lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 4

Ethan Parton
¡Por fin! Al fin la tengo entre mis brazos. Acariciar sus caderas y susurrarle al oído me ha puesto frenético. No creo que pueda detenerme y alejarme, no ahora que incluso a través de la ropa, puedo sentir la calidez de su cuerpo.
Sus pechos están aplastados contra el mío, posa sus manos en mis brazos y las va subiendo hasta mi cuello, toda la gente que nos rodea desaparece cuando sus manos entran en contacto con mi piel. Tira de mí y me besa, nos besamos y me siento en el puto cielo. La aprieto más contra mí y, en este preciso momento, comprendo que no la voy a dejar escapar. Ahora no solo me perseguirán sus hermosos ojos azules, sino que también me perseguirán su dulce aroma y el roce de su suave piel.
Mis labios devoran los suyos, le doy un pequeño mordisco a su carnoso labio inferior y cuando gime aprovecho para invadir su boca con mi lengua. Tira de mi pelo y el que ahora gime, soy yo. Esta mujer me hechiza, me trastorna y me enloquece. Tiene que ser mía, para siempre.
Nos vemos obligados a romper el beso cuando nos quedamos sin aire. Pero no la suelto, eso no entra en mi planes. He tenido que tener mucha paciencia por culpa de Mark, pero ahora ni él me va a detener. Estoy embrujado por esos ojos azules que me miran fijamente, con las pupilas dilatadas por el deseo.
— ¿Nos vamos?—pregunto sin respiración. Asiente y veo que intenta alejarse de mí. No nena, no te voy a soltar.
—Tengo que ir a recoger el bolso—señala una mesa que está a unos metros de la pista, donde nos encontramos ahora mismo. A regañadientes la libero de mi agarre. Mis manos se sienten ansiosas por volver a tocar su piel, aunque solo sea un roce, ahora me va a ser imposible olvidarla porque lo que me hace sentir simplemente con una mirada no lo había hecho nadie.
—Ve rápido, te espero aquí—sin necesidad de decir nada más, ella se aleja rápida como una bala. Veo a Mark en la barra desde donde me observa fijamente, le sonrío triunfante pero su rostro se ensombrece. Dejo de prestarle atención cuando Adele vuelve a estar delante de mí. La cojo de la mano y tiro de ella hacia mí, haciendo que se golpee contra mi pecho y adueñándome de su boca de nuevo. La devoro como si mi vida dependiera de ello y en realidad, mi jodido buen juicio sí depende de ella.
—Vamos— sin soltarla nos dirijo a ambos hacia la salida. Cojo la chaqueta cuando pasamos por la silla donde la he dejado antes. Soy consciente de las miradas y del repaso que me dan las mujeres al pasar por su lado, pero las ignoro. Hoy solamente existe esta chica que me ha quitado el sueño durante los últimos días. Adele está grabada en mi mente a fuego, necesito saber si lo que siento por ella es pura y ardiente obsesión o… algo más.
Cuando salimos, la dirijo hacia el coche. Pero ella se detiene, espero que no se haya arrepentido o deberé recordarle lo que sentimos con el simple roce de nuestros labios, sé que ella también lo siente porque he visto el deseo en sus ojos.
— ¿Qué ocurre?— le pregunto suavemente. Ella me mira a los ojos y veo algo en los suyos que no sabría definir.
—Mi casa está ahí— señala el bloque de apartamentos donde vive Mark. Sonrío y acaricio su rostro, con una delicadeza que no sabía que poseía, recojo un mechón de su cabello que le cubre ligeramente el rostro y se lo pongo detrás de la oreja.
—Te sigo— me vuelve a tomar de la mano y tira de mí.
 Abre el portal y entramos en el ascensor. La excitación es palpable. La anhelo, la deseo y la tengo al alcance de la mano. La miro y ella también me está mirando. Ambos nos lanzamos a por el otro sin más, la aprieto contra la pared del ascensor y volvemos a besarnos como dos locos sedientos. Enreda sus manos en mi pelo, cojo su muslo y lo levanto hasta enredarlo en mi cintura. Nuestros sexos se rozan y ambos gemimos, el deseo crece y ambos estamos a punto de arder, pero entonces el ascensor se detiene. La cojo de la cintura y la levanto, ella enreda sus piernas a mí alrededor. Salimos y la estampo contra la puerta sin dejar de besarla.
