Esta nueva sección se me ha ocurrido de repente y he decidido añadirla para dar a conocer algunos de los personajes masculinos que me han causado verdadera adicción. De esa manera también os animo a leer la historia de la que son protagonistas.
Empezaré dentro de poco, mi idea es un chico por semana pero depende del tiempo que tenga por supuesto.
Muchos besos y abrazos.
lunes, 29 de septiembre de 2014
viernes, 19 de septiembre de 2014
El amor
Esta pequeña entrada he decidido hacerla porque han llegado a mí frases e ideas que expondré a continuación y quería compartirlo y dedicarlo a dos personas muy importantes para mí. Esas personas saben quienes son ;) Y como estamos hablando de amor ¡Os quiero!
¿Qué es el amor? No voy a buscar una definición porque
cada uno concibe este sentimiento de una manera. Cada persona es un mundo y
dependiendo de lo que haya vivido verá el amor de una forma u otra.
A falta de definición voy a poner algunas frases que me
han impactado y me han ayudado a re-definir lo que yo entiendo por amor.
Un autor ha escrito: “Para mí el amor es como el aire”
Una persona escribió lo siguiente: “Ella mi hermana a la cual le agradezco cada uno de los
días de mi vida por tenerla a esta persona a mi lado, la cual me ayuda a seguir
adelante , la cual hace mis sueños realidad , la cual mueve cielo y tierra para
que yo consiga mi objetivo , la que puede tranquilizar me en mis peores
momentos, en los que me hace reír cuando estoy mal , la que me compra cosas ,
la que me aconseja cuando tengo varios problemas y sabe lo que debo hacer para
no pegarme el golpe más fuerte.
A la cual le doy gracias por estar ahí todos y cada uno de los días que intenta hacerme sacar una de mis mejores sonrisas, de decir me buenos días pequeña de Todo! Ahora en este momento no sé qué haría sin ti, porque tú eres una gran parte de mi vida por no decir entera, y espero que dure mucho. Hoy quiero agradecerte todo y cada una de las cosas que has hecho por mí y espero que yo pueda ayudarte en todo lo que sea necesario”
A la cual le doy gracias por estar ahí todos y cada uno de los días que intenta hacerme sacar una de mis mejores sonrisas, de decir me buenos días pequeña de Todo! Ahora en este momento no sé qué haría sin ti, porque tú eres una gran parte de mi vida por no decir entera, y espero que dure mucho. Hoy quiero agradecerte todo y cada una de las cosas que has hecho por mí y espero que yo pueda ayudarte en todo lo que sea necesario”
Una escritora me ha enseñado que dejar ir a la persona amada
por su bien, también es amor.
Ahora os pregunto a vosotros y vosotras, queridos/as
lectores/as. ¿Qué es para vosotr@s el amor?
Para mí el amor es un sentimiento que algunas veces es
efímero y otras puede ser para toda la vida. No estoy loca por decir que el
amor es efímero porque realmente lo creo así. Podemos estar enamorados de
alguien y por razones que cada uno se puede imaginar al tiempo enamorarnos de
otra persona. Ese amor es efímero.
Pero hay un amor que nunca se acaba, un amor que es eterno.
No hago referencia al amor romántico, aunque también creo que al encontrar a
esa persona que nos hace sentir únicos y especiales podemos convertir ese amor
en uno que dure toda la vida. Dicho esto, ahora mismo voy a dejar de lado el
amor romántico que todos más o menos entendemos. Y voy a hablar del amor entre
hermanos, ese al igual que el amor que tiene una madre por sus hijos nunca se
termina. Los hermanos peleamos, reñimos y nos tiramos de los pelos. Nos insultamos
pero también nos damos cariño, besos y ánimos. Los hermanos son esas personas que
siempre van a estar ahí en lo bueno y en lo malo, cuando estemos sanos y cuando
estemos enfermos. Siempre que necesitemos algo vamos a poder contar con ellos. Así
que para los que adoran a sus hermanos y hermanas, hacédselo saber porque como
ya dije en una ocasión, la vida es muy corta y debemos ver lo realmente
importante que tenemos y exprimirlo al máximo.
Después de los hermanos están los amigos, que son esos
hermanos que podemos elegir. Nos sucederá lo mismo que con los hermanos de
sangre o de adopción porque hoy en día hay muchos tipos de familias. Nos pelearemos
con ellos, veremos sus defectos pero aun así les querremos. Porque al fin y al
cabo son la familia que sí podemos elegir y en el momento en que conocemos a un
amigo y al cabo de los años se convierte en nuestro mejor amigo, ese que tiene
un lugar especial en nuestro corazón, ya somos como hermanos de sangre.
