro con dos dedos. Gime sobre mi boca y empiezo a acelerar mis embestidas, siento como se contrae alrededor de mis dedos y eso me pone muy pero que muy caliente. Su liberación está cerca y quiero poseerla de todas las formas posibles.
Saco mis dedos de su interior y ella protesta elevando las caderas, buscando que vuelva a penetrarla con mis dedos. Cojo el bóxer blanco y lo deslizo por sus bellísimas piernas besándolas al mismo tiempo. Me cuelo en medio de ellas y con mi lengua le doy un ligero golpecito a su clítoris. Da un respingo pero gime al mismo tiempo. Deslizo mi lengua por todo su sexo haciendo círculos con mi pulgar sobre su clítoris y sin más ahí está, un orgasmo arrollador que yo disfruto como ella.
Con Adele no se trata de darme placer, se trata de dárselo a ella y eso es nuevo para mí. Todavía está temblando, acaricio su sexo y me deslizo sobre su cuerpo.
—Eres el manjar más exquisito que existe. Pruébate— la beso compartiendo con ella su sabor. Realmente esto es muy erótico, demasiado. Siento que voy a explotar cuando su mano empieza a recorrer mi gran erección. Mete la mano dentro de mi bóxer negro y acaricia toda la longitud de mi miembro.
—Ahora quiero saborearte yo— sus palabras me pillan con la guardia baja. Me empuja y quedo sentado en el sofá. Se levanta con piernas temblorosas y se arrodilla delante de mí sin dejar de mirar mis ojos. Esto es jodidamente caliente, es una diosa del sexo que ha bajado del cielo para matarme a orgasmos. Muerte por sobre sexo, no es una mala manera de morir, creo que así quiero morir.
Saca mi miembro del bóxer y desliza su lengua por toda su longitud. Vibra entre sus manos, sobre todo cuando le da golpecitos con la lengua en la puta. Joder esto es muy bueno.
—Adele— me da un mordisco que me hace dar un ligero brinco. Veo su sonrisa traviesa y se la devuelvo. No juegues conmigo diosa, porque yo soy el demonio.
Sorprendiéndome de nuevo se mete todo mi pene en la boca, siento que explotaré y no quiero. Necesito estar dentro de ella ahora mismo.
—Diosa, ahora vas a bajar al infierno por traviesa— sonríe y muerde la punta de mi miembro. Sin esperar más la levanto sentándola a horcajadas sobre mí. Si entrada está resbaladiza y mi miembro más que preparado.
—Hazlo, quiero quemarme en el infierno de Ethan— sus palabras son tan eróticas que  me vuelven loco. Con ella a mi lado siento que terminare en un puto manicomio. Eleva sus caderas y yo guio mi pene hasta su entrada, la cojo de las caderas y de una sola estocada estoy dentro de ella. Su gemido resuena por todo el salón y eso solo hace que el deseo de ambos aumente más.
Paso mi mano por su espalda y ella asalta mis labios reclamando mi lengua, mi atención completa. Se la doy encantado, las mujeres siempre se han entregado a mis deseos pero ella se está entregando por completo no solo a la pasión sino a algo más. Algo que nunca he sentido y que por primera vez, me da miedo. Aparto esos pensamientos de mi cabeza, la tengo entre mis brazos y estoy dispuesto a hacer que ambos ardamos de placer.
Mis embestidas son profundas y rápidas, ella gime sobre mi boca y araña mis hombros. Yo clavo mis dedos en su hermoso y voluptuoso culo, me vuelve loco. Es única y natural. Nada artificial, con unas curvas envidiables y una belleza que no necesita de maquillaje para enloquecer a los hombres. Aunque creo que no es consciente de ese efecto que produce a su alrededor. Voy a tener que ponerle protección y asegurarme que ningún hijo de puta intenta acercarse a lo que es mío. Porque Adele Davis es mía, para siempre.
—Ethan… estoy por arder— cogiéndola por las caderas la sujeto contra mí sin dejar de moverme en su interior. Pero entonces, ella empieza a hacer círculos con su cintura y eso me hace echar la cabeza hacia atrás y soltar un gemido desde lo más hondo de mi interior. Mi cordura se ha evaporado por completo y simplemente me dejo ir.
