Ethan Parton
¡Por
fin! Al fin la tengo entre mis brazos. Acariciar sus caderas y susurrarle al
oído me ha puesto frenético. No creo que pueda detenerme y alejarme, no ahora
que incluso a través de la ropa, puedo sentir la calidez de su cuerpo.
Sus
pechos están aplastados contra el mío, posa sus manos en mis brazos y las va
subiendo hasta mi cuello, toda la gente que nos rodea desaparece cuando sus
manos entran en contacto con mi piel. Tira de mí y me besa, nos besamos y me
siento en el puto cielo. La aprieto más contra mí y, en este preciso momento,
comprendo que no la voy a dejar escapar. Ahora no solo me perseguirán sus
hermosos ojos azules, sino que también me perseguirán su dulce aroma y el roce
de su suave piel.
Mis
labios devoran los suyos, le doy un pequeño mordisco a su carnoso labio
inferior y cuando gime aprovecho para invadir su boca con mi lengua. Tira de mi
pelo y el que ahora gime, soy yo. Esta mujer me hechiza, me trastorna y me
enloquece. Tiene que ser mía, para siempre.
Nos
vemos obligados a romper el beso cuando nos quedamos sin aire. Pero no la
suelto, eso no entra en mi planes. He tenido que tener mucha paciencia por
culpa de Mark, pero ahora ni él me va a detener. Estoy embrujado por esos ojos
azules que me miran fijamente, con las pupilas dilatadas por el deseo.
—
¿Nos vamos?—pregunto sin respiración. Asiente y veo que intenta alejarse de mí.
No nena, no te voy a soltar.
—Tengo
que ir a recoger el bolso—señala una mesa que está a unos metros de la pista,
donde nos encontramos ahora mismo. A regañadientes la libero de mi agarre. Mis
manos se sienten ansiosas por volver a tocar su piel, aunque solo sea un roce,
ahora me va a ser imposible olvidarla porque lo que me hace sentir simplemente
con una mirada no lo había hecho nadie.
—Ve
rápido, te espero aquí—sin necesidad de decir nada más, ella se aleja rápida
como una bala. Veo a Mark en la barra desde donde me observa fijamente, le
sonrío triunfante pero su rostro se ensombrece. Dejo de prestarle atención
cuando Adele vuelve a estar delante de mí. La cojo de la mano y tiro de ella
hacia mí, haciendo que se golpee contra mi pecho y adueñándome de su boca de
nuevo. La devoro como si mi vida dependiera de ello y en realidad, mi jodido
buen juicio sí depende de ella.
—Vamos—
sin soltarla nos dirijo a ambos hacia la salida. Cojo la chaqueta cuando
pasamos por la silla donde la he dejado antes. Soy consciente de las miradas y
del repaso que me dan las mujeres al pasar por su lado, pero las ignoro. Hoy
solamente existe esta chica que me ha quitado el sueño durante los últimos
días. Adele está grabada en mi mente a fuego, necesito saber si lo que siento
por ella es pura y ardiente obsesión o… algo más.
Cuando
salimos, la dirijo hacia el coche. Pero ella se detiene, espero que no se haya
arrepentido o deberé recordarle lo que sentimos con el simple roce de nuestros
labios, sé que ella también lo siente porque he visto el deseo en sus ojos.
—
¿Qué ocurre?— le pregunto suavemente. Ella me mira a los ojos y veo algo en los
suyos que no sabría definir.
—Mi
casa está ahí— señala el bloque de apartamentos donde vive Mark. Sonrío y
acaricio su rostro, con una delicadeza que no sabía que poseía, recojo un
mechón de su cabello que le cubre ligeramente el rostro y se lo pongo detrás de
la oreja.
—Te
sigo— me vuelve a tomar de la mano y tira de mí.
Abre el portal y entramos en el ascensor. La
excitación es palpable. La anhelo, la deseo y la tengo al alcance de la mano.