Una frase típica que me gusta mucho es esa de “el amor no
tiene edad” creo que es totalmente cierta. Porque queremos a nuestros hermanos
y hermanas pero no tenemos la misma edad, o somos mayores o menores que ellos
pero no por eso les queremos menos. A nuestros padres también les queremos y
son mayores que nosotros obviamente. Con los amigos nos pasa lo mismo, podemos
tener la misma edad pero en muchos casos no es así. Y en cuanto a nuestra
pareja pues será de la misma o de diferente edad. Pero sea como sea, el amor es amor.
También hay un amor del que nos solemos olvidar porque no nos
dice que nos quiere o que nos apoya o que siempre estará con nosotros. Y es el
amor por nosotros mismos o el amor propio. Ese es el principal que debemos
sentir. Todos tenemos sueños y la persona que más va a estar ahí para que los
podamos cumplir vamos a ser nosotros mismos.
Como escritora de romántica que soy (o al menos lo intento)
creo en el amor de pareja y en el amor para toda la vida por supuesto. Si no
fuese así sería una hipócrita al escribir las historias que escribo. Pero al
mismo tiempo sé que el amor por nosotros mismos tenemos que tenerlo presente
porque para poder demostrarle a una persona que la amas primero te tienes que
amar a ti.
Y termino esto diciendo que el amor es un sentimiento bonito
que por supuesto podemos encontrar a nuestra media naranja y ser felices para
toda la vida (como se suele decir) pero también pienso que es importante
conocer que estamos rodeados de amor y de gente que nos ama y no sabemos
valorarlo hasta que por desgracia lo perdemos.
Así que vamos a darle alas al amor y disfrutemos de la vida,
porque visto lo visto, el amor es el motor para que sigamos día a día con
nuestra vida.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Una noche. Deseada
Información: Después
de su exitosa trilogía “Mi hombre”, esta autora regresa con una trilogía nueva.
“Una noche. Deseada” es la
primera novela de la trilogía. Un erótico romance que no deja a nadie
indiferente.
Una noche. Deseada
Una noche. Traicionada
Una noche. Enamorada
El primer libro de la
trilogía ya lo podemos adquirir, el segundo saldrá el día 21 de Octubre y el
tercero no he encontrado fecha de publicación (espero que no tengamos que
esperar demasiado).
Sinopsis
Olivia lo siente nada más entra en la
cafetería. Es absolutamente imponente, con una mirada azul tan penetrante
que casi se distrae al tomar nota de su pedido. Cuando se marcha, cree que
no lo volverá a ver jamás, hasta que descubre la nota que le ha dejado en
la servilleta, firmada «M».
Todo lo que él quiere es una noche para adorarla. Sin resentimientos, sin compromiso, sólo placer sin límites. Olivia y Miller. Miller y Olivia. Opuestos como el día y la noche, y aun así tan necesarios el uno para el otro. Él es distante, desagradable y misterioso: sabe siempre lo que quiere y la quiere a ella. Ella es dulce y atenta, una mujer joven de hoy en día que se hace a sí misma y debe encontrar las respuestas a los interrogantes de la vida y de las relaciones a medida que los vive. Quiere ser feliz y amada, pero cuando Miller entra en su vida se da cuenta de que ha perdido el control sobre sí misma y sucumbe a la pasión desenfrenada que nace entre ellos dos. ¿Debe escuchar a su corazón o a la razón?
Todo lo que él quiere es una noche para adorarla. Sin resentimientos, sin compromiso, sólo placer sin límites. Olivia y Miller. Miller y Olivia. Opuestos como el día y la noche, y aun así tan necesarios el uno para el otro. Él es distante, desagradable y misterioso: sabe siempre lo que quiere y la quiere a ella. Ella es dulce y atenta, una mujer joven de hoy en día que se hace a sí misma y debe encontrar las respuestas a los interrogantes de la vida y de las relaciones a medida que los vive. Quiere ser feliz y amada, pero cuando Miller entra en su vida se da cuenta de que ha perdido el control sobre sí misma y sucumbe a la pasión desenfrenada que nace entre ellos dos. ¿Debe escuchar a su corazón o a la razón?
Opinión
Este
libro lo esperaba con verdaderas ganas ya que después de leer “Mi hombre” esta
autora me atrapó y para qué negarlo, dejó el listón bastante alto con Jesse
Ward. (Si no habéis leído esta trilogía os la recomiendo).
Esta
historia me ha atrapado desde la primera página sin exagerar, no he podido
soltarlo hasta terminarlo y cuando lo he hecho me que querido tirar de los
pelos. Porque el final es simplemente… guau.