El interior de su sexo se contrae a mi alrededor, ella también está por llegar. Rodeo su cuerpo y acerco mi boca a sus labios, recibe mi beso encantada y en el momento en que nuestras lenguas se enredan los dos alcanzamos el clímax enloquecidos de placer.
Con la respiración acelerada ella se deja caer sobre mi pecho y rodea mi cuello con sus brazos. Acaricio su espalda sin salir de su interior, esto es lo mejor. No creí que me gustara acurrucarme con una mujer después de hacer el amor con ella… espera un momento, yo nunca he hecho el amor antes. Yo simplemente he follado para desahogarme y punto. Joder diosa ¿qué me estás haciendo? Realmente creo que estoy enloqueciendo, hasta mantengo conversaciones conmigo mismo, será el momento post-orgasmo.
Besa mi cuello y me estremezco, todos mis pensamientos se dispersan justo en ese momento. Es tan dulce que me estoy volviendo adicto a ella. Aunque por estar a su lado sería hasta un yonki sin dudarlo ni un minuto.
Paseo mi mano por su espalda, arriba y abajo suavemente. ¿Infierno? Lo dudo, estoy en el cielo con mi diosa.
No decimos nada, ninguno de los dos lo necesita. Solo disfrutamos de nuestros cuerpos, la calidez y la ternura de las caricias y besos que nos estamos dando.
***
— ¿Qué te apetece cenar?— pregunto mientras miro a través del espejo del baño como mi musa se pasea la toalla por todo el cuerpo. Nos hemos duchado juntos una vez que hemos decidido separarnos y no pasar el resto de nuestras vidas en el sofá uno dentro del otro.
—No sé, sorpréndeme— nuestras miradas se encuentra en el espejo y ella se acerca envolviendo su cuerpo con la toalla blanca. Siento sus manos sobre mi espalda mojada y sus labios sobre mi hombro. — ¿Ves algo que te guste?— me doy la vuelta y rodeo su cintura con mis brazos.
—Sí, a ti. Tú me gustas en todos los sentidos aunque para llegar a ser uno de los Romeos de tus novelas voy a tener que trabajar bastante duro. El romanticismo nunca ha sido lo mío— ella toma mi rostro entre sus manos y me mira seria. Sus ojos me atraviesan y me siento desnudo, no solo de cuerpo que sí lo estoy sino de alma. Sé que puede ver en mi interior y ese es un lugar donde nadie entra nunca. Le sonrío ligeramente para romper la seriedad que nos ha envuelto en un momento y sin buscarlo.
—Ethan, no quiero que seas como mis “Romeos” yo solamente quiero que seas tú mismo. Y lo que he visto hasta ahora me ha gustado mucho— besa mi pecho y vuelve a clavar sus ojos en los míos. —Desde que te conozco me siento más viva que nunca. Me haces sentir cosas que jamás había experimentado y me gusta— acaricio su rostro y beso sus labios tiernamente. Apoyo mi frente en la suya y dejo que un suspiro escape de mi interior.
—Tú tienes el mismo efecto en mí y tengo miedo de que solo sea un espejismo. De que no existas nada más que en mi imaginación y luego me tenga que emborrachar para intentar olvidarte. Esto no lo volveré a repetir porque nunca he confesado que siento miedo a nada, pero me haces bajar todas mis defensas y barreras y eso me asusta— ahora es ella la que me besa. Sus ojos brillan de forma especial y saber que eso lo he provocado yo hace que mi pecho se hinche con verdadero orgullo.
—Sera nuestro secreto, también tengo miedo. Siento lo mismo que tú y por favor, no me ilusiones y luego me abandones— sus palabras me hacen fruncir el ceño. ¿Abandono? Las palabras de Mark regresan a mi cabeza ella no merece que jueguen con sus sentimientos ni con ella”. ¿Qué te hicieron diosa?
La estrecho contra mi pecho con fuerza y beso su cabeza. Huele a mí y eso me encanta.  El sonido de su teléfono nos sobresalta a los dos. Nos miramos a los ojos y la suelto a regañadientes. Ella parece extrañada porque la llamen pero se dirige hacia la sala donde está el dichoso aparato.