La miro y ella también me está mirando. Ambos nos lanzamos a por el otro sin
más, la aprieto contra la pared del ascensor y volvemos a besarnos como dos
locos sedientos. Enreda sus manos en mi pelo, cojo su muslo y lo levanto hasta
enredarlo en mi cintura. Nuestros sexos se rozan y ambos gemimos, el deseo
crece y ambos estamos a punto de arder, pero entonces el ascensor se detiene.
La cojo de la cintura y la levanto, ella enreda sus piernas a mí alrededor.
Salimos y la estampo contra la puerta sin dejar de besarla.
El
ruido de las llaves cuando le caen al suelo me hace separarme un poco de ella,
la dejo suavemente en el suelo y espero a que abra la puerta. Cuando lo hace,
la giro para quedar cara a cara de nuevo, me apodero de sus labios y cierro la
puerta de una patada. En un giro rápido ella queda contra la pared, con mis
manos recorro sus muslos y ella los eleva, volviendo a quedar enredada en mí.
Hago un movimiento para rozar su sexo con el mío, eso la enloquece y me muerde
el labio. Eso es lo que necesitaba para no poder refrenarme, empiezo a subir
mis manos por dentro de su camisa hasta alcanzar sus pechos, cubiertos por la
fina tela del sujetador. Ella me aprieta más contra ella, besándome
desesperadamente. Deslizo mis manos y cojo sus nalgas, tiene un culo perfecto.
Ella empieza a moverse provocándome y excitándome más con el roce de todo su
cuerpo. No puedo esperar más, le quito la camisa de un tirón dejando a la vista
su ropa interior. Es de color azul eléctrico y hace que sus ojos parezcan más
profundos. Acaricio la piel que sobresale por encima de la copa del sujetador,
es suave y delicada. Me acerco y le beso los pechos, ella hecha la cabeza hacia
atrás y gime. Coge el bajo de mi caseta y tira de ella, me la quita y la lanza
a algún lugar del salón. Rozo su cintura con mis dedos y desabrocho su
pantalón. Ella coge la cintura del mío y tira acercándome a ella más. Nuestros
pechos desnudos se tocan por primera vez y la sensación es casi indescriptible.
Nos besamos, nos devoramos y nos provocamos. No voy a soportarlo mucho más
tiempo y por sus besos sé que ella tampoco. Necesito estar dentro de ella, besarla
y saborearla entera. Adorarla y empaparme de esta mujer que me va a enloquecer.
—Habitación—
digo sin aliento. Ella me señala la habitación con la cabeza. La tomo entre mis
brazos y nos dirijo rápidamente allí. Veo una enorme pared con un paisaje de Londres
pintado, esto tiene la firma de Mark. Si no supiera que es gay me preocuparía.
Acaricia mi cabello y la beso, abro la puerta con una mano y la lanzo a la cama
provocando que grite de excitación. Tiro de sus pantalones y los dejo caer al
suelo. La observo acostada en la cama, solamente cubierta por la ropa interior.
Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida, mi musa. Me acerco a ella como
una pantera a punto de atacar a su presa, sin duda es una presa de lo más
apetecible y a la que quiero hincarle el diente.
Nos
miramos a los ojos, la oscuridad nos envuelve y la habitación parece que esté
en llamas por la pasión. Adele se muerde el labio inferior y mi entrepierna
siente una sacudida. Es la mujer más sensual que he conocido en mi vida.
—
¡Bésame!— su voz tiembla por la excitación. Me inclino sobre ella, sujetando mi
peso con las manos que tengo a ambos lados de su rostro.
—Encantado—la
beso con deseo y pasión, no solo mi entrepierna ha aumentado cuando me rodea la
cintura con sus muslos, mi corazón también late acelerado.
Siento
sus manos tirando de mis vaqueros, se las cojo y las enredo en mi pelo. Dejo
sus labios y voy repartiendo suaves besos por su mejilla hasta llegar a su
garganta. Sigo comiéndomela a besos y le muerdo el lóbulo de la oreja. Gime y
yo siento que voy a entrar en el cielo.