Si
no os gusta esperar para poder seguir con la historia os recomiendo esperar,
pero si no podéis igual que yo lanzaros porque de verdad sorprende muchísimo.
Los
dos personajes principales han pasado por cosas bastante fuertes y lo llevan
dentro, son totalmente diferentes en cuanto a caracteres. “M” no quiere
comprometerse sentimentalmente y así se lo hace saber a Livy. En cambio ella
quiere lo contrario. No voy a dar más información porque si no os arruinaría la
historia…
Pero
lo más sorprendente sucede casi al final de la novela, como siempre la autora
le da un giro de 180º que produce en el lector estupefacción total. Tuve que
leer esa parte dos veces para terminar de creérmelo.
Si
os gusta el romance con erotismo, mucho erotismo. Personajes complejos pero
bien conseguidos y con una buena historia atrapante donde luego os quedaréis
con la boca abierta… tenéis que leerla.
Ella
es una chica sencilla y normal con la que fácilmente cualquiera mujer se puede
identificar. Tiene miedos al igual que todos los tenemos y quién parece no
tenerlos resulta que es el que más teme. Hasta aquí voy a leer, no me matéis.
Creo
que sigo impactada y no me salen las palabras. Así que voy a terminar diciendo
que merece la pena, que os la recomiendo a no ser que prefiráis leer las
trilogías de un solo tirón. Yo es que soy demasiado curiosa como para esperar y
una fanática de los libros así que necesito leerlos al instante.
Porque
el misterioso y enigmático M os atrapará y no os dejará alejaros de él ni un solo
milímetro y creedme que vale la pena estar pegada a este hombre que iréis
descubriendo a lo largo de la historia. Porque las cosas no siempre son lo que
parecen ser.
Sinopsis
Adele Davis, una escritora londinense llena de sueños y
esperanzas. Con una vida perfecta, una boda a la vuelta de la esquina y un futuro muy prometedor, irán a pique después
de ver como su mundo se desmorona y ver
que no puede hacer nada por impedirlo…
Ethan Parton, dueño de una de las joyerías más
importantes de San Francisco (California), rodeado siempre de buena compañía
aunque nadie lo conoce en realidad. Su mayor joya es aquella que nunca nadie ha
podido alcanzar, su corazón.
Dos personas totalmente diferentes, separadas por el
océano. Sus caminos difícilmente se pueden cruzar, ¿o no?
Prefacio
Cojo el cuadro que acabo de comprar. Si mi padre me viera
comprando arte en las calles de París se moriría de un ataque al corazón. Miro
a mi alrededor y me siento en casa. Hay personas leyendo en las librerías
ambulantes que hay alrededor del río Sena, otros se dedican a pintar o hacer
fotografías de todo a su alrededor.
En un principio no tenía pensado quedarme mucho tiempo
pero, está ciudad me ha hechizado por completo aunque solamente llevo aquí un
par de días. Por suerte mi hermano Quique me convenció de hacer este viaje con
mi otro hermano Carlos y Vanessa. Ellos están aquí por trabajo y yo estoy
ansiosa de que Quique llegue esta noche de Valencia. Seguro que esta ciudad
también le inspira para escribir sus novelas o desempolvar de nuevo su cámara
de fotos. Creo que por eso mi hermano Carlos ha insistido tanto en que vengamos
los dos.
Escucho las campanas sonar, marcan la hora. Miro mi reloj
de pulsera, ese que acabo de comprar de una parada ambulante y que me ha
enamorado a primera vista. Muchas personas dirán que no es bonito y que es
vulgar pero lo bonito lo lleva dentro.
Es hora de comer así que voy dirección al otro lado del río Sena. Allí
es donde mi hermano mayor ha quedado en esperarme para que comamos juntos, con
un poco de suerte no tiene demasiado trabajo y podemos pasar un rato juntos.
Veo como los focos, las telas y las veinte personas con
cables y cámaras invaden gran parte de
la calle. La sesión de fotos de la empresa de mi padre se iba a celebrar en la
calle, cosa que acabo de descubrir. Me acerco y veo a varias modelos mirarme
verdaderamente mal. Sí, mi aspecto no es como el de ellas pero yo lo sé y lo
acepto. Soy como soy y eso no se puede cambiar.
