lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 2

Ethan Parton
Termino de pasarme los botones de la camisa, cojo mis cosas y me las meto en los bolsillos del pantalón. Cuando estoy en la puerta de la habitación miro hacia la cama deshecha que tengo a mis espaldas. La chica del cabello rojo sigue dormida como si nada y yo lo prefiero así, mejor evitarnos este momento incómodo a ambos. No me molesto ni en dejarle mi tarjeta porque no tengo intención de volver a verla. Este tipo de relaciones de una sola noche tienen sus ventajas, no estoy en la obligación de dar explicaciones y no tengo porque cumplir con sus expectativas.
Salgo del hotel y el aparcacoches me da las llaves de mi Porsche Boxster color chocolate fundido, es una joyita pero yo estoy acostumbrado a trabajar con joyas. Acelero y voy directo a casa, necesito una ducha urgentemente. O tal vez cambie de idea y decida ir a la joyería Parton’s Diamond de la que soy dueño para trabajar un rato. Por ese motivo no consigo quitarme a las mujeres de encima aunque ninguna tiene nada interesante que aportarme.
En unos pocos minutos, llego al bloque de apartamentos donde se encuentra mi casa. El ático es mío, bueno en realidad todo el bloque me pertenece. En él vive mi familia: la planta baja pertenece a mi tía Cora, el segundo piso es de mi primo, amigo y socio, Nolan. Él y Cora, su madre, son la única familia que me queda.
Los tres apartamentos son igual de grandes, pero el mío tiene una terraza más amplia. Nunca traigo a nadie a mi casa, en especial a mujeres, soy muy celoso y protector con mi familia y por otra parte, si trajese a una chica, Cora Adams empezaría a pedirme que se la presentara y odio negarle algo a mi tía, ella es como mi madre.
Abro la puerta de mi casa, me quito la chaqueta del traje, voy deshaciéndome de la ropa y me meto en la ducha. Dejo que el agua caliente relaje todos los músculos de mi cuerpo, esto es lo que necesito.
Salgo de la reconfortante ducha, me enrollo una toalla a la cintura y observo mi reflejo en el espejo. Mis ojos azules están apagados, mi pelo castaño claro está totalmente desordenado y tengo una ligera barba de dos días. El sonido del timbre de la puerta me saca de mis cavilaciones. Hay pocas personas que puedan ser, en realidad solo dos. Abro y me encuentro con Nolan, él y yo somos dos polos opuestos, por ese motivo encajamos a la perfección. Si no fuese por él que lleva las cuentas de mi joyería, estaría perdido. Sus ojos negros me miran divertidos y enarca una ceja dejándome ver su sonrisa pícara, esa que vuelve locas a las mujeres. Sé que me debe haber visto llegar hace poco.
—Buenos días Ethan —me hago a un lado y le dejo entrar.
—Buenos días Nolan —respondo acercándome al sofá donde se ha sentado.
—Venga tío, ve a ponerte algo de ropa, ya sabes que no eres mi tipo.
Soltamos una carcajada y me dirijo a la habitación, hoy hace mucho calor, así que me pongo unos pantalones cortos. Estos los suelo usar para correr pero, para estar por casa también me sirven.
—Ya estoy, ¿ocurre algo? —es extraño que sea domingo y venga a estas horas de la mañana a buscarme.
—Mamá me ha mandado a recordarte que nos espera a comer —eso me hace sonreír, en realidad, Cora es su madre pero él dice que es la de los dos.
—No me lo perdería por nada del mundo ¿quieres algo de beber? —pregunto mientras voy de camino a la cocina.
— ¡Una cerveza! —grita desde el salón.
Cojo dos y regreso con Nolan. Veo que está mirando el cuaderno de dibujo donde yo mismo diseño las colecciones de joyas que fabricamos y vendemos. Esto es algo que pocos saben, la mayoría de gente cree que soy simplemente el que pone el dinero.
— ¿Nada nuevo? —pregunta cogiendo la cerveza que le tiendo.
—No, me he puesto muchas veces con ello. Necesitamos algo explosivo, novedoso; algo que sea como un soplo de aire fresco —digo volviendo a mirar mis diseños.
—La nueva colección de verano no debe tardar mucho en salir Ethan, eso siempre nos da ventaja sobre la competencia —sí, tiene razón, pero no consigo crear nada que me guste.
—Tranquilo Nolan, “Parton’s Diamond” seguirá siendo la mejor joyería de San Francisco —me dejo caer en el sofá y charlamos sobre otras cosas.