El ruido de las llaves cuando le caen al suelo me hace separarme un poco de ella, la dejo suavemente en el suelo y espero a que abra la puerta. Cuando lo hace, la giro para quedar cara a cara de nuevo, me apodero de sus labios y cierro la puerta de una patada. En un giro rápido ella queda contra la pared, con mis manos recorro sus muslos y ella los eleva, volviendo a quedar enredada en mí. Hago un movimiento para rozar su sexo con el mío, eso la enloquece y me muerde el labio. Eso es lo que necesitaba para no poder refrenarme, empiezo a subir mis manos por dentro de su camisa hasta alcanzar sus pechos, cubiertos por la fina tela del sujetador. Ella me aprieta más contra ella, besándome desesperadamente. Deslizo mis manos y cojo sus nalgas, tiene un culo perfecto. Ella empieza a moverse provocándome y excitándome más con el roce de todo su cuerpo. No puedo esperar más, le quito la camisa de un tirón dejando a la vista su ropa interior. Es de color azul eléctrico y hace que sus ojos parezcan más profundos. Acaricio la piel que sobresale por encima de la copa del sujetador, es suave y delicada. Me acerco y le beso los pechos, ella hecha la cabeza hacia atrás y gime. Coge el bajo de mi caseta y tira de ella, me la quita y la lanza a algún lugar del salón. Rozo su cintura con mis dedos y desabrocho su pantalón. Ella coge la cintura del mío y tira acercándome a ella más. Nuestros pechos desnudos se tocan por primera vez y la sensación es casi indescriptible. Nos besamos, nos devoramos y nos provocamos. No voy a soportarlo mucho más tiempo y por sus besos sé que ella tampoco. Necesito estar dentro de ella, besarla y saborearla entera. Adorarla y empaparme de esta mujer que me va a enloquecer.
—Habitación— digo sin aliento. Ella me señala la habitación con la cabeza. La tomo entre mis brazos y nos dirijo rápidamente allí. Veo una enorme pared con un paisaje de Londres pintado, esto tiene la firma de Mark. Si no supiera que es gay me preocuparía. Acaricia mi cabello y la beso, abro la puerta con una mano y la lanzo a la cama provocando que grite de excitación. Tiro de sus pantalones y los dejo caer al suelo. La observo acostada en la cama, solamente cubierta por la ropa interior. Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida, mi musa. Me acerco a ella como una pantera a punto de atacar a su presa, sin duda es una presa de lo más apetecible y a la que quiero hincarle el diente.
Nos miramos a los ojos, la oscuridad nos envuelve y la habitación parece que esté en llamas por la pasión. Adele se muerde el labio inferior y mi entrepierna siente una sacudida. Es la mujer más sensual que he conocido en mi vida.
— ¡Bésame!— su voz tiembla por la excitación. Me inclino sobre ella, sujetando mi peso con las manos que tengo a ambos lados de su rostro.
—Encantado—la beso con deseo y pasión, no solo mi entrepierna ha aumentado cuando me rodea la cintura con sus muslos, mi corazón también late acelerado.
Siento sus manos tirando de mis vaqueros, se las cojo y las enredo en mi pelo. Dejo sus labios y voy repartiendo suaves besos por su mejilla hasta llegar a su garganta. Sigo comiéndomela a besos y le muerdo el lóbulo de la oreja. Gime y yo siento que voy a entrar en el cielo.
—Quiero saborearte, me muero por comerte y sentirte. Eres mi musa, una diosa— su respiración es entrecortada.
—Hazlo, te necesito dentro de mí—ahora es mi respiración la que está entrecortada.
Le muerdo el cuello y mis manos se apoderan de sus pechos, los acaricio y aprieto a mi antojo mientras con movimientos certeros rozo nuestros sexos, que están separados por sus braguitas y mis pantalones.
— ¡Dios!— grita Adele cuando me deshago del sujetador.
—No nena, aquí la diosa eres tú— sus ojos brillan y se ruboriza ligeramente, ¿Por el piropo? No sé, pero se lo deben haber dicho mucho.
Deslizo mi  lengua entre sus pechos y le doy un mordisco en el ombligo, grita por la sorpresa porque cuando levanto la vista me está mirando con una enorme sonrisa. Cojo la goma de sus braguitas con los dientes. Intenta detenerme pero la detengo, sujeto sus manos y de un tirón me deshago de la única prenda que le quedaba.
—No— su voz apenas es audible, no parece una orden. Rozo con la punta de mis dedos su sexo, está húmeda y preparada para recibirme.
Me deshago de mis pantalones y ella mira el hinchado bulto de mi erección, detrás del bóxer azul que llevo. Sonrío pensando que llevamos la ropa interior del mismo color.
Aparto ese pensamiento y la miro, quiero poseerla pero también quiero trazar cada una de sus curvas en un papel, poder soñar que será mía para siempre.