Entro en la habitación y me pongo simplemente el pantalón corto que suelo utilizar par air a correr. Cuando me dirijo hacia la cocina la escucho hablando en el salón, habla con un hombre y eso no me gusta. Siento unos celos irrefrenables pero me contengo, paso por su lado sin mirarla y entro en la cocina. Siento sus ojos clavados en mí, no entiende mi frialdad pero seguro que la prefiere a que explote con mi mal genio.
Oigo como retira un taburete de la barra y se sienta aun con el móvil pegado a la oreja.
—Ethan— tomo aire y me doy la vuelta para mirarla. Ella me está sonriendo dulcemente y yo intento que no se me pegue.
— ¿Qué?— mi voz es fría y veo palidecer su sonrisa pero no la borra.
—Saluda a Mark, quiere saber si estoy bien— pone el manos libres y entonces todos los celos se evaporan. Está hablando con Mark y yo me he dejado llevar por los celos, he sido un completo idiota.
—Oye Mark búscate una vida pero deja de molestarnos. Tenemos una noche caliente y larga por delante— sonrío y le guiño un ojo a Adele que me devuelve la sonrisa.
—Deja de darme envidia maldito bastardo. Trátala bien o te daré una paliza y tienes una cara demasiado bonita para que te la parta— ambos soltamos una carcajada.
—Sois de lo peor, hombres— pone los ojos en blanco y yo la beso sorprendiéndola. Oigo carraspear a Mark al otro lado del teléfono.
—Tortolitos os dejo que retocéis tranquilos. Tomad precauciones que sois adultos— se ríe y corta la llamada. Entonces algo viene a mi mente, algo que no había pensado hasta ahora. Siempre lo pienso pero esta vez se me ha ido por completo y se me ha olvidado. He sido un jodido irresponsable. Me pongo rígido y mi corazón se acelera.
— ¿Qué ocurre Ethan?—pregunta Adele preocupada.
—No he tomado precauciones, me he corrido dentro de ti sin preservativo— ella me sonríe y me besa la mandíbula.
—Tranquilo, confío en que estás limpio y yo tomo la píldora— no puedo evitar que todo mi cuerpo se relaje después de esa afirmación. Un suspiro escapa de mis labios y Adele empieza a reírse. Se levanta del taburete y rodea la barra de la cocina hasta que se pone delante de mí. Tira de mi cintura para pegar mi cuerpo al suyo. Me besa el pecho y me mira con sus ojos azules dejándome fuera de combate totalmente. — ¿Te  habías asustado? Seguro que cuando tengas hijos serán guapísimos como tú— frunzo el ceño. Nunca voy a tener hijos, son una responsabilidad y yo no he tenido demasiado buenos recuerdos de mi padre. Mejor que no le arruine la vida a una criatura sin culpa de nada.
Intentando apartar esos pensamientos de mi cabeza, rodeo su cintura y la elevo para poder besarla lenta y profundamente. Enreda sus dedos en mi pelo y sé que le encanta.
—Prefiero hacer lo que va antes de los niños— digo levantando una ceja. Ella se ríe y me golpea el pecho.
—Mejor dame de comer o esto será considerado secuestro — la bajo y me pongo a ello. Me mira sin perderme de vista hasta que alguien llama a la puerta. Me sorprendo porque normalmente nadie viene a mi casa a no ser que sea…
Veo a Adele ir hacia la puerta solamente con mi camisa y mi bóxer, intento detenerla pero ya es tarde.
—Hola— dice mi musa tranquilamente.
—Hola, busco a Ethan. Porque no creo haberme equivocado de apartamento…— lo suponía, mi tia Cora. Seguro que Nolan le ha dicho que iba a ver a una chica y ella ha venido corriendo a averiguar. Y me ha pillado de pleno.
—Sí, Ethan está en la cocina. ¿Quiere pasar? —Pero… ¿qué demonios? Está siendo amable con mi tía que nos acaba de cortar el rollo totalmente. Respiro tranquilo, Adele le va a gustar seguro.
— ¿Cocinando? Claro que quiero pasar pero no me trates de usted o me voy a sentir más vieja de lo que soy. Soy Cora Adams, la tía de Ethan.
