jueves, 30 de octubre de 2014

Intriga

Era la tarde de Halloween, Lucas estaba acostado en la cama de su dormitorio pensando en la fiesta de esa misma noche y en todas las chicas que iba a conocer. Le mandó un mensaje a su mejor amiga Sandra para acordar una hora a la que asistir juntos a dicha fiesta pero la respuesta de su amiga le sorprendió. Se conocían desde que tenían uso de razón y siempre lo hacían todo juntos.
“Estoy un poco liada pero iré a la fiesta, nos vemos allí”. Esas fueron las palabras de su amiga, ella había sido su confidente y ambos sabían más del otro que de ellos mismos.
Sin darle demasiadas vueltas, se levantó de la cama y sacó del armario su disfraz. Dejaría de ser un simple humano para convertirse en un vampiro, su madre había insistido en ese disfraz por ciertas películas de chupasangres que la tenían loca y él no se había podido negar. Pero por supuesto llevaba la capa de Drácula y la dentadura para poder morder algún que otro cuello, o eso esperaba y deseaba él.
Cuando llegó la hora de la fiesta, cogió el coche y fue directo pensando que su amiga ya estaría allí. Estacionó el coche y poniéndose las lentillas rojas, entró en la casa de su amigo, el organizador de dicha fiesta.
Bebió un par de cervezas y charló con todo el mundo pero algo le rondaba por la cabeza. No sabía nada de Sandra y eso le preocupaba. Sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, se giró y entonces la vio. Una morena de ojos verdes y un maquillaje increíble de esqueleto, con una camiseta y pantalones negros mostrando los huesos le miraba atentamente. Lucas le sonrió y se acercó a ella con total descaro.
—Buenas noches esqueleto —dijo el chico intentando sonar gracioso.
—Buenas noches Edward Cullen —ella sonrió por su comentario y él arrugó el ceño, ese tipo no le agradaba.
—Soy Drácula, el original. No esa imitación de chupasangre —el comentario hizo reír a la mujer esqueleto y Lucas no pudo evitar reírse con ella.
Ambos empezaron a charlar y reírse pero escondiéndose detrás de un disfraz con mucho maquillaje. Pero de repente, la chica esqueleto se levantó dispuesta a irse.
— ¿Me vas a dejar con la intriga de no saber tu nombre? —preguntó Lucas buscando cualquier excusa para volver a verla.
—Solo te intrigan los misterios y yo, no lo soy —le guiñó un ojo y fue directa a la puerta de salida donde desapareció. Él la siguió pero no la alcanzó.
— ¿Ya te vas? —la voz de su amiga Sandra le sobresaltó, la miró e iba vestida de negro con el rostro bastante blanco.
—Sí, ¿te vienes conmigo?
—Sí, podemos ver una película. ¿Una noche productiva?
—La verdad es que sí, he conocido a alguien que me ha robado el corazón —ella le sonrío aunque la alegría no le llegó a los ojos. Cuando él pasó por delante de ella para dirigirse al coche, ella lanzó la parte delantera de su disfraz junto con la toalla con la que se había quitado casi todo el maquillaje. Allí, tirados sobre el suelo quedaron los huesos de un esqueleto abandonados porque su dueña ya no los necesitaba.
Mientras en los labios de Lucas aparecía una sonrisa, por mucho que se escondiera detrás del maquillaje jamás sería capaz de olvidar esos ojos que le acompañan siempre. Esa mirada de su amiga Sandra que cada mañana le corta la respiración y que esa misma noche había dejado a Drácula totalmente enamorado.
—Sandra
— ¿Sí? —preguntó ella mirándole directamente a los ojos. Sin más, sintió las manos de Lucas en su rostro y sus labios contra los de él. Su mejor amigo la estaba besando y ella empezaba a comprender que no era la única que había estado escondiendo su corazón durante tantos años.

Porque cuando más cerca tenemos lo que ansiamos, menos lo vemos y no hay peor ciego que el que no quiere ver. 

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