Adele
Davis
Estiro cada músculo de mi cuerpo, siento como una tonta
sonrisa inunda mi rostro. Las imágenes de la noche anterior acuden a mi mente
como un torbellino, Ethan, Ethan. Sus manos, sus labios, su cuerpo, su calor,
su aliento y sus palabras. Todo en él hace que mi cuerpo se estremezca
solamente con recordarle. Ruedo sobre la cama para acercarme al lado de la cama
donde seguramente está él. Paso mi mano por el lado de la cama y está frío,
abro los ojos repentinamente y veo que
estoy sola.
—No seas malpensada Adele, seguramente esté en el baño—
me levanto y siento todo el cuerpo resentido después del increíble sexo que
tuve anoche, este hombre es todo un portento sexual. Me sonrojo solo de
pensarlo. Empiezo a buscar por todo el apartamento pero no hay rastro ni de él
ni de su ropa. Genial, ¿no querías cambios Adele? Toma cambio, abandonada
después del mejor sexo de toda mi vida.
Doy media vuelta para regresar a la habitación, miro el
ordenador y allí veo un papel que antes no estaba. Lo cojo y de inmediato soy
consciente de que esa caligrafía no es la mía. Leo la nota y tengo que reprimir
las ganas de empezar a dar saltitos de alegría como una niña de tres años.
“Querida Adele,
ahora denominada mi musa y mi diosa. He tenido que irme por un asunto urgente
pero espero que no te olvides de mí. Hoy me volverás a ver.
P.D: despertar
contigo ha sido…lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Ethan”
¡Es una nota suya! Como una colegiala cojo la nota y me
dirijo a la habitación me dejo caer en su lado de la cama y abrazo la almohada
que huele a él. No me ha abandonado, simplemente le ha surgido algo y no
intercambiamos números de teléfono. Eso fue un error por mi parte, si tuviera
su teléfono podría llamarle y… el sonido del timbre interrumpe mis
pensamientos.
Voy hacia la puerta dando saltitos pero antes de abrir
veo mi reflejo en el espejo que hay al lado de la puerta. ¡Madre mía! No puedo
abrir en ropa interior la puerta de casa. Vuelvo disparada hacia la habitación,
cojo unos pantalones cómodos de andar por casa y una camiseta enorme. Espero
que no sea él porque ahora mismo soy la mujer menos sensual del planeta.
Abro la puerta y veo a Mark apoyado en el marco de esta.
Le sonrío como una bobalicona y me aparto para que pueda entrar. Él no deja de
mirarme, me repasa entera y enarca una ceja a causa de mi atuendo. Sí, lo sé.
Es horrible.
—Vaya, parece que alguien ha tenido una noche
entretenida…— dice con una sonrisita burlona. Me aparto para que pase y le
devuelvo la sonrisa.
—Sí, la mejor noche de mi vida. Con el hombre más…que he
conocido jamás.
—Me lo tendrás que prestar, somos amigos y los amigos
comparten— me guiña un ojo y yo niego con la cabeza.
—Ni de coña Mark, este hombre es para mí—. Ambos
empezamos a reír como dos lunáticos. Ahora entiendo porque él y Joy se llevan
tan bien, es un tipo genial.
—Al menos invítame a desayunar y cuéntame que tal con ese
dios griego, porque le he visto salir esta mañana— levanta las cejas y yo
enrojezco al instante.
—Está bien, te prepararé tortitas.
—Con sirope de chocolate, por favor— niego con la cabeza,
este hombre no se priva de nada y tiene un cuerpo de infarto. Empiezo a hacer
las tortitas mientras se sienta en la barra de la cocina. Mirándome y esperando
a que empiece a relatar.
—Bueno, nos habíamos visto antes. El primer día que
llegué fui a escribir a un parque y él estaba corriendo, le vi y la inspiración
vino a mí. No he podido apartar su mirada de mi mente desde entonces y cuando
anoche le vi aparecer en el bar… simplemente me dejé llevar y ¡Oh dios mío!
— ¿El mejor sexo descontrolado de tu vida?
—Sí, sin duda. Con mi ex todo era más normal. No sé cómo
expresarlo— la verdad es que hace tiempo que no pienso en él.
—Tu ex era un soso en la cama y un gilipollas por dejar
escapar a una chica como tú. Creo que ya dije en su momento que era gilipollas—
los dos nos miramos y sonreímos. Es tan fácil hablar con él que me sale
solo. Pongo el plato de tortitas con
sirope de chocolate entre ambos y le doy cubiertos. Sin dejar de conversar
empezamos a desayunar.