—Yo Adele Davis la…
—Mi chica— las palabras han salido de mi boca sin pasar antes por mi cerebro. Me pongo detrás de mí diosa y rodeo su cintura con mis brazos. Ambas me miran sorprendidas pero mi tía Cora empieza a sonreír orgullosa al escuchar mis palabras. Se acerca a Adele y le da dos besos susurrándole algo que no logro escuchar.  —Ahora vengo— beso la cabeza de Adele y me voy a la habitación. Miro el nombre que aparece en la pantalla y le maldigo. Me la ha jugado el muy…
—Buenas noches, ¿ya ha aparecido mi madre?
—Nolan te juro que te mataré. Sí, tu madre acaba de llegar y creo que se va a quedar. ¿Por qué se lo has dicho?
—Pues porque te veo y veo tus ojos cuando hablas de esa chica. Ella se va a quedar más tranquila cuando vea que no te vas a quedar solo y que estás enamorado— ¿Qué? Se ha vuelto loco, definitivamente.
—Te has vuelto loco, no estoy enamorado.
— ¿Cómo se la has presentado? Como la chica con la que te acuestas seguro que no…
—Como mi… chica. Joder Nolan no me líes que la tendremos. Encárgate de tus asuntos y olvídame— sin más cuelgo. Salgo al salón y allí están las dos hablando mientras ponen los cubiertos en la mesa. Como me suponía mi tía Cora se va a quedar pero por primera vez no me importa. Me acerco a ellas y beso la mejilla de mi tía.
—Me encanta esta chica Ethan, yo si fuese tú le pediría matrimonio para que no se escapase—Adele casi se atraganta con el vino que está bebiendo y ambos la miramos sin saber qué ocurre.
— ¿Estás bien?— golpeo suavemente su espalda y ella asiente mientras nos sentamos y mi tía saca la cena del horno donde la había metido antes. Nos sentamos y empezamos a cenar en un cómodo silencio hasta que mi tía lo rompe.
—No me digas que ya estás casada por favor o me dará un ataque al corazón.
—Tía, Adele es soltera.
—No estoy casada, pero casi— dejo el tenedor suspendido en el aire a medio camino entre el plato y mi boca. ¿Qué?
— ¿Cómo?— pregunto sin poder evitarlo. Ella me mira sorprendida por la manera tan dura en la que lo he preguntado.
—Estuve a punto de casarme pero el novio me dejó plantada así que estoy soltera— no me lo puedo creer, estoy ahora mismo flipando. Casi se casa, si eso hubiese llegado a suceder jamás la hubiese conocido. Y otro desgraciado disfrutaría de ella como lo hago yo. Eso hace que la sangre bulla en mis venas.
—Vaya, pues debo decir que ese hombre no sabe lo que se ha perdido. Por suerte para nosotros— las dos estallan en carcajadas pero yo todavía lo estoy asimilando. Siento la mano de Adele en mi rodilla, pongo la mía encima y entrelazamos nuestros dedos. No me debo preocupar, ahora ella está conmigo.
—Yo también me alegro que se arrepintiera o no estaría ahora mismo en San Francisco— la cena sigue tranquilamente, mi tía no deja de interrogar a Adele pero ella le responde encantada sin ningún tipo de problema y sé que eso le encanta. Incluso le ha pedido una lista con sus libros para ir a leerlos. Las he sorprendido a ambas cuando he afirmado que los tengo todos y espero que me los firme. Sus ojos azules han empezado a brillar de una manera muy especial, su trabajo significa mucho para ella y ver que lo valoro la hace sentir dichosa. Eso lo provoco yo y me encanta.
Cuando terminamos de cenar recogemos entre todos, esto es de lo más hogareño y extraño. Nunca me había visto envuelto en algo así, mi primo Nolan sí ha traído novias pero que le han durado bien poco cuando mi tía Cora las somete a su tercer grado. Parece que Adele no va a correr con la misma suerte.
—Bueno chicos, yo me retiro. Estoy cansada y os quiero dejar vuestro espacio. Espero que nos volvamos a ver pronto Adele cariño— ambas se abrazan y mi corazón se estremece. Es una imagen tierna, las dos mujeres que más amo se adoran. Para ahí, ¿acabo de decir amo? El maldito de Nolan me está pegando sus paranoias.
—Adiós tía— beso su mejilla y ella aprovecha que Adele está en la cocina poniendo todo lo sucio en el lava bajillas para susurrarme al oído.