—Pronto voy a tener que hacer un viaje, hay una subasta de joyas valiosas muy pronto. Te pasaré un listado de todas las joyas que se subastarán, márcame las que quieres y lo que estás dispuesto a pagar por ellas para poder pujar —sonrío ante las palabras de mi amigo. Suelo comprar algunas joyas de coleccionista en este tipo de subastas que son totalmente legales para exponerlas en la joyería. Eso también es algo que nos hace diferentes, las buenas joyas son tan difíciles de encontrar como las buenas mujeres.
—Nolan, no importa el dinero, lo que te anote en la lista que quiero me lo tienes que conseguir a cualquier precio —ambos nos reímos y nos terminamos las cervezas.
—Ethan, será mejor que salgas a la calle en busca de inspiración. Los diseños no se harán solos —dice con una sonrisa petulante. Nos despedimos y quedamos en vernos luego en casa de la tía Cora para comer.
Decido hacerle caso, me pongo la camiseta de correr y las zapatillas de deporte, cojo un blog pequeño de dibujo y un lápiz, que me caben en el bolsillo, las llaves y el móvil. Salgo a correr por las soleadas calles de San Francisco. Después de un rato de correr, termino en el Golden Gate Park, un lugar lleno de inspiración. Aunque hoy la mía parece que no va a regresar a mí. Miro a mi alrededor y siento como el corazón empieza a latirme desbocado. Ahí, sentada sobre la hierba está la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida. Su cabello castaño ondea en el viento, su piel clara brilla bajo los rayos del sol, sus labios sonrosados esbozan una sonrisa que hace aletear mi corazón. Su rostro transmite tanta paz y tranquilidad. Paso mis ojos por todo su cuerpo, no es una modelo sino una chica con unas curvas endiabladamente sexys y sensuales. Siento como los pantalones de correr empiezan a oprimir la erección que empieza a crecer gracias a esa desconocida. Viste un vestido azul con flores que le queda perfecto, ella en sí es perfecta. No es una belleza artificial ni pretende llamar la atención con atuendos exclusivos y caros, solamente es ella misma. Es cómo un soplo de aire fresco. Eso me recuerda a la conversación que he tenido con Nolan, de repente ella abre sus ojos y unos hermosos y profundos ojos azules me observan. Son tan azules como el cielo que ahora mismo tengo sobre la cabeza, azules como el océano y transparentes como el agua más cristalina que nace en las montañas. En ese preciso momento, una idea acude a mi cabeza, casi sin dejar de mirarla saco el blog de dibujo y el lápiz. Empiezo a realizar trazos sobre el papel sin perder de vista el color de sus ojos; esos ojos solo pueden ser similares al color de una gema preciosa: topacio azul.
Cuando termino el primer dibujo, paso la hoja y empiezo a dibujar otro diseño diferente, cuando llegue a casa empezaré a pintar de azul gran parte de las joyas. Serán únicas, solamente tendrán topacio y diamantes, es una combinación perfecta, el azul del topacio como reflejo de esos hermosos ojos y el diamante como reflejo de su pureza y belleza. Levanto la vista para volver a fijarme en mi musa de pelo castaño pero no está. Con la mirada repaso todos los alrededores pero es como si se la hubiese tragado la tierra. Empiezo a correr y recorro todo el parque, no la he vuelto a ver. No sé dónde encontrarla ni si quiera su nombre.  Miro el reloj y veo que es casi hora de comer, la tía Cora se enfadará si llego tarde así que ha llegado el momento de regresar a casa.
Me doy de nuevo una ducha pero esta vez termino rápidamente, tengo en mente muchas ideas que necesito plasmar en el papel. Entro en mi despacho y empiezo a dibujar en hojas grandes todo lo que he dibujado en el parque, saco del primer cajón los colores y empiezo a pintar de azul cielo. El primer diseño es algo magnifico, algo que no pienso vender porque si alguna vez encuentro a esa chica, y no dejaré de buscarla hasta que lo logre, esta joya será suya. Es un anillo de platino con pequeños diamantes incrustados y dos corazones de topacio azul unidos.
Empiezo a dibujar, la recuerdo y las ideas se vuelven a agolpar en mi cabeza. Estoy tan concentrado que no me doy cuenta de que hay alguien conmigo hasta que una mano se posa en mi hombro.
—Tío, te estamos esperando para comer. Mamá me ha mandado a buscarte, he entrado con sus llaves —Cora es la única que tiene las llaves de mi casa. Nolan ha debido pensar que me he dormido o algo por el estilo porque ha venido personalmente.