—No te conozco mucho pero sé que hay algo que quieres
preguntar y no lo has hecho. Como tú has dicho somos amigos, pregunta lo que
sea.
—Está bien, ese tipo de anoche se ha largado muy
temprano. ¿Te ha dejado alguna nota o algo?— no esperaba que me preguntase eso,
pero sonrío como una adolescente cuando recuerdo lo que ponía en ella.
—Sí, ha sido un caballero. Me ha escrito que hoy
volveríamos a vernos pero tal vez lo haya escrito por no quedar tan violento
despertar sola— pensar eso hace que se me borre la sonrisa de la cara. ¿Y si no
le veo más?
—Oye, sí ha escrito eso es porque tiene intención de
volver a verte. Sabes cómo es su cara y podrías golpearle o mandarme a mí a que
lo haga. No creo que se arriesgue a eso— vuelvo a sonreír, Mark es un tipo
genial.
— ¿Por qué no tienes pareja Mark?— la pregunta escapa de
mi boca sin haber pasado antes por mi cerebro. Veo que su semblante se vuelve
serio y me arrepiento de haberlo dicho.
—No he buscado pareja… es broma— vuelve a sonreír y yo
suspiro aliviada. —Los homosexuales aunque estemos en pleno siglo XXI seguimos
estando mal vistos por la sociedad. La mayoría no aceptan que lo son frente a
los demás y por supuesto mucho menos tener una relación.
—Ese tema me pone de muy mal humor, lo he vivido de cerca
y es horrible— me mira sin saber a qué me refiero.
—No eres lesbiana Adele, a no ser que seas bisexual y ahí
sí me dejarías sorprendido.
—No, me gustan los hombres. Pero mi hermano Zac, creo que
no le mencioné el otro día. Bueno Zac y yo somos mellizos y él es gay. Nunca ha
sido un cobarde así que tampoco escondió su sexualidad y en el instituto eso le
costó bastantes dolores de cabeza. Joy y yo siempre hemos estado ahí por él.
Por suerte cuando entró a la Universidad eso terminó, es un médico con muy
buena reputación. Por eso te entiendo Mark, lo he visto en mi hermano.
—Si es igual de guapo que tú espero que venga a
visitarte. Por lo que me acabas de contar, ya me cae bien.
—Zac es más guapo que yo. Nos parecemos en los ojos y en
que nos encanta leer pero poco más. Él tiene el pelo más rubio y es un gran
conversador, yo prefiero escribir a hablar.
—Dile que venga, no es justo que tú tengas a alguien con
quién acostarte y yo no— suelta una carcajada y sé que está bromeando.
—Lo pensaré. ¿Qué tienes pensado hacer hoy?
—Terminar de pintar tu casa, ¿y tú?— no esperaba eso, le
voy a deber muchísimo si hace eso por mí.
—Mark déjame que te pague de alguna manera… me siento
fatal si haces tantas cosas por mí y yo ninguna por ti.
—Déjame leer lo que hayas escrito de tu nuevo libro y
quedamos en paz— eso lo puedo hacer. Confío en él.
—Está bien, hoy escribiré para que tengas algo más que
leer. Debo decir que estoy bastante inspirada.
—Seguro por el maratón de sexo de anoche. Eso es lo que
necesito yo para poder empezar con mi
trabajo. Aunque tengo a la modelo por supuesto— me mira y yo golpeo su hombro
suavemente.
Le dejo con la pintura y me voy al baño, necesito una
ducha para reactivarme. Mientras el agua caliente se desliza por mi cuerpo,
cierro los ojos y recuerdo las grandes manos que anoche me acariciaron, los
labios que anoche me devoraron y al hombre que anoche me poseyó.
Salgo de la ducha y abro el armario, miro por la ventana
y como parece que hace un buen día me pongo mis shorts amarillos y una camisa
blanca con estampado floral. Me miro en
el espejo y decido dejar mi pelo suelto, si se seca al aire suele quedárseme
bastante bien.
Oigo a Mark mover cosas y salgo para ayudarle.