—Quiero
saborearte, me muero por comerte y sentirte. Eres mi musa, una diosa— su
respiración es entrecortada.
—Hazlo,
te necesito dentro de mí—ahora es mi respiración la que está entrecortada.
Le
muerdo el cuello y mis manos se apoderan de sus pechos, los acaricio y aprieto
a mi antojo mientras con movimientos certeros rozo nuestros sexos, que están
separados por sus braguitas y mis pantalones.
—
¡Dios!— grita Adele cuando me deshago del sujetador.
—No nena,
aquí la diosa eres tú— sus ojos brillan y se ruboriza ligeramente, ¿Por el
piropo? No sé, pero se lo deben haber dicho mucho.
Deslizo
mi lengua entre sus pechos y le doy un
mordisco en el ombligo, grita por la sorpresa porque cuando levanto la vista me
está mirando con una enorme sonrisa. Cojo la goma de sus braguitas con los
dientes. Intenta detenerme pero la detengo, sujeto sus manos y de un tirón me
deshago de la única prenda que le quedaba.
—No—
su voz apenas es audible, no parece una orden. Rozo con la punta de mis dedos
su sexo, está húmeda y preparada para recibirme.
Me
deshago de mis pantalones y ella mira el hinchado bulto de mi erección, detrás
del bóxer azul que llevo. Sonrío pensando que llevamos la ropa interior del
mismo color.
Aparto
ese pensamiento y la miro, quiero poseerla pero también quiero trazar cada una
de sus curvas en un papel, poder soñar que será mía para siempre.
Acaricio
sus tobillos y subo las manos hasta sus muslos, los separo y paseo mi lengua
por su sexo. Gime, esta vez más alto y yo, dejo que mi lengua juegue con su
clítoris.
—Dios,
¡detente!— está a punto de correrse, no me detengo y ella explota en un orgasmo
impresionante. Beso sus labios compartiendo su sabor.
—Mmmm…
eres deliciosa por fuera y por dentro— susurro contra sus labios. Ahora es ella
la que invade mi boca con su lengua. Cuando necesitamos aire nos separamos,
ambos sonreímos. Me deshago del bóxer y tomo un preservativo del bolsillo de mi
vaquero, cuando voy a ponérmelo, sus manos toman mi erección y la miro.
—Ahora
es mi turno—estoy a punto de negarme porque quiero sentir su calidez pero, ella
es más rápida que yo y se mete mi pene en la boca. Gimo y me muerdo el labio,
ella me mira satisfecha y la escena que tengo delante de mis ojos es la más
sexy y excitante que he visto en mi vida.
—Para,
me voy a correr y quiero sentirte, quiero estar dentro de ti cuando eso pase—
le acaricio el pelo y tomo su rostro entre mis manos para detenerla. La empujo
hasta acostarla y, sin romper el contacto de nuestros ojos, deslizo el condón
por mi duro pene.
Me acomodo entre sus piernas y la penetro. La
beso y me bebo el gemido que ha salido por su boca. Paro y dejo que se acomode
a mi pene. La miro a los ojos y nos besamos más suavemente, empiezo a moverme
despacio, esto es el paraíso, no quiero salir de su interior nunca.
—Más
rápido, por favor— ante su súplica no puedo hacer otra cosa, acelero el ritmo
de las estocadas. Cierro los ojos de puro placer pero entones, siento sus manos
en mi rostro, me está mirando.
—Mírame,
quiero recordar este momento y tus ojos que me han perseguido—sus palabras me
avivan y levanto sus muslos para coger profundidad. Grita y yo me uno a sus
gritos cuando me araña la espalda ligeramente.
Pone
sus manos en mi pecho y me empuja, yo me dejo caer a su lado sin salir de su
interior. Es ella la que está encima de mí, con mi pene dentro de su vagina. No
puedo apartar la vista de nuestra conexión hasta que Adele empieza a moverse.
