martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 1

Ryan
Odio los lunes, otro día cualquiera en una vida de mierda. No hay ningún tipo de emoción a la que pueda agarrarme. Antes podía conducir, esa actividad tan mundana tenía su encanto porque  hacía que mi adrenalina estuviese por los aires y esa sensación combinada con el éxtasis en el que me envuelven las drogas, me hacía sentir vivo.  Pero para mí mala suerte, el día que más droga llevaba encima, hubo una redada policial donde solíamos hacer las carreras de coches. Sí, me quitaron el carnet y mi maravilloso padre dejó que pasara la noche en el calabozo.
Las noches de Chicago son aburridas, aunque mis amigos y yo solemos pasárnoslas en casa de Carter, sus padres siempre están viajando porque ambos son abogados conocidos internacionalmente. Allí organizamos nuestras fiestas privadas: alcohol, drogas y chicas. La última parte de estas fiestas me está empezando a aburrir, todas son más de lo mismo y solo buscan sexo rápido y fácil con un chico malo y adinerado.  Tengo que dejar de lado mis pensamientos porque mi madre no deja de llamar a la puerta de manera insistente. Eso me cabrea muchísimo, pero ahora mismo paso de otra discusión con mis padres. Después de las vacaciones de verano, en las que he estado vigilado las 24 horas del día por ellos, ya he tenido bastantes peleas al menos hasta que vuelva a meterme en un lío. Me rio en mi fuero interno, seguramente eso sucederá pronto.
Sin prestar demasiada atención a lo que hago me levanto mecánicamente de la cama, cojo la camisa que anoche dejé tirada por el suelo y me pongo los vaqueros rotos. Tomo la chaqueta de cuero negra, me paso las manos por mi cabello cobrizo y sin más cierro la puerta de habitación a mis espaldas.
Cuando llego a la cocina, mi hermana Aria ya está desayunando. Después de lo sucedido el verano pasado, me veo obligado a ir con ella al instituto porque no tengo coche. Mi hermana me mira y hace una mueca de disgusto al darse cuenta de que no me he molestado en arreglarme lo más mínimo para empezar el que será mi último curso en el instituto. Me siento sin decir nada, mi padre aparta ligeramente el periódico que cubre su rostro y me mira con el ceño fruncido, que les den a todos. Siento el móvil vibrar en el bolsillo de mi pantalón, lo saco y veo que Carter me ha mandado un whatsapp, sonrío sin poderlo evitar y empiezo a trazar en mi mente,  el plan de fuga para esta noche. Tiene mercancía nueva, alcohol y la casa para nosotros solos. Mi único problema es salir de esta casa sin que nadie se dé cuenta.
-¿Estás listo?- levanto la vista y veo a mi hermanita esperándome. Hago un gesto afirmativo con la cabeza y me levanto para seguirla.
-Compórtate Ryan, es lo único que te pido- la voz de mi padre interrumpe el hilo de mis pensamientos pero decido ignorarle. Al final tanto él como yo sabemos que el director le llamará cuando mis amigos y yo empecemos a hacer nuestra voluntad.
***
Aria estaciona su pequeño coche nuevo en el aparcamiento del instituto y veo el deportivo de Carter aunque antes puedo ver su enorme cuerpo. Luke ya está junto a él.
Salgo del coche y sin despedirme de mi hermana me dirijo hacia mis mejores amigos.
—Adiós Ryan —la oigo decir a mis espaldas. En algún tiempo, ella y yo estuvimos muy unidos. Suspiro y levanto la mano a modo de despedida. La veo por encima de mi hombro. Ella se acaba de encontrar con su amiga, la rubia empollona a la que ni mis amigos ni yo le caemos bien. Violet creo que se llama. La verdad es que no me importa, en este instituto ya conozco a todas las chicas y no hay nada especial.
—Qué suerte tienen algunos con chófer y todo —dice el idiota de Carter cuando sabe que ya estoy lo suficientemente cerca para poder escucharle.
—No te pases Carter —Luke es el más tranquilo de los tres, debe ser porque su padre es psicólogo o algo, no tengo ni idea. Luke sabe que aunque últimamente mi familia y yo no estamos para nada unidos, con mi hermana no se mete nadie.
—Eso Carter, vuelve a decir algo de mi hermana y te haré papilla —le doy un golpe en el hombro.
—Vale, vale. No volveré a hacer referencia a que el pobre Ryan no tiene coche. Bueno chicos, esta noche os espero en mi casa, ¿podrás venir? —pregunta mirándome con una ceja levantada. Nadie me impedirá que me divierta con mis amigos.