—Yo me encargo de la pintura, tú ponte a escribir que ya
va siendo hora de que me enseñes algo— me guiña un ojo y me siento cara al
ordenador. Lo enciendo y miro a mi derecha, justo al lado de mis apuntes está
la nota que me ha dejado Ethan esta mañana. De repente, las palabras acuden a
mi mente y dejo que mis dedos vuelen libres sobre las teclas del portátil. Este
hombre consigue inspirarme porque desde que le vi tengo más de cinco capítulos
escritos. Cuando Joy se entere de que he borrado la novela para volverla a
comenzar le dará un infarto, así que mejor se lo digo cuando esté por
terminarla.
Una mano toca mi hombro y me sobresalto, es Mark que me
mira expectante.
—Hora de comer—miro el reloj y veo que ya es hora de la
comida. Se me ha pasado la mañana volando.
—No me había dado cuenta de la hora, voy a preparar algo.
—Ni te molestes, he pedido comida china, espero que te
guste. Te he visto tan concentrada que no he querido molestarte y yo he acabado
ahora de pintar.
—Si no fuese por ti moriría de hambre— le doy un beso en
la mejilla y guardo todo mi trabajo haciendo una copia de seguridad. Mark me
mira fijamente con ambas cejas levantadas, quiere leer lo que tengo.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños Adele?— me sorprende su
pregunta.
—Pues…— miro el calendario del ordenador y me quedo
alucinada. Estamos a nueve de junio, mi cumpleaños es el diecinueve, no me
había dado ni cuenta— Es dentro de diez días. Ni yo me acordaba.
—Entonces te regalaré una impresora, así podrás imprimir
tu trabajo y yo leerlo cómodamente— me guiña un ojo y le sonrío como una boba.
Este hombre es un sol.
Cuando llega la comida china nos ponemos a engullirla sin
hablar, realmente no me había dado cuenta que estaba muerta de hambre y a Mark
parece que le ha pasado lo mismo.
—Oye, ¿te apetece que veamos alguna película?
—Me parece una idea genial— encendemos la televisión y
hacemos zapping hasta que encontramos una película que nos encanta a los dos
“Titanic”. Todo un clásico que no me canso de ver y con el que lloro todas las
veces.
—Voy a por pañuelos— asiento con la cabeza y los dos nos
sumergimos en la historia de Rose y Jack.
Cuando empieza a sonar la canción de la película “My heart will go on”
ambos la cantamos a todo pulmón. Por suerte los vecinos no se quejan porque
queda confirmado que nunca podremos ir a un local de karaoke.
La película ha terminado y los dos seguimos llorando como
unas magdalenas. El timbre de la puerta de abajo suena y ambos nos miramos, no
espero a nadie. Me levanto y pregunto por el interfono.
—Adele, diosa y musa. Baja que te espero—la voz sexy del
hombre más pasional de la tierra me hace temblar de pies a cabeza. Miro a Mark
que me pregunta con la mirada quién demonios ha interrumpido nuestras lágrimas.
—Es él, el chico de anoche. ¿Qué me pongo? Madre mía
Mark, no quiero hacerle esperar demasiado— salgo corriendo hacia la habitación
y al cabo de unos cinco minutos en los que ya me he desesperado porque no sé
qué ponerme, aparece mi amigo por la puerta.
—Adele, así vas bien. Créeme no es lo más conveniente ni
un vestido ni una falta. Los shorts esos te quedan de muerte y por lo que he visto,
el tipo ha venido en moto—. Me giro y le miro con los ojos abiertos.
— ¿Cómo sabes eso?— me señala la ventana y me acerco para
ver. Y ahí está, como todo un Dios. Apoyado en la moto con un casco negro entre
las manos y otro en el asiento. Su pelo rubio alborotado por el viento, lleva
una camiseta también negra de manga corta que se pega a sus definidos y fuertes
bíceps. Creo que he dejado de respirar porque siento que me falta el aire. —Es
perfecto, ¿cómo ha podido fijarse en alguien tan normal como yo?– vaya, he
dicho eso en voz alta y Mark me mira mal.
—No digas idioteces, eres guapa, lista, graciosa y una
profesional. Él es el que debe preguntarse cómo demonios tú te has fijado en
él—. Beso a mi amigo en la mejilla y salgo disparada escaleras abajo con
cuidado de no caerme y romperme la crisma, no sería elegante aparecer en el
portal rodando por las escaleras.
Abro la puerta del portal y salgo pero me quedo parada,
hay una chica rubia con unas curvas de infarto hablando con él. Desde donde
estoy puedo escuchar perfectamente la conversación.