—Podrías haberme llamado y hubiera bajado —le miro dejando los colores en su sitio.
—Te he llamado varias veces y mamá también te ha llamado y no has respondido. ¿Qué sucede? —cojo el móvil y veo todas las llamadas perdidas, estaba tan concentrado que no lo he escuchado.
—Mira esto Nolan, es la nueva colección. Quiero que me traigas de la subasta todas las joyas que tengan topacio azul y tráeme grandes cantidades de este topacio —me mira impresionado por los diseños, sé que le gustan aunque lo suyo son los números.
—Está bien, pero deberé pasar por Londres, el topacio azul solamente se encuentra en esa ciudad. ¿Cómo se llama esta nueva colección? —sonrío porqué sé el nombre que le voy a poner.
—Tus ojos azules —ambos sonreímos y sabemos que esto será un completo éxito.

Cuelgo el teléfono de lo más contento. Nolan tardará un par de días en regresar de Londres donde ha conseguido el topacio que yo quiero. También me ha informado que ha conseguido algunas joyas importantes que cumplen con el requisito de tener topacio azul. He vuelto todos los días a ese parque con la esperanza de encontrarla pero no he tenido suerte. Es como si se la hubiese tragado la tierra. Cierro los ojos y la veo, mis manos arden por acariciar su piel y mis labios por probar los suyos. Voy a contratar un detective privado o algo para encontrarla, necesito saber algo de ella o me volveré loco.
Termino de ponerme la corbata negra y la chaqueta del traje, voy a asistir a una fiesta con la intención de empezar a dar a conocer mi nueva colección. Los diseñadores de modas más famosos van a estar al igual que otros empresarios y empresarias dedicados al mundo de las joyas. Es solo algo de protocolo y hacer buenos contactos, voy a ser selectivo esta vez, para mí la colección “Tus ojos azules” es especial y no cualquiera la va a poder tener.
Le doy las llaves del coche al aparcacoches y voy a entrar al hotel donde se celebra esta fiesta. Es uno de los más conocidos de San Francisco, el Four Seasons. Como siempre, los fotógrafos y periodistas me detienen en la puerta y dejo que me hagan un par de fotos cuando por el rabillo del ojo veo a una chica salir del hotel con bastante prisa. Lleva unos pantalones cortos de color amarillo, unas sandalias azules y una camisa azul, pero lo que más llama mi atención es su rostro. Es ella, no me cabe la menor duda. Es la chica del parque, la musa de mi nueva colección. Termino con los periodistas y miro por donde ha salido ella, no la encuentro. Voy directo a recepción y pregunto por la chica que acaba de salir.
—Lo siento señor, pero no puedo darle esa información —esa vocecita me irrita.
—Necesito que me dé la información que le estoy pidiendo tan amablemente. De lo contrario deberé hablar con el director del hotel al que conozco perfectamente y al que le hice las alianzas de boda exclusivamente. Así que usted decide —le asusto a más no poder, al final no tiene más alternativa que ceder.
—Esa señorita ha venido a pagar la cuenta, ya no se hospeda aquí —joder lo mío es mala suerte.
—Deme algo, su nombre al menos —doy verdadera pena, suplicando por una mujer desconocida. No me he parado a pensar que tal vez no esté sola o incluso puede estar casada.
—Davis, Adele Davis, señor —Adele, su nombre le queda como un guante. Ya tengo nombre para la joya que no pienso vender por nada del mundo.
Aguanto el tipo durante toda la fiesta, solo quiero salir a buscar a esa chica, mi musa, mi Adele. Cuando puedo me largo de aquí, he hablado con viejos conocidos y con algunos diseñadores que están esperando ansiosos la nueva colección de verano, no les he dado más detalles, solo el nombre de la colección.  Tomo un camino diferente a casa, intento inútilmente encontrar a esa chica, es muy tarde y no estará por la calle pero la esperanza es lo último que se pierde.