Todas se colocan para posar ignorándome, cosa a la que
estoy totalmente acostumbrada. Entonces le veo, mis ojos quedan atrapados por
unos ojos azules hermosos. Son los ojos más claros que he visto en mi vida y el
chico es el más atractivo del mundo. Dudo sinceramente que sea real, tal vez me
ha bajado la presión y me lo estoy imaginando. Es rubio, con el pelo
ligeramente desordenado, un mentón masculino y una mirada penetrante. Me mira y
enarca una ceja, a mí se me queda la saliva pegada a la garganta y tengo que
toser para poder respirar tranquila. Las modelos que están posando con él me
miran, me sonrojo y todos a mi alrededor empiezan a reír. El chico rubio
también lo hace y sé que soy la causa de sus risas. Me volteo para salir
corriendo de allí y veo mi imagen reflejada en el escaparate de una tienda de
ropa carísima.
Eres horrible Alma, este no es tu lugar. Escondo mi
rostro tras mi pelo castaño y con la mirada clavada en el suelo intento hacerme
pequeña y desaparecer. Ojalá la tierra me trague o fuese invisible para que el
dios rubio no me hubiese visto y no se hubiese reído de mí. Por muy lejos que
me vaya, esto nunca va a cambiar.
Sinopsis
Cuando uno se mira en el espejo lo que ve es el reflejo
de su cuerpo, pero un simple espejo no puede reflejar lo que ese cuerpo guarda
dentro del alma. Muchas veces el exterior es más bonito que el interior y otras
muchas veces, la situación es a la inversa.
En un mundo donde lo más importante es lo que hay fuera,
Alma se siente perdida y fuera de lugar. Con un interior lleno de cosas bonitas
por dar a conocer, nadie quiere prestarle atención a causa de su físico. Pero
ella tiene claro que la belleza que importa se encuentra en el interior.
En cambio, para Marco la belleza física es muy
importante. Piensa que sin eso no se tiene nada. Se ha dejado arrastrar por el
mundo frívolo de los modelos y las pasarelas, dedicándose por completo a su
cuerpo y olvidándose de su alma y su corazón.
Capítulo 1
Primer capítulo de esta historia, contiene escenas no aptas para menores de edad... ¡A disfrutar de este misterioso hombre!
David
Jones
Londres
Me dejo caer sobre el sillón de cuero negro que tengo
detrás del escritorio de madera oscura, mientras lanzo la chaqueta del traje
negro de Armani sobre el sofá.
Esta noche será una de las mejores, por fin va a entrar
un gran cargamento de mercancía dándonos el control absoluto del mercado negro.
Estar al mando de la mayor red de traficantes de Europa es el sueño de
cualquier miembro de la mafia, pero por suerte para mí, ser el jefe de la mafia
londinense me da una gran ventaja. Se han oído algunos rumores de que nuestra
competencia puede estar planeando un sabotaje pero confío plenamente en mis
hombres. Esta noche todo será perfecto.
Llaman a la puerta y miro como Charlie, mi hombre de
confianza entra a mi despacho. Debe ser importante para interrumpir mis pensamientos
y el regocijo que tenía con el éxito que vamos a conseguir.
—Señor…— ese tono no me gusta para nada.
— ¿Qué ocurre? Si me traes malas noticias pagarás por
ello y ya sabes que no me ando con chiquitas. Hoy no estoy de humor para
complicaciones.
—Han visto merodeando por Londres a los hombres de Götz.
¿Quiere que les busquemos?— ese maldito alemán lo único que sabe hacer es
tocarme las pelotas. Y me estoy cansando de esta situación.
—No, es nuestro territorio así que dudo que intente hacer
algo por su propio bien. De todas maneras si hay algún movimiento extraño
avisadme de inmediato—le hago un gesto con la cabeza para que se largue. Sale
del despacho sin decir nada más.
Aunque había pensado no trabajar hoy para estar
descansado, tengo que revisar el correo. Enciendo el ordenador y el móvil
empieza a sonar. Miro la pantalla iluminarse y cuando aparece el nombre pongo
los ojos en blanco. Esta mujer no entiende que el sexo no significa que vaya a
casarme con ella. Decido ignorar su
llamada pero ella sigue insistiendo, así que finalmente, harto de escuchar la
dichosa melodía que tengo cuando ella me llama. Respondo al móvil de mala gana.
— ¿Qué quieres? Sabes que soy un hombre ocupado así que
más vale que sea algo realmente importante o me voy a cabrear muchísimo—ni
siquiera me esfuerzo por ser simpático, yo no lo soy normalmente así que no
tengo porque serlo y menos con ella. Confirma mi idea de que todas las mujeres
son iguales, las tengo a montones pero por supuesto también tengo dinero a
montones. Eso es lo que les llama la atención.