—Ethan cariño, ¿esta noche estás libre? Hace tiempo que
no nos vemos y te extraño— ella acaricia su pecho y una rabia que no sé explicar
crece dentro de mí. Quiero gritarle que aparte sus zarpas de él porque es mío,
pero en realidad no lo es. Seguro que hasta tiene un club de fans.
Él coge su mano y la aparta de su pecho, no puedo ver el
rostro de ella pero supongo que no debe estar sonriendo. Ethan levanta la vista
y sus ojos se quedan clavados en los míos, poco a poco veo como las comisuras
de sus labios se levantan dedicándome una hermosa sonrisa donde muestra todos
sus dientes blancos. Es perfecto en todos los sentidos y yo sin poderlo evitar,
le devuelvo la sonrisa.
—Lo siento– le dice a la rubia sin dejar de mirarme a
mí—No voy a estar libre ni hoy ni el resto de los días. Tengo una cita con una
hermosa chica así que te agradecería que nos dejaras solos.
Él la aparta ligeramente y la rodea para venir hacia mí,
ella se vuelve y nos observa con el ceño fruncido. Parece que la señora
extensiones no está acostumbrada a recibir un no por respuesta, pues lo siento,
este hombre es mío. Le tengo a escasos centímetros de mí y puedo sentir su
olor, ese que tanto me gusta y que sigue impregnado en mi almohada.
—Hola— dice suavemente sin dejar de mirarme a los ojos.
Siento un estremecimiento en mi entrepierna y un deseo irrefrenable de saltar
encima de él y comérmelo a besos. Adele contrólate que estás en medio de la
calle.
—Hola— digo con la respiración entrecortada y mis labios
ardiendo de deseos por besar los suyos. Con el brazo que tiene libre rodea mi
cintura y tira de mí hacia él. Mis pechos quedan aplastados contra su pecho y
mi corazón late desbocado, este hombre me hace perder la cabeza.
—Te he extrañado, mucho— sin más y con un solo brazo, me
levanta en vilo para acercar mis labios a los suyos, yo ni corta ni perezosa
enredo mis manos en su pelo rebelde y profundizo el beso escuchando como los
tacones de la rubia se alejan de nosotros. Me he ganado una enemiga pero he
marcado mi territorio, como si fuese un perro. Joy se reiría de mí sin duda
alguna.
Cuando me deja de nuevo en el suelo nuestras sonrisas son
enormes, nunca un hombre había sido tan efusivo conmigo y la pregunta que me
hago es ¿dónde ha estado este hombre toda mi vida? Ahora mismo Devon me parece
insustancial, menos mal que se arrepintió de casarse porque si no en este
preciso momento la que se estaría arrepintiendo sería yo.
—Yo también te he extrañado, me hubiese gustado despertar
a tu lado— cuando digo esto me arrepiento y agacho la mirada con las mejillas
encendidas, eso debería haberlo pensado antes. No quiero que piense que le voy
a acosar o soy una loca que ya piensa que somos novios o algo así. Siento sus
dedos en mi babilla, me obliga a levantar la vista para mirarle a los ojos.
—A mí también me hubiese gustado pero he tenido que ir al
aeropuerto. Aunque así tengo una excusa para pasar la noche contigo— levanta
las cejas de forma graciosa y yo me rio sin poderlo evitar. Acaricia mi rostro
y toma mi mano, entrelazamos nuestros dedos y tira de mí hasta llegar a la
enorme moto negra. — ¿Tienes miedo?— me mira interrogante tendiéndome el casco
negro que tiene en las manos.
—No lo sé, será la primera vez que subo en una… otra
primera vez. Porque no suelo acostarme con desconocidos yo no soy así o bueno
al menos la Adele que he sido toda mi vida no es así, madre mía ya me he puesto
nerviosa por favor detenme o no voy a cerrar la boca nunca y…— siento sus
carnosos labios sobre los míos y me relajo al instante. Esto es mejor que una
infusión para los nervios.
—Me gusta saber que te pongo nerviosa, así puedo besarte
muy a menudo. Ven vamos, colócate esto. No quiero que te pase nada así que iré
a una velocidad normal. Me gusta correr pero pensaré en que llevo detrás a una
persona que necesito mantener con vida porque será la que me acompañará el
resto de mi vida—guau, creo que he muerto y he ido al cielo. Es lo más bonito
que me han dicho y de una manera diferente, no un típico te quiero y eres el
amor de mi vida. Ethan es único hasta en las palabras y como escritora que soy,
eso para mí es importante. Me ayuda a subir a la moto y luego sube él, se
coloca otro casco negro y toma mis manos poniéndolas alrededor de su cintura.