Nos miramos a los ojos y sonrío tomándola por las caderas e incitándola a
cabalgarme más rápido.
—Dámelo
todo, quiero verte disfrutar y grabarlo en mi mente— me sonríe y acelera al
mismo tiempo que sus uñas recorren mi pecho y abdomen. Gimo fuerte, estoy a
punto de alcanzar el orgasmo. Empujo mis caderas hacia arriba y siento como se
contrae a mi alrededor, ella también está cerca.
Me
siento quedando los dos cara a cara y totalmente pegados. Nos devoramos con la
mirada y nos comemos a besos moviéndonos rápido y, al mismo tiempo los dos
estallamos en un orgasmo demoledor. Nos besamos y acaricio su pelo, apoya su
frente en mi hombro y sé que sonríe. Reparto besos por su cuello y siento sus
labios en el mío.
—Dime
tu nombre— susurra con los labios pegados a mi cuello.
—Ethan—
beso su hombro y ella suelta una risita.
—Adele—
dice mirándome a los ojos.
—Adele,
es el nombre de mi musa y, ahora es la diosa a la que adoro— nos volvemos a
besar dejándonos llevar por el momento y los misterios de la noche.
***
Algo
suave y que huele de maravilla me hace cosquillas en el rostro. Abro los ojos
un poco y veo el cabello castaño de Adele esparcido sobre mi pecho, ella
descansa tranquilamente sobre mi corazón. Beso su cabeza y en lugar de querer
largarme como hago normalmente, deseo quedarme para verla despertar. Paso mi
mano suavemente por su espalda desnuda, es hermosa. Me dejo llevar por mis
pensamientos pero el sonido del maldito teléfono me devuelve de golpe a la
realidad. Lo veo tirado al lado de la cama, intentando no hacer mucho
movimiento para no despertarla, lo cojo. Es mi primo Nolan, ¿qué querrá?
—
¿Qué sucede Nolan?— susurro para no despertar a Adele que se remueve pero no
abre los ojos. Sonrío como un completo idiota mientras la miro embobado.
—
¿Por qué susurras? No me lo digas, estás con una mujer. Aunque seguramente ya
te estés vistiendo para desaparecer antes de que se despierte—suelta una carcajada y siento ganas de golpearle. No
estoy con una mujer, bueno literalmente sí, pero esto y con ella, con Adele. No
es como las demás aunque no sé qué es lo que la hace diferente. Después de
tenerla no estoy saciado de ella, quiero más, muchísimo más.
—Eso
no te importa, ¿Qué ocurre? Me has llamado muy temprano— ahora sueno irritado y
la verdad es que lo estoy. Maldito Nolan siempre aparece en el momento menos
oportuno.
—Estoy
en el aeropuerto, ¿vienes a por mí? Tengo grandes noticias para ti y la nueva
línea de joyas de topacio azul.
—No
esperaba que regresaras tan pronto—maldición, voy a tener que ir a por él.
—
¿Vienes ya o qué?— se está riendo de mí a base de bien.
—Ahora
voy. Esta vez me has fastidiado el plan pero bien. Ya te contaré— cuelgo y me
levanto muy despacio. La dejo tumbada boca abajo en la cama y la cubro con la
sábana. Algo en mi pecho bombea
rápidamente, sin duda mi corazón ha despertado desde que sus ojos y sus manos
se posaron en mí. Toco mi pecho con la palma de la mano, mi cuerpo huele a ella
y por primera vez, esa sensación me gusta.
Voy
buscando mi ropa que está tirada por toda la habitación y cuando estoy
completamente vestido, cojo papel y boli que tiene en una mesa cerca del
ventanal, en el salón. Allí está su portátil y varias cosas escritas a mano, su
lugar de trabajo sin duda. Le dejo una nota, compruebo que sigue dormida y
sintiéndome culpable me marcho. Cierro la puerta de su casa despacio pero me
sobresalto al ver a Mark en la puerta de la suya.
—Joder
Mark, que susto— digo aceleradamente. Pulso el botón de llamada del ascensor y
espero bajo la atenta mirada de mi amigo.