Acaricio sus tobillos y subo las manos hasta sus muslos, los separo y paseo mi lengua por su sexo. Gime, esta vez más alto y yo, dejo que mi lengua juegue con su clítoris.
—Dios, ¡detente!— está a punto de correrse, no me detengo y ella explota en un orgasmo impresionante. Beso sus labios compartiendo su sabor.
—Mmmm… eres deliciosa por fuera y por dentro— susurro contra sus labios. Ahora es ella la que invade mi boca con su lengua. Cuando necesitamos aire nos separamos, ambos sonreímos. Me deshago del bóxer y tomo un preservativo del bolsillo de mi vaquero, cuando voy a ponérmelo, sus manos toman mi erección y la miro.
—Ahora es mi turno—estoy a punto de negarme porque quiero sentir su calidez pero, ella es más rápida que yo y se mete mi pene en la boca. Gimo y me muerdo el labio, ella me mira satisfecha y la escena que tengo delante de mis ojos es la más sexy y excitante que he visto en mi vida.
—Para, me voy a correr y quiero sentirte, quiero estar dentro de ti cuando eso pase— le acaricio el pelo y tomo su rostro entre mis manos para detenerla. La empujo hasta acostarla y, sin romper el contacto de nuestros ojos, deslizo el condón por mi duro pene.
 Me acomodo entre sus piernas y la penetro. La beso y me bebo el gemido que ha salido por su boca. Paro y dejo que se acomode a mi pene. La miro a los ojos y nos besamos más suavemente, empiezo a moverme despacio, esto es el paraíso, no quiero salir de su interior nunca.
—Más rápido, por favor— ante su súplica no puedo hacer otra cosa, acelero el ritmo de las estocadas. Cierro los ojos de puro placer pero entones, siento sus manos en mi rostro, me está mirando.
—Mírame, quiero recordar este momento y tus ojos que me han perseguido—sus palabras me avivan y levanto sus muslos para coger profundidad. Grita y yo me uno a sus gritos cuando me araña la espalda ligeramente.
Pone sus manos en mi pecho y me empuja, yo me dejo caer a su lado sin salir de su interior. Es ella la que está encima de mí, con mi pene dentro de su vagina. No puedo apartar la vista de nuestra conexión hasta que Adele empieza a moverse. Nos miramos a los ojos y sonrío tomándola por las caderas e incitándola a cabalgarme más rápido.
—Dámelo todo, quiero verte disfrutar y grabarlo en mi mente— me sonríe y acelera al mismo tiempo que sus uñas recorren mi pecho y abdomen. Gimo fuerte, estoy a punto de alcanzar el orgasmo. Empujo mis caderas hacia arriba y siento como se contrae a mi alrededor, ella también está cerca.
Me siento quedando los dos cara a cara y totalmente pegados. Nos devoramos con la mirada y nos comemos a besos moviéndonos rápido y, al mismo tiempo los dos estallamos en un orgasmo demoledor. Nos besamos y acaricio su pelo, apoya su frente en mi hombro y sé que sonríe. Reparto besos por su cuello y siento sus labios en el mío.
—Dime tu nombre— susurra con los labios pegados a mi cuello.
—Ethan— beso su hombro y ella suelta una risita.
—Adele— dice mirándome a los ojos.
—Adele, es el nombre de mi musa y, ahora es la diosa a la que adoro— nos volvemos a besar dejándonos llevar por el momento y los misterios de la noche.
***
Algo suave y que huele de maravilla me hace cosquillas en el rostro. Abro los ojos un poco y veo el cabello castaño de Adele esparcido sobre mi pecho, ella descansa tranquilamente sobre mi corazón. Beso su cabeza y en lugar de querer largarme como hago normalmente, deseo quedarme para verla despertar. Paso mi mano suavemente por su espalda desnuda, es hermosa. Me dejo llevar por mis pensamientos pero el sonido del maldito teléfono me devuelve de golpe a la realidad. Lo veo tirado al lado de la cama, intentando no hacer mucho movimiento para no despertarla, lo cojo. Es mi primo Nolan, ¿qué querrá?
— ¿Qué sucede Nolan?— susurro para no despertar a Adele que se remueve pero no abre los ojos. Sonrío como un completo idiota mientras la miro embobado.
— ¿Por qué susurras? No me lo digas, estás con una mujer. Aunque seguramente ya te estés vistiendo para desaparecer antes de que se despierte—suelta  una carcajada y siento ganas de golpearle. No estoy con una mujer, bueno literalmente sí, pero esto y con ella, con Adele. No es como las demás aunque no sé qué es lo que la hace diferente. Después de tenerla no estoy saciado de ella, quiero más, muchísimo más.