—Cuídala Ethan, es ella seguro— me besa de nuevo y se va a su casa más contenta que unas castañuelas. Voy a la cocina y rodeo a Adele por la cintura.
—Tu tía Cora es encantadora. Aunque no te pareces mucho a ella, físicamente me refiero— me besa la mandíbula y a mí me encanta. Sin soltarla nos encamino a los dos al sofá y me siento sentándola encima de mí.
Pero ella de inmediato se baja de mi regazo, se sienta a mi lado y pone sus piernas sobre las mías.
— ¿Cómoda?— pregunto sin poder evitar sonreír ante esta escena tan… normal.
—Mucho, cuéntame algo de ella— suspiro, no se lo voy a poder negar.
–Es la hermana de Andrew, cuando mi madre murió ella me cuidó. Así que para mí es como mi segunda madre. Yo me parezco a mi madre, era rubia de ojos azules, muy guapa. Ahora tú cuéntame algo de ti— digo desviando el tema.
—Bueno, seguro que sabes ya muchas cosas sobre mí. Pero hay algo que no sabes segurísimo— eso despierta mi curiosidad.
—Cuéntamelo.
—Pues, desde que te vi me has inspirado. Borré lo que tenía escrito de mi novela y la escribí a partir de ti. Hay un antes y un después de Ethan en mi vida y en mis novelas— ella ha provocado lo mismo en mí. La beso suavemente y la veo recostarse sobre el sofá. Empieza a contarme sobre qué ha escrito en su nueva novela y poco a poco veo como su voz se va apagando y sus ojos se van cerrando.
Antes de que se duerma del todo decido llevarla a la cama, pero primero me tomo unos minutos para observarla. Podría pasarme la vida viendo a esta maravillosa mujer y no me cansaría jamás de ella. Cuando la tomo entre mis brazos abre los ojos sobresaltada.
—Shh, tranquila diosa. Te llevo a la cama— beso su frente y ella se acomoda entre mis brazos como un gatito buscando cobijo.
La dejo suavemente en la cama y mientras voy al baño escucho el sonido de su móvil. Salgo del baño y la veo apagarlo para después lanzarlo sobre la mesita de noche. Parece sorprendida y asqueada. Me acerco y la abrazo sin dejar de mirar sus ojos.
— ¿Qué sucede? ¿Quién era?—me mira fijamente y responde.
—Devon.
—Y ¿quién es Devon?—pregunto esperando que no sea quién estoy pensando.
—Mi ex— la sangre ahora sí empieza a hervir en mi interior y no me puedo contener.
— ¿Qué quiere? Estuviste a punto de casarte con él, seguro que aún le amas. No juegues conmigo Adele, porque no soy alguien con quién se deba jugar— mis duras palabras la hacen abrir los ojos de manera desorbitada.  Siento sus manos en mi rostro obligándome a mirarla directamente a los ojos.
—Ethan, lo que tú me haces sentir no me lo ha hecho sentir ese hombre nunca. Haces que mi corazón enloquezca y que mi piel solo quiera sentir tu piel. Haces que te desee a cada momento y que pierda la razón cuando me besas. Y cuando me haces el amor, simplemente me pierdo y dejo de ser Adele para ser lo que tú quieras, una extensión de Ethan.
—No, yo soy el que enloquece solamente de pensar que esto sea un sueño. Nunca he vivido esto con ninguna mujer y no estoy dispuesto a perderte.
—Aquí voy a estar, ahora por favor necesito sentirte dentro de mí. No me gusta sentirte lejos, en tan poco tiempo te necesito como al aire— me pongo encima de ella suavemente, sin dejar caer todo mi peso sobre su hermoso cuerpo.
—Júrame que nunca te irás— no sé porque le he dicho eso, no entiendo porque siento la necesidad de que se quede a mi lado, de amarrarla.
—No me voy a ninguna parte— arquea su cuerpo haciendo que su sexo roce mi entrepierna que cobra vida al instante. Sonrío de lado y ella me da un beso.

—Nunca olvidarás esta noche diosa— sin más me introduzco en su interior intentando marcarla y así echarla a perder para cualquier otro que se quiera acercar a lo que es mío.
 

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