—Eres
un jodido cabrón Ethan, si llego a saber que solo querías conocerla para
hacerle lo que les haces a todas jamás la hubiera llevado de copas anoche. Ella
merece algo mejor que tú—escuchar esas palabras hacen que la rabia se apodere
de mí y me cabree muchísimo. Cojo a Mark por el cuello de la camiseta y lo
estampo contra la puerta de su casa.
—No
hables de lo que no sabes Mark. Ella no es como las demás, le he dejado una
nota y pienso venir esta noche para hablar con ella. No solamente la quiero
para follar.
—Pero
te la has follado y ahora te largas como un ladrón, eso no es lo más correcto
¿no crees?
—Nolan
acaba de regresar y tengo que ir al jodido aeropuerto a por él. Yo tampoco
estoy muy contento de dejarla despertar sola. Eres mi amigo y te valoro mucho,
pero no te metas en esto—le advierto mientras le suelto para entrar en el
ascensor.
—Ethan,
también soy su amigo y créeme, ella no merece que jueguen con sus sentimientos
ni con ella. No le hagas daño o te partiré la cara—jamás había visto a Mark
así. Hay algo en sus palabras que me ha puesto alerta, tal vez alguien le ha
hecho daño a Adele. Eso explicaría porque está tan lejos de su hogar.
—No
se lo haré, al menos intencionalmente. Para mí no es solo un revolcón, es la
persona que ha despertado mi corazón duro como un diamante. Nos vemos, le he
dejado una nota—. Se cierran las puertas del ascensor y respiro hondo. Tengo
que calmarme antes de coger el coche, no es bueno conducir alterado. Alejo esos
pensamientos de mi cabeza y entro al coche. Lanzo una última mirada a la ventana
de Adele y respiro hondo. Su aroma me envuelve y eso me devuelve el buen humor.
Tengo que contarle esto a Nolan y empezar a dibujar, tengo muchísimos diseños
en mi cabeza. Sin duda, esta mujer es mi musa.
Llego
al aeropuerto en un tiempo record, a estas horas de la mañana no hay tráfico.
De inmediato veo a Nolan tomando un café, me siento con él y pido otro.
—Cuéntame,
¿qué tal el viaje por Londres?— pregunto interesado. Él me mira y enarca una
ceja.
—
¿Qué te ha pasado?
—No
sé porque me preguntas eso, no me ha pasado nada.
—No
me engañas, algo bueno te ha debido de pasar porque tienes una enorme sonrisa
de imbécil en el rostro que no tenías cuando me fui— no se le escapa una, por
eso es mi mano derecha.
—He
encontrado a mi musa, pero ya te contaré. ¿Me has traído todo lo que te
pedí?—asiente y sonríe satisfecho de sí mismo.
—Por
supuesto, me he tenido que pelear por varias cosas, como una corona de
diamantes y topacio azul. Pero al final lo he conseguido y todavía no estamos
en números rojos—los dos nos reímos y él me cuenta cómo ha ido el viaje. Pero
sé que hay algo que no me está contando.
Subimos
al coche y nos dirigimos hacia el bloque de apartamentos. La tía Cora no sabe que su hijo ha vuelto,
así que se llevará una grata sorpresa. Y nosotros tomaremos un buen almuerzo,
es una cocinera increíble.
—Bueno,
cuéntame lo que te has guardado para ti mismo de ese viaje. No me engañas, algo
te ha pasado porque también tienes una sonrisa bastante idiota— me mira y los
dos estallamos en carcajadas.
—Nos
conocemos demasiado, eso da asco Ethan. Te lo voy a contar porque eres mi mejor
amigo. Conocí a una chica, bueno ella salía de una cafetería con su café en la
mano y yo entraba mirando el móvil. Chocamos y le tiré todo el café por encima.
Imagínatelo, café recién hecho encima de blusa blanca, fue todo un espectáculo.