—Eso no te importa, ¿Qué ocurre? Me has llamado muy temprano— ahora sueno irritado y la verdad es que lo estoy. Maldito Nolan siempre aparece en el momento menos oportuno.
—Estoy en el aeropuerto, ¿vienes a por mí? Tengo grandes noticias para ti y la nueva línea de joyas de topacio azul.
—No esperaba que regresaras tan pronto—maldición, voy a tener que ir a por él.
— ¿Vienes ya o qué?— se está riendo de mí a base de bien.
—Ahora voy. Esta vez me has fastidiado el plan pero bien. Ya te contaré— cuelgo y me levanto muy despacio. La dejo tumbada boca abajo en la cama y la cubro con la sábana.  Algo en mi pecho bombea rápidamente, sin duda mi corazón ha despertado desde que sus ojos y sus manos se posaron en mí. Toco mi pecho con la palma de la mano, mi cuerpo huele a ella y por primera vez, esa sensación me gusta.
Voy buscando mi ropa que está tirada por toda la habitación y cuando estoy completamente vestido, cojo papel y boli que tiene en una mesa cerca del ventanal, en el salón. Allí está su portátil y varias cosas escritas a mano, su lugar de trabajo sin duda. Le dejo una nota, compruebo que sigue dormida y sintiéndome culpable me marcho. Cierro la puerta de su casa despacio pero me sobresalto al ver a Mark en la puerta de la suya.
—Joder Mark, que susto— digo aceleradamente. Pulso el botón de llamada del ascensor y espero bajo la atenta mirada de mi amigo.
—Eres un jodido cabrón Ethan, si llego a saber que solo querías conocerla para hacerle lo que les haces a todas jamás la hubiera llevado de copas anoche. Ella merece algo mejor que tú—escuchar esas palabras hacen que la rabia se apodere de mí y me cabree muchísimo. Cojo a Mark por el cuello de la camiseta y lo estampo contra la puerta de su casa.
—No hables de lo que no sabes Mark. Ella no es como las demás, le he dejado una nota y pienso venir esta noche para hablar con ella. No solamente la quiero para follar.
—Pero te la has follado y ahora te largas como un ladrón, eso no es lo más correcto ¿no crees?
—Nolan acaba de regresar y tengo que ir al jodido aeropuerto a por él. Yo tampoco estoy muy contento de dejarla despertar sola. Eres mi amigo y te valoro mucho, pero no te metas en esto—le advierto mientras le suelto para entrar en el ascensor.
—Ethan, también soy su amigo y créeme, ella no merece que jueguen con sus sentimientos ni con ella. No le hagas daño o te partiré la cara—jamás había visto a Mark así. Hay algo en sus palabras que me ha puesto alerta, tal vez alguien le ha hecho daño a Adele. Eso explicaría porque está tan lejos de su hogar.
—No se lo haré, al menos intencionalmente. Para mí no es solo un revolcón, es la persona que ha despertado mi corazón duro como un diamante. Nos vemos, le he dejado una nota—. Se cierran las puertas del ascensor y respiro hondo. Tengo que calmarme antes de coger el coche, no es bueno conducir alterado. Alejo esos pensamientos de mi cabeza y entro al coche. Lanzo una última mirada a la ventana de Adele y respiro hondo. Su aroma me envuelve y eso me devuelve el buen humor. Tengo que contarle esto a Nolan y empezar a dibujar, tengo muchísimos diseños en mi cabeza. Sin duda, esta mujer es mi musa.
Llego al aeropuerto en un tiempo record, a estas horas de la mañana no hay tráfico. De inmediato veo a Nolan tomando un café, me siento con él y pido otro.
—Cuéntame, ¿qué tal el viaje por Londres?— pregunto interesado. Él me mira y enarca una ceja.
— ¿Qué te ha pasado?
—No sé porque me preguntas eso, no me ha pasado nada.
—No me engañas, algo bueno te ha debido de pasar porque tienes una enorme sonrisa de imbécil en el rostro que no tenías cuando me fui— no se le escapa una, por eso es mi mano derecha.
—He encontrado a mi musa, pero ya te contaré. ¿Me has traído todo lo que te pedí?—asiente y sonríe satisfecho de sí mismo.
—Por supuesto, me he tenido que pelear por varias cosas, como una corona de diamantes y topacio azul. Pero al final lo he conseguido y todavía no estamos en números rojos—los dos nos reímos y él me cuenta cómo ha ido el viaje. Pero sé que hay algo que no me está contando.