—No es necesario que me trates así amor, esperaba que
tuvieras un rato para pasarlo conmigo. Ya sabes que siempre lo pasamos muy bien
juntos…—escuchar su voz me pone los pelos de punta. Detesto a esta mujer pero
soy un hombre que tiene sus necesidades.
—Hablo como me da la gana y no, no tengo tiempo para ti.
Así que no me molestes. Si estás caliente búscate a otro, tengo cosas más
importantes que hacer— la oigo resoplar molesta, sin esperar respuesta cuelgo y
pongo en silencio el móvil. Seguramente insistirá pero me da igual, esta noche
será una gran noche. Y no la voy a lanzar por la borda solo por un par de
piernas bonitas.
Me froto los ojos con las manos, un ligero dolor de
cabeza empieza a taladrarme la sien. Lo que me faltaba. Escucho de nuevo la puerta
abrirse pero no presto atención, seguramente será de nuevo Charlie. Pero de
repente, cuando tomo aire el aroma a perfume francés invade mis fosas nasales.
Levanto la mirada y veo a Amelie con sus andares de gata dirigirse hacia mí.
Todavía no tengo claro que ha venido a hacer a Londres, es la dueña de París.
—He oído que estás muy tenso mon amour. Yo puedo relajarte como a ti te gusta…— la sigo con la
mirada hasta que está parada a mi lado. Aparto la silla del escritorio
dejándole espacio delante de mí. Amelie, sin pensarlo demasiado se sienta en mi
regazo y empieza a rozarse contra mí como una verdadera gata en celo.
—Tienes razón, estoy muy tenso.
—Entonces deja que te calme amour, solo yo sé lo que necesitas aunque también sé que tienes una
mujer en cada lugar. No soy celosa pero me encanta hacerte sentir mejor— roza
su sexo contra el mío. Empieza a besar mi cuello y desabrochar mi camisa
blanca. Cierro los ojos intentando concentrarme pero no puedo, necesito estar
relajado para la operación que se llevará a cabo esta noche así que lo que me
ofrece mi querida parisina Amelie es lo que necesito.
La tomo por la cintura y de un solo movimiento la siento
sobre el escritorio, me coloco entre sus piernas y tiro de su cabello negro
para tener su garganta a mi alcance. Muerdo suavemente su cuello, mientras mi
mano libre sube por su muslo levantándole también el vestido negro.
—Esto es lo que buscabas al venir a Londres ¿verdad?—
ella gime incapaz de pronunciar ni una sola palabra. En este justo momento, el
animal que llevo dentro se apodera de todo mi ser buscando la liberación que
tanto necesito. De un solo tirón rompo sus bragas cosa que a Amelie la excita
mucho más. Saco mi erección de los pantalones del traje y sin más dilación, de
una sola estocada la penetro. Ella grita y se deja caer sobre el escritorio, yo
sonrío triunfante.
Empiezo a moverme rápido, sin piedad. Ella grita y clava
las uñas en mis antebrazos, con todo el cuerpo temblando se incorpora y desliza
mi camisa por mis hombros. Esta cae al suelo.
Amelie enreda sus dedos en mi pelo he intenta besarme, yo
me aparto y la tomo por el pelo.
—Mon amour,
encajamos a la perfección. Me encanta que me poseas y me hagas tuya— sonrío de
lado, la mirada que le dirijo es fría y despiadada. No soy un romántico y nunca
lo seré, eso no va conmigo.
—Tú al igual que las otras, siempre os entregáis a mí sin
ningún tipo de problema. En cambio, yo jamás me entregare a nadie. Si buscas
una pareja y fidelidad en este despacho no la vas a encontrar. Pero si solo quieres
alguien que te folle, estás en el sitio indicado— con esas palabras y dos
estocadas profundas, ambos estallamos en un orgasmo que la deja con el cuerpo
laxo y a mí más relajado que antes.
Vuelvo a guardar mi miembro en mis pantalones y me separo
del escritorio. Recojo la camisa del suelo y me la pongo. Amelie se acomoda
sobre sus codos y me mira con una sonrisa satisfecha.
—Eres un animal David— su voz es ronca y entrecortada. Le
hago mi sonrisa más traviesa, no me ha dicho nada que no sepa.
—Pero tú siempre estás dispuesta a abrirte de piernas
para mí. No te noto disgustada. Ahora te agradecería que te largases, tengo
cosas que hacer— digo frío mientras me meto la camisa por dentro del pantalón.
Ella se baja del a mesa de mala gana y bastante enfurruñada sale del despacho
cerrando de un portazo.