Le pedí disculpas pero menuda fiera era esa mujer, empezó a decirme cosas, muy
enfadada y yo simplemente la besé.
—
¿La besaste? ¿Cómo sigue la historia?
—Me
giró la cara de un guantazo. Y yo, la volví a besar. Luego me tiró el poco café
que le quedaba y se largó. Intenté seguirla pero desapareció. Te juro Ethan que
no la he podido sacar de mi cabeza, ese carácter me vuelve loco. Pero dudo que
algún día la vuelva a ver, eso sería demasiada coincidencia y no creo en las
casualidades. Tu turno.
—
¿De qué?— intento hacerme el loco pero no va a servir de nada.
—Tu
musa, ¿estabas con ella cuando te he llamado?
—Sí,
desde que la vi no he podido sacarme de la cabeza sus hermosos ojos azules, de
ahí el nombre de la nueva colección. La busqué pero no la encontré, hasta que
por casualidades de la vida, resulta que Mark es su vecino. Le dije que me
llevara con ella de inmediato pero me hizo esperar el muy… pero anoche prácticamente
lo obligué a juntarme con ella. Necesitaba tenerla cerca, me estaba
obsesionando.
—
¿Ahora tema olvidado?
—Ni
por asomo Nolan, ahora quiero estar cerca de ella más que nunca. Quiero
tenerla, conocerla, saber qué piensa, qué siente. Todo. —Nolan sonríe y me mira
con es cara de suficiencia que suele poner cuando sabe algo que el resto no
sabemos.
—Creo
que te estás enamorando.
—
¿Qué? Te has vuelto loco— digo intentando quitarle importancia. Pero, tal vez
no sea tan descabellado. Al fin y al cabo nunca he sentido lo que siento por
ella y tampoco he sentido lo que es el amor.
—No
la dejes escapar o te arrepentirás y preséntamela pronto primo.
Llegamos
a casa de tía Cora, entramos sorprendiéndola y disfrutamos de una mañana en
familia, porque ellos son la única que tengo.
—
¿Te vas Ethan?— la tía Cora me mira fijamente cuando cojo mis cosas.
—Sí,
tengo trabajo que hacer. Así también dejamos que Nolan descanse—mi primo se ha
quedado completamente dormido en el sofá de casa de su madre. Ella nos quiere a
ambos por igual pero, un hijo es un hijo. Ojalá mi madre siguiese viva, la
recuerdo muy bien. Tenía mis ojos y el mismo color de cabello que yo, era muy
guapa.
Beso
a mi tía y subo a mi casa, siento que me falta algo y su imagen me viene a la
cabeza. Su hermoso rostro, sus ojos azules mirándome fijamente, sus labios en
mi cuello y cómo pronunció su nombre.
Lanzo la chaqueta sobre el sillón y cojo papel y lápiz. Empiezo a hacer
trazos, luego le aplico color y ahí la tengo. Su cuerpo tumbado boca abajo en
la cama, su pelo esparcido por la almohada, sus labios entreabiertos y su
espalda desnuda. Es la visión más gloriosa y celestial del mundo.
Cuando
tengo toda la mesa llena de nuevos diseños y muchísimas ideas, miro el reloj de
mi muñeca. Son las cinco de la tarde, se me ha pasado todo el día y ni siquiera
he comido. Un pensamiento aparece en mi mente de repente, ¿qué habrá pensado
ella al despertarse sin mí? Le he dejado una nota pero puede no haberla visto,
debo verla. Necesito verla.
Voy
a la habitación y me cambio de ropa, tal vez le apetezca salir a dar una
vuelta. Sin duda espero que acepte mi ofrecimiento o me volveré loco. Anhelo su
aroma como el aire que respiro, decido dejar el coche y coger la moto. Cojo el
casco negro y salgo de casa topándome con Nolan.
—
¿Dónde vas?
—A
conseguir una cita— me despido de él con un movimiento de cabeza y una sonrisa
en el rostro. ¿Qué me estás haciendo Adele Davis?
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