lunes, 27 de octubre de 2014

Comienzo

Las voces me siguen persiguiendo, ya no sé qué dirección tomar. La oscuridad es todo lo que me rodea y me siento demasiado solo. Debo admitir que las voces me hacen compañía aunque algunas veces dan escalofríos. No las reconozco y eso solamente consigue que me inquiete más.
Creo que lo que me ocurre es que me estoy volviendo loco, no le veo otra explicación razonable a lo que me sucede. Escucho voces, algunas veces tengo la sensación de que me tocan y no veo absolutamente nada.
Lo único que llega a mis sentidos es un aroma, un perfume que invade mi alrededor todos los días. Bueno o las noches, realmente no sabría definir el tiempo ahora mismo. Encerrado en mi propia oscuridad.
El sol, extraño mucho esa estrella enorme con su calor. Recuerdo cuando decidíamos ir a escalar mis amigos y yo. Creo que la última vez fue hace poco, una montaña bastante peligrosa pero como siempre decimos: “nos reímos en la cara del peligro”. Por algún motivo no recuerdo qué pasó ese día.
Sé que me puse el casco y todo el equipo que siempre utilizamos, comprobé las cuerdas y me dispuse a descender. Como siempre me tocaba ser el primero, así que sin pensarlo demasiado y sintiendo la adrenalina en mi organismo me lancé a ello. Después de eso… todo es oscuridad.
Siento otra vez el aroma del perfume, es afrutado y bastante refrescante. Y por primera vez en mucho tiempo, el silencio se rompe y siento un tacto que sí me parece familiar.
—Dicen que tienes unos ojos muy bonitos, espero verlos algún día —no reconozco la voz pero el contacto de su piel con la mía es algo electrizante. Siento que necesito salir de esta oscuridad, quiero saber a quién pertenece ese aroma que ha estado a mi lado. ¿Quién es la dueña de esa voz?
Abro los ojos y la luz me ciega, parpadeo rápidamente de manera repetida hasta que por fin consigo enfocar a la dueña de esas caricias. Miro a mi alrededor antes de intentar hablar con ella, no encuentro las palabras y es entonces cuando me doy cuenta del tubo que tengo en la boca.

—Bienvenido, has estado en coma unas semanas. Tienen razón, tienes unos ojos verdes preciosos —la enfermera se sonroja y se muerde el labio inferior, eso me hace sonreír. Ahora los recuerdos acuden a mi mente como flashes, recuerdo la cuerda al romperse y la enorme caída, los gritos de mis amigos y ya nada más. He vuelto a la vida, tengo otra oportunidad. Miro a la chica castaña que tengo al lado y tomo su mano entre las mías, esto es un nuevo comienzo. 

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