Sé que las utilizo y luego me deshago de ellas, pero
siempre vuelven. Bueno, no todas. Pero a las que les gusta que les caliente lo
que tienen entre las piernas no se lo piensan demasiados. Se sienten ultrajadas
los cinco minutos después del orgasmo, en los que esperan besos y caricias. No
soy ni seré nunca un caballero y no les miento al respecto, por eso siempre
vuelven a por más.
Miro mi Rolex y veo que casi es la hora, mis hombres
deben estar esperándome. Me coloco la chaqueta del traje, abro el primer cajón
donde guardo el arma y después de comprobar que está cargada y en buenas
condiciones me la escondo en la parte trasera del pantalón.
Unos nudillos golpean suavemente la puerta de mi despacho
en el mismo momento que la abro para salir. Charlie me espera con su semblante
serio, está concentrado tal como le he pedido. Sabe que esto es importante para
todos y como mi mano derecha dará lo mejor de él. Golpeo su hombro con
camaradería.
— ¿Todo listo Charlie?
—Sí señor, los hombres están preparados. Todo está bien
planificado y no habrá contratiempos.
—Eso espero— ambos nos dirigimos hacia el subterráneo de
la casa. Esta casa enorme es también
nuestro centro de operaciones. Desde el centro de Londres lo controlo todo
porque esta ciudad me pertenece únicamente a mí.
Las furgonetas negras están listas para ir a recibir la
mercancía al puerto. Pero antes que nada, necesito motivar a mis hombres.
Charlie está a mi lado y todos nos miran esperando las últimas indicaciones.
—Chicos, si todo va bien esta noche… todas las mujeres de
Londres se postrarán ante vuestros pies y podréis disfrutar de ellas como
gustéis. Así que cuando antes terminemos con el trabajo antes podréis celebrar este
triunfo— todos se emocionan. Conozco a todas las dueñas de los lugares que
visitan los londinenses para encontrarse con prostitutas. Hay bastantes
prostíbulos y en todos tengo algo que ver, así que la promesa que les hago a
mis hombres la cumpliré sin ningún tipo de problema. Al fin y al cabo las
mujeres son eso, objetos que podemos desechar y utilizar a nuestro antojo.
Porque ellas cuando se cansan de nosotros nos dejan tirados, por eso hay que
enseñarles quién manda desde el principio.
Todos suben a las camionetas negras, yo subo al Mercedes
negro y Charlie conduce. Confío totalmente en él así que todo irá como la seda.
— ¿Has sabido algo más del maldito alemán y sus perros
falderos?—pregunto sin apartar la vista de la carretera. La niebla de Londres lo empieza a envolver
todo.
—No, han estado tranquilos— su tono de voz no me gusta
demasiado así que me vuelvo para mirarle.
—Suéltalo Charlie o te saldrá una maldita ulcera— digo
contrariado por su actitud.
—No me fio de que estén tan tranquilos con esto que nos
traemos entre manos. Si ese cargamento que es tuyo, por supuesto, llega a tus
manos ellos saldrán perjudicados. Los alemanes no son tan pacíficos David y tú
eso lo sabes mejor que nadie…
—Lo sé, pero si se mete en mi camino le mataré con una bala
en la cabeza.
Dejamos de hablar y vuelvo a centrarme en la carretera,
ahora no es tiempo de pensar en Götz y sus hombres.
Sin apenas darme cuenta, ya estamos en el puerto y de
momento todo va perfectamente.
Hoy, la noche está de lo más tranquila y, mis hombres
están más que involucrados en esta misión ya que si todo sale bien van a poder
disfrutar de una gran fiesta por todo lo alto. Creo que lo que más les
entusiasma es la idea de tener a muchas mujeres con las que pasar la noche.
La primera caja de cargamento toca tierra y me acerco a
inspeccionar que todo sea correcto.
Debo admitir que
algo me huele mal aquí, soy desconfiado y tengo una corazonada aunque la gran
mayoría de gente piensa que ese órgano lo perdí hace tiempo y pienso que tienen
razón. No siento amor ni compasión por nadie.
Miro el barco
donde se encuentra toda mi mercancía y parece desierto, dirijo mi mano derecha
hacia la parte trasera de mi pantalón donde tengo bien guardada mi pistola.
El sonido de disparos empieza a rodearme pero no soy
capaz de ver con tanta oscuridad. Corro a resguardarme entre los barcos que hay
amarrados y veo por el camino a algunos de mis hombres en el suelo, unos
malheridos y otros muertos.
Joder, esto es una puta pesadilla. Me repito una y otra
vez mientras disparo esperando que mi buena puntería no me haya abandonado y
pueda salir de esta. Sin duda, me han tendido una emboscada.