Subimos al coche y nos dirigimos hacia el bloque de apartamentos.  La tía Cora no sabe que su hijo ha vuelto, así que se llevará una grata sorpresa. Y nosotros tomaremos un buen almuerzo, es una cocinera increíble.
—Bueno, cuéntame lo que te has guardado para ti mismo de ese viaje. No me engañas, algo te ha pasado porque también tienes una sonrisa bastante idiota— me mira y los dos estallamos en carcajadas.
—Nos conocemos demasiado, eso da asco Ethan. Te lo voy a contar porque eres mi mejor amigo. Conocí a una chica, bueno ella salía de una cafetería con su café en la mano y yo entraba mirando el móvil. Chocamos y le tiré todo el café por encima. Imagínatelo, café recién hecho encima de blusa blanca, fue todo un espectáculo. Le pedí disculpas pero menuda fiera era esa mujer, empezó a decirme cosas, muy enfadada y yo simplemente la besé.
— ¿La besaste? ¿Cómo sigue la historia?
—Me giró la cara de un guantazo. Y yo, la volví a besar. Luego me tiró el poco café que le quedaba y se largó. Intenté seguirla pero desapareció. Te juro Ethan que no la he podido sacar de mi cabeza, ese carácter me vuelve loco. Pero dudo que algún día la vuelva a ver, eso sería demasiada coincidencia y no creo en las casualidades. Tu turno.
— ¿De qué?— intento hacerme el loco pero no va a servir de nada.
—Tu musa, ¿estabas con ella cuando te he llamado?
—Sí, desde que la vi no he podido sacarme de la cabeza sus hermosos ojos azules, de ahí el nombre de la nueva colección. La busqué pero no la encontré, hasta que por casualidades de la vida, resulta que Mark es su vecino. Le dije que me llevara con ella de inmediato pero me hizo esperar el muy… pero anoche prácticamente lo obligué a juntarme con ella. Necesitaba tenerla cerca, me estaba obsesionando.
— ¿Ahora tema olvidado?
—Ni por asomo Nolan, ahora quiero estar cerca de ella más que nunca. Quiero tenerla, conocerla, saber qué piensa, qué siente. Todo. —Nolan sonríe y me mira con es cara de suficiencia que suele poner cuando sabe algo que el resto no sabemos.
—Creo que te estás enamorando.
— ¿Qué? Te has vuelto loco— digo intentando quitarle importancia. Pero, tal vez no sea tan descabellado. Al fin y al cabo nunca he sentido lo que siento por ella y tampoco he sentido lo que es el amor.
—No la dejes escapar o te arrepentirás y preséntamela pronto primo.
Llegamos a casa de tía Cora, entramos sorprendiéndola y disfrutamos de una mañana en familia, porque ellos son la única que tengo.
— ¿Te vas Ethan?— la tía Cora me mira fijamente cuando cojo mis cosas.
—Sí, tengo trabajo que hacer. Así también dejamos que Nolan descanse—mi primo se ha quedado completamente dormido en el sofá de casa de su madre. Ella nos quiere a ambos por igual pero, un hijo es un hijo. Ojalá mi madre siguiese viva, la recuerdo muy bien. Tenía mis ojos y el mismo color de cabello que yo, era muy guapa.
Beso a mi tía y subo a mi casa, siento que me falta algo y su imagen me viene a la cabeza. Su hermoso rostro, sus ojos azules mirándome fijamente, sus labios en mi cuello y cómo pronunció su nombre.  Lanzo la chaqueta sobre el sillón y cojo papel y lápiz. Empiezo a hacer trazos, luego le aplico color y ahí la tengo. Su cuerpo tumbado boca abajo en la cama, su pelo esparcido por la almohada, sus labios entreabiertos y su espalda desnuda. Es la visión más gloriosa y celestial del mundo.
Cuando tengo toda la mesa llena de nuevos diseños y muchísimas ideas, miro el reloj de mi muñeca. Son las cinco de la tarde, se me ha pasado todo el día y ni siquiera he comido. Un pensamiento aparece en mi mente de repente, ¿qué habrá pensado ella al despertarse sin mí? Le he dejado una nota pero puede no haberla visto, debo verla. Necesito verla.
Voy a la habitación y me cambio de ropa, tal vez le apetezca salir a dar una vuelta. Sin duda espero que acepte mi ofrecimiento o me volveré loco. Anhelo su aroma como el aire que respiro, decido dejar el coche y coger la moto. Cojo el casco negro y salgo de casa topándome con Nolan.
— ¿Dónde vas?

—A conseguir una cita— me despido de él con un movimiento de cabeza y una sonrisa en el rostro. ¿Qué me estás haciendo Adele Davis?

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