Esto me parece estupendo porque le puedo abrazar durante el trayecto, creo que
me voy a hacer fan de las motos.
Arranca y de un acelerón nos metemos de lleno en el
tráfico de San Francisco, me alegro de que Mark me haya convencido de no
cambiarme, sin duda los shorts son cómodos para ir en moto.
Cuando la moto se va deteniendo poco a poco miro a mi
alrededor, estamos en el parque donde nos vimos por primera vez. Sonrío para
mis adentros y veo como me mira por encima de su hombro. Parece encantado al
verme pegada a su espalda. Me suelto
para que pueda bajar, se quita el casco y su pelo rubio es todo un caos, mis
manos quieren acariciarle el cabello pero me detengo cuando posas sus manos
sobre el casco que llevo puesto. Lentamente y con cuidado de no hacerme daño me
lo quita.
— ¿Te ha gustado?— asiento y con la adrenalina que este
cacharro le ha dado a mi cuerpo, le cojo del cuello y tiro de él para besarle. Sus
manos se posan en mi cintura y me sigue el beso. Cuando nos separamos los dos
sonreímos.
Esconde los cascos y sin necesidad de decir nada, nos
volvemos a tomar de la mano entrelazando nuestros dedos. Paseamos por los
jardines verdes, hay familias, niños jugando, parejas y ancianos. Se respira
una paz y una tranquilidad impresionantes aunque esté abarrotado.
—Esto es muy diferente de Londres ¿eh?—le miro enarcando
una ceja, ¿cómo sabe de dónde soy?
—Llevo un cartel que ponga que soy de Londres ¿verdad?—
hecha la cabeza hacia atrás y una carcajada escapa de sus labios.
—No, pero vi tu cara en uno de tus libros y ahí lo leí.
Por cierto, escribes muy bien y eso que el romance no es mi género favorito.
Pero quería saber más de ti y a través de tus palabras he podido descubrir
cosas.
— ¿Qué tipo de cosas?
—Eres una mujer idealista, cuando crees en algo lo
defiendes a capa y espada y eso me gusta. No tienes miedo a arriesgarte, crees
en el amor pero no en los príncipes azules. Coincido contigo en que las personas
perfectas no existen y creo que tampoco has encontrado al hombre de tu vida.
—Vaya, ni yo misma me habría descrito mejor. Pero esto
último que has dicho puede que haya cambiado— su rostro cambia y la sonrisa que
tenía se ha borrado de un plumazo.
— ¿Has encontrado al hombre de tu vida?— me pongo de
puntillas acercando mis labios a los suyos.
—Puede…— cuando vamos a besarnos siento como unas
pequeñas gotas caen encima de mi rostro, levanto la vista hacia el cielo y me
doy cuenta de que está encapotado. Miro a Ethan que está mirando también el
cielo, luego baja su mirada y la clava en mis ojos, su sonrisa vuelve a
aparecer pero esta vez es más pícara.
—Musa, me parece que vamos a tener que correr si no
queremos empaparnos por la lluvia. El tiempo es como el temperamento de una
mujer, cambia sin previo aviso— golpeo su hombro por eso que ha dicho y él se
ríe, sé que lo ha dicho a propósito así que me río con él. Cogidos de la mano
empezamos a correr hacia la moto, nos ponemos el casco y él acelera.
La lluvia empieza
a hacerse más intensa, estamos empapados pero sonrientes. Esto es
improvisar y disfrutar de lo que nos depara el destino, algo con lo que mi ex
nunca contó y que cuando yo le proponía alguna aventura se negaba rotundamente.
Al ser abogado tiene una mente bastante cerrada, pero bueno no me importa ahora
mismo. ¿A qué se dedicara Ethan? Me doy cuenta de que no sé mucho de él y
debería preguntar porque creo que me estoy pillando por él.
Miro hacia delante y veo que hemos entrado en un garaje,
Ethan aparca la moto y yo me bajo quitándome el casco. Él hace lo mismo y
guarda los dos en la moto.
— ¿Dónde estamos?— digo mirando todo lo que me rodea. Hay
algunos coches que deben haber costado un riñón y medio del otro, son todos
lujosos y hay otra moto como la de Ethan pero de color amarillo.