Busco a Charlie entre los hombres que hay en el suelo
pero de repente siento unos pasos detrás de mí, sin pensarlo dos veces me
vuelvo apuntando con el arma a quién quiera que sea pero siento como la bala
pasa a través de mi brazo derecho haciendo que mi pistola caiga a las
profundidades del mar. Mi espalda golpea duramente contra el frio suelo del
puerto de Londres, no veo al hombre que me ha disparado, lo último que mis ojos
ven es el cielo encapotado tan característico de mi ciudad. Antes de que un pañuelo blanco me cubra la
nariz y el cloroformo me deje fuera de combate, los ojos azules del perro
alemán que tanto me toca los cojones sonríen ante mi derrota. Es un cobarte, no
se ha atrevido a enfrentarse a mí cara a
cara por eso ha utilizado este somnífero, así será más fácil deshacerse de mí.
Pero no soy una presa fácil y mucho menos delante del alemán me voy a dejar
vencer. Haciendo un enorme esfuerzo
consigo mover mis labios.
—Eres un maldito hijo de puta Götz, esta me la vas a
pagar— me propina una patada en mis costillas y me doblo de dolor. El muy hijo
de perra se aprovecha de que estoy herido y medio dormido por el cloroformo.
Los párpados me pesan y su carcajada hace que mi sangre hierva.
—Nos vemos en el infierno David, seguro estarás al lado
derecho de Satanás— me apunta y el sonido del disparo al impactar contra mi
pecho es lo último que siento antes de desfallecer.
Te veo

Unos creen en el
cielo, otros en el infierno. Hay quién cree en un Dios o incluso en una vida
después de la muerte.
Pero no hay forma de
saber qué hay cuando llega el fin ¿o sí?
***
Las paredes blancas ya son tan conocidas por mí que
prácticamente las siento como mi casa. El olor a hospital ya no me hace
estremecer, simplemente me he acostumbrado. Paseo por estos largos pasillos
llenos de carritos con diferente material médico. Juraría que conozco a todos
los trabajadores, tanto médicos como enfermeras y el resto de personal del
hospital.
Me acerco a la habitación a la que tanto he intentado no
venir. Pero llegados a este punto ya no
hay marcha atrás. Nadia Gómez a sus solo dieciséis años ha pasado más tiempo en
este hospital que en su casa, eso es lo que tenemos en común. Este lugar es
nuestra segunda casa.
Su corazón siempre ha sido débil, desde que respiró por
primera vez en este mundo y estalló en un horrible llanto. De repente dejó de
llorar y los médicos temieron por su vida. Ahí fue donde le diagnosticaron
problemas en el corazón. Su ritmo cardíaco no es normal, para no sentirse mal,
ella misma dice que su corazón late enamorado constantemente. Pero eso le
provoca ataques de ansiedad y nerviosismo. Esta parte prefiere callarla para no
asustar a sus padres, ellos son las únicas personas que están a su
alrededor.
Veo acercarse al médico que la ha atendido durante toda
la vida, su pelo blanco y sus gafas redondas le hacen diferente al resto. Su
ceño está fruncido y como siempre va leyendo una carpeta de historial médico.
Sé perfectamente de quién se trata pues en el dorso de la carpeta hay una
etiqueta con el nombre del paciente: Nadia Gómez. El rostro del médico no
parece esperanzador, la enfermera que sale de la habitación de Nadia le mira a
los ojos y veo como él niega con la cabeza. No puede ser, parece que esta vez
no hay esperanza para ella.
Las tripas se me revuelven solamente de pensarlo.
Siguiendo al médico me acerco a la puerta, está entre abierta y veo como ella
está dormida. Parece tranquila, su cabello castaño cae como una cascada sobre
la almohada. No puedo ver sus ojos castaños, cuando los ilumina la luz del sol
parecen miel pero aquí dentro el sol entra poco. La luz artificial lo único que
consigue es apagarlos.
No puedo evitar escuchar lo que el médico tiene que
decirles a los padres de Nadia.
—Doctor, ¿nos la podemos llevar a casa ya?— la madre
solamente quiere salir de este lugar que tantos malos recuerdos le trae.
—Lo siento pero creo que eso no va a ser posible. No les
traigo buenas noticias señores Gómez— la madre empieza a llorar y su marido la
abraza fuerte con los ojos empañados en lágrimas.
— ¿Qué ocurre? ¿Nadia está peor?