—Allí estaré Carter, no me lo perdería por nada del mundo —los tres rompemos a reír haciendo caso omiso al timbre que anuncia el inicio de las clases.
Nos encaminamos hacia dentro del edificio a paso lento, con un poco de suerte nos echarán y no tendremos porque entrar a clase.  Este último año, el director lo ha pensado mejor y nos ha puesto a cada uno en una clase diferente. Sonrío al recordar lo mal que lo pasó el año anterior al tenernos a Carter y a mí en la misma clase y compartiendo mesa en biología.
—Matemáticas, mi parada —dice Luke poniendo los ojos en blanco. Menuda cabronada un lunes empezar con matemáticas, aunque aquí no hay nada que sea interesante.
—¿Cuál es tu primera clase? —le pregunto a Carter.
—Biología, no es divertido sin ti compañero —golpeo con mi hombro el suyo y nos volvemos a reír. Los pasillos ya están vacíos y solamente se escuchan nuestras risas que retumban.
—A mí me toca literatura, con suerte podré dormir un poco —Carter se despide de mí y entra a su clase de manera escandalosa. Seguramente tiene la intención de que le manden a la sala de castigados.
Sonrío y siento mi móvil vibrar. Lo saco de mi bolsillo y veo un mensaje de mi madre. “Por favor Ryan, pórtate bien. Hazlo por mí”. Suspiro y lo vuelvo a guardar en el bolsillo de mis vaqueros rotos cuando algo choca contra mi pecho. Un montón de papeles esparcidos por el suelo y un pelo color miel es lo único que veo a mis pies.
—Lo siento —una dulce voz me toma por sorpresa y antes de que pueda pensarlo ya me encuentro arrodillado frente a ella ayudándola con todos esos papeles.
Nuestras manos chocan y levanto los ojos para poder mirarla. Una cara ovalada con unos labios sonrosados y unas gafas de pasta que ocultan unos ojos asustados. Tiene cara de ángel y yo sonrío para mis adentros al pensar que somos dos polos opuestos.
—Per…perdona, acabo de llegar y no miraba por donde iba. Lo siento —se levanta de repente después de tartamudear y se marcha rápidamente con la cabeza agachada.
Sigo de pie sin saber muy bien cómo reaccionar a lo que acaba de suceder. Parece que este año hay alguien nuevo, esto puede ser interesante. Ella es demasiado buena y tímida, no va a querer saber nada de ti chaval. Mi subconsciente consigue que la sonrisa se borre de mi rostro. Sacudo la cabeza para silenciarle y decido entrar a clase de literatura. La profesora me dirige una mirada reprobatoria pero no osa decirme ni una sola palabra, nadie suele enfrentarse a los chicos problemáticos.
Empieza la clase y yo desde mi asiento en la última fila recreo en mi mente el extraño encuentro en el pasillo de hace unos minutos. Cuando la puerta se abre y una chica tímida de pelo largo y gafas de pasta entra sin levantar la mirada.  Le muestra algo a la profesora y ella recorre con la mirada toda la clase hasta que se detiene en mí, lanza un suspiro y niega con la cabeza.
—Lo siento pero solo hay un sitio libre en la última fila, espero que no te importe —escucho que la profesora le dice a la pequeña ratoncita de biblioteca que se ha topado conmigo antes. Miro a mi alrededor y sonrío triunfante cuando compruebo que el único asiento libre está a mi lado. Ven con el gato ratoncito, pienso para mí mismo. 
Espero que levante la vista y me vea, que me reconozca y hacerla sonrojar. Pero no lo hace, eso me molesta. Se sienta a mi lado y deja despacio todas sus cosas encima de la mesa. Lanza un largo suspiro y entonces levanta la vista. Yo espero ansioso que mire hacia mí, pero no lo hace. Me ignora completamente y eso me cabrea cada vez más. Ignorando completamente las miradas de la profesora, me acerco un poco a ella para que me escuche.
—Antes no te has presentado, eso es de mala educación sobre todo después de haberme golpeado —digo y sonrío mientras veo sus mejillas encenderse en un brillante color rojo.
—Lo.. lo siento. Soy Judit —me tiende la mano tímidamente mirándome a los ojos nerviosa. Pobre ratoncita.
—Yo Ryan, un placer —ignorando su mano me acerco un poco más y beso su mejilla. Su corazón late desbocadamente y sonrío pero de repente ella se aparta y me mira mal.


Vaya, tiene un poco de carácter, sin duda este año promete ser muy  interesante. 



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