Llego a casa pasadas las tres de la madrugada, al final no la he encontrado pero por lo menos sé su nombre. Me deshago del traje y me voy al despacho, enciendo el portátil y pongo su nombre en el buscador. Eso es algo inmaduro porque normalmente no todo el mundo sale en internet, pero me sorprendo al ver diferentes páginas web donde hablan de ella. O tal vez no sea ella y haya otra persona con el mismo nombre. Selecciono las imágenes y confirmo que es ella, la mayoría de las páginas son de literatura. Mi musa es escritora, es de Londres y tiene 24 años, para gran decepción mía no hay mucha más información personal, pero sí aparece su libro más vendido. Una novela romántica que arrasó hace un par de años: “El sabor de tus besos”. Entro en internet y compro un ejemplar de inmediato, así podré obtener más información sobre ella y seguramente habrá una pequeña biografía. Parezco un loco buscando información sobre la chica a la que estoy acosando. Creo que lo mejor que puedo hacer por el momento es acostarme, mañana tengo que ir a la joyería temprano, necesito un cuadro nuevo como carta de presentación de esta colección. Nunca lo he hecho pero conozco a la persona adecuada para ello, mi amigo y compañero de universidad Mark Steward. Si no fuese por los cuadros que le compro yo y mi tía Cora que adora sus paisajes el pobre se moriría de hambre, pero insiste en ser bohemio y eso hay que respetárselo.
Me dejo caer en la cama y los recuerdos de esa hermosa mujer, sus ojos azules, sus labios sonrosados y carnosos, su piel bañada por los rayos del sol… esta noche estoy soñando con ángeles y viviendo en el paraíso, a su lado.
***
Esta mañana soy yo el que está abriendo “Parton’s Diamond”, Nolan todavía no ha regresado de su viaje y los dependientes entran en unas horas a trabajar. Dejo encima del mostrador mi blog de dibujo donde tengo guardados todos los diseños de la nueva colección de topacio azul y el libro de mi chica escurridiza. Para mi mala suerte, no hay apenas biografía. Parece que es celosa con su intimidad al igual que yo. Debo saber si está con alguien, si está casada o prometida, necesito información y quiero encontrarla. Poder tenerla cara a cara y hablar con ella. Aunque debo admitir que es una buena escritora, se nota que pone mucho sentimiento, esta mañana he leído el primer capítulo y no está mal. Aunque la novela romántica no es lo que suelo leer, creo que esta novela sí la leeré entera. El sonido de la puerta de la tienda me saca de mis pensamientos, mi bohemio favorito acaba de hacer su aparición estelar.
—Buenos días Mark, parece que no has dormido demasiado —le tiendo el café que he comprado antes de venir a la joyería y él se deja caer en el sillón que hay cerca del mostrador.
—He estado toda la noche pintando, voy a hacer una exposición a la que estás invitado. Ven con la cartera llena y cómprame algún cuadro, no seas rácano que tienes pasta —ambos nos reímos porque siempre bromeamos con eso.
—Necesito que me hagas un cuadro especial, sabes que siempre me diseñas los carteles y demás pero esta vez quiero un cuadro, relacionado con mis diseños —le paso mi blog de dibujo y él ojea mis creaciones.
—Son muy buenas Ethan, se nota que estudiamos juntos —sonríe y me mira directamente — ¿Qué es lo que quieres exactamente? —directo al grano.
—Quiero un cuadro de una chica, pelo castaño y ojos azules, como el de las joyas. Que su pelo ondee en el viento y su piel esté bañada por el sol. No quiero que se vea el rostro, solamente los ojos. ¿Puedes hacerlo? —sé la respuesta antes de que la diga.
—Claro que sí, ¿tienes un dibujo más o menos de los ojos? O ¿tengo vía libre? —eso ni soñarlo. Cojo el blog de dibujo y le señalo la última página. Ahí pude plasmar los ojos de Adele. —Vaya, te lo has tomado muy en serio. Es muy expresiva y me suena su mirada. Me gusta mucho, ya sé cómo voy a hacer el cuadro.
— ¿Cuándo lo puedes tener?
—Dame una fecha tope y lo tendrás listo para anteayer
—Ya te avisaré, todo depende del viaje de Nolan
Se levanta dispuesto a irse, pero no voy  dejar que se lleve mi dibujo.
—Mark, hazle una foto con el móvil pero el dibujo no te lo puedes llevar —me mira sorprendido pero no pregunta nada. Hace una foto y deja el dibujo encima del mostrador. Se queda mirando el libro y luego me mira a mí.
—No sabía que te gustara esta escritora, la conozco si quieres te la presento — ¿qué? Acaba de decir que conoce a la chica que yo tanto he estado buscando, esto no puede ser.
—No me tomes el pelo Mark, ando buscándola desde hace días

—No te estoy engañando, yo mismo le conseguí el apartamento que hay frente al mío. Es Adele Davis ¿no? Te puedo llevar con ella ahora mismo si lo deseas.

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