—En mi casa, bueno en el garaje de mi casa o bloque de
apartamentos. Vivo en el último— me tiende la mano y yo se la tomo encantada,
es un buen momento para conocerle y no voy a desaprovechar la oportunidad.
Solamente hay tres pisos y eso llama mi atención, debe
conocer a sus vecinos y estos departamentos son el doble que el mío. Abre la
puerta de madera oscura y me invita a pasar. Debo admitir que la decoración es
moderna y muy acorde con la vivienda. Tiene dos pisos, un enorme sofá blanco en
forma de ele, una tele de plasma que ocupa casi toda la pared y un gran
ventanal con vistas a todo San Francisco, es luminosa y me encanta. Siento sus manos en mi cintura y su pecho
pegado a mi espalda, los dos estamos empapados.
—Ven, vayamos al baño a secarnos— sin soltarme subimos
las escaleras y entramos en una enorme habitación azul claro con muebles
blancos y una enorme cama en el centro. Es su habitación sin duda. Hay una
puerta blanca que da a un baño acorde con la habitación. Me tiende una toalla y
empieza a quitarse la ropa, yo no puedo apartar la vista de su perfecto cuerpo.
Reacciona Adele quieres saber cosas de él no violarlo.
— ¿Vives solo?— gracias cerebro, menuda pregunta más
estúpida.
—Sí, todo el bloque de apartamentos es mío pero yo vivo
solo y es el único con doble planta. ¿Por qué lo preguntas? ¿Te quieres venir a
vivir conmigo?— pregunta juguetón. Debe pensar que soy tonta de remate.
—No, solamente quiero conocerte mejor. Nos acostamos y no
sé nada de ti aunque tú si sabes cosas de mí.
— ¿Qué quieres saber? Pregunta y te responderé sin
problema.
— ¿Tienes pareja? Sé que después de acostarnos esta
pregunta como que no viene a cuento pero no quiero meterme en medio de una
relación ya sabes…
—No, no tengo y nunca me ha interesado tenerla. He tenido sexo, mucho sexo con muchas mujeres
pero nunca algo serio. Es más, eres la primera mujer a parte de mi tía Cora que
pisa mi casa—. Rodea mi cintura con sus fuertes brazos ahora desnudos. —Eres
especial para mí pero no puedo decirte porque. Tienes algo que me atrae como un
imán y ahora que te tengo no pienso soltarte hasta saber que siento por ti.
Asiento, sus palabras me han dejado un poco bloqueada, al
ver que no digo nada me deja sola y me trae algo de ropa, una camiseta suya y
un bóxer blanco. Me seco rápidamente y me lo pongo. Bajo las escaleras y le veo
en el sofá recogiendo unos papeles, me acerco y veo dibujos, montones de
dibujos. Pero uno en concreto llama mi atención, lo cojo y lo miro detenidamente.
Me quedo sin aire cuando me doy cuenta de que soy yo.
—Eres dibujante, deberías conocer a mi vecino y amigo
Mark. Dibuja muy bien, podríais ser grandes amigos seguro le caerías bien—me
mira extrañado, espero no haber dicho nada raro.
— ¿Mark no te ha dicho nada? Él y yo ya nos conocemos,
fuimos a la universidad juntos. No se fía de mis intenciones contigo así que
supongo que por eso no te lo ha dicho. Gracias a él te encontré en el bar y ese
es un favor que le deberé toda la vida.
— ¿Qué? No me lo puedo creer, confío en él y me engaña.
Maldito traidor, pero cuando le vea se va a enterar. Ese no sabe con quién se
ha metido, soy buena pero no tonta— coge mi camiseta, bueno su camiseta y tira
de mí hasta pegarme a su cuerpo.
—Tienes un carácter que nunca hubiese adivinado. Olvídate
de Mark y del mundo, pasemos la noche aquí juntos. Déjame demostrarte lo que
será despertar a mi lado y tal vez mañana estés atada a la cama para no poder
escapar de mí.
—No quiero escapar de ti— nos besamos apasionadamente,
sus manos bajan por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, las coge ambas con
posesión y me levanta sin esfuerzo. Yo enredo mis piernas alrededor de su
cintura y siento su erección contra mi sexo que en ese mismo instante se
empieza a humedecer. Hace un movimiento de caderas provocando más fricción
entre ambos y mi cabeza deja de funcionar en ese preciso momento.
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