—Esta vez no creo que Nadia pase la noche. Su corazón se
ha debilitado mucho y después de aguantar dieciséis años ya no soportará una
operación más. Podemos arriesgarnos si ustedes así lo quieren pero hay muchas
posibilidades de que la perdamos en la mesa de operaciones—los ojos castaños de
Nadia se abren justo en ese momento. Mira al médico y a sus padres, pero luego
fija su mirada en mí. Sus ojos castaños
golpean con los míos verdes y de nuevo el estómago se me contrae. Nadie me
había mirado así jamás y siento muchas emociones agolpándose en mi interior.
—Nadia, ¿estás bien cariño?— pregunta su padre, haciendo
que nuestra conexión se rompa.
—Os he escuchado. No quiero operarme, llevo años
esperando esto. Estoy cansada de veros sufrir, de ver que no hay solución
y estamos alargando lo inevitable. Mi
corazón ya no aguanta más, dejemos que descanse tranquilo.
Sus padres la miran llenos de pena y tristeza, el médico
decide dejarles solos pues es lo mejor. Yo me alejo, necesito aire para poder
pensar.
Sin apenas darme cuenta estoy en la azotea del hospital,
el sol se está escondiendo para dejar que la luna ilumine las sombras de la
noche. Entre las que me encuentro yo, las conozco a todas. También están los
monstruos que aprovechan la noche para hacer sus fechorías y cumplir sus sueños
más perversos. Asesinos, maltratadores, violadores y la lista es muy larga.
Como viven en la noche, se esconden tras la oscuridad para que la muerte no les
alcance.
La rabia me invade al pensar en esas personas que merecen
morir más que ninguna otra, en cambio son los inocentes los que mueren. En un
accidente provocado por un conductor borracho, es la familia que ocupa el otro
vehículo quién muere. El borracho sale sano y salvo y normalmente sin recibir
ningún castigo. Si la justicia estuviese en mis manos…
Muevo la cabeza alejando esos pensamientos cuando antes,
no quiero cometer ninguna locura, no me lo puedo permitir. Nadia vuelve a mi
mente, la he visto siempre enferma. Ella no me ha visto a mí nunca pero siempre
he estado a su lado, cuando la veo me siento… diferente. No puedo creer que
vaya a dejar de existir, que nunca más la pueda volver a ver. Porque sin poderlo
evitar, me he enamorado de esa chica enfermiza que siempre intenta tener una
sonrisa en la boca. Ha luchado para que su corazón siguiera latiendo tantas
veces que he perdido la cuenta.
Hoy hay luna llena y algo me dice que esta noche
ocurrirán muchas cosas y no todas buenas por supuesto. Porque siempre hay una
de cal y otra de arena. Dejo escapar un
suspiro y vuelvo por los pasillos hasta la puerta de la habitación de Nadia.
Sus padres han ido a la cafetería así que aprovecho para entrar.
Tiene la vista fija en la luna, no hay lágrimas en sus
ojos. Está serena y tranquila. Se vuelve y me ve, de nuevo sus ojos impactan en
los míos y el estómago se me revuelve. Me acerco lentamente y acerco mi mano
para acariciar su rostro. Cuando lo hago ella cierra los ojos y posa su mano
sobre la mía.
El momento de la despedida se acerca, ambos lo sabemos. Vuelve
a abrir los ojos y me mira con una ligera sonrisa en los labios.
—Te veo— me dice en un susurro.
—Lo sé, ¿desde cuándo?— pregunto curioso. No sabía que me
había visto pero por la manera en la que lo ha dicho no es la primera vez que
se fija en mí.
—La primera vez fue cuando tenía seis años, justo en esta
misma habitación. Tú ya estabas aquí– aprieta mi mano y me sorprendo por todas
las veces que la he observado y acariciado sin saber que ella me había visto
antes. —¿Cuál es tu nombre?— tomo aire, ha llegado el momento.
—Death— sonríe abiertamente y se levanta de la cama sin
soltar mi mano.
—Has tardado demasiado en venir a buscarme. Te he
esperado durante tanto tiempo. Pero tengo miedo— acaricio su rostro y la acerco
a mí. Veo el miedo y todas las preguntas que tiene reflejados en sus ojos. Esos
que a la luz de la luna brillan más que nunca. Sin poderlo evitar la abrazo,
llevo años deseando hacerlo pero nunca me he atrevido porque sé lo que
significa.
—Tranquila, conmigo nada malo te pasará. Yo cuidaré de
ti— la tomo de la mano y sin más, estamos en la azotea mirando la luna llena.
La miro y ella me está mirando fijamente. No siente miedo por mí siente miedo
por no saber qué va a suceder. La incertidumbre provoca ese sentimiento en las
personas, pero es una valiente.
—Death, bésame— acaricio su rostro sin dejar de mirarla a
los ojos.
— ¿Estás segura?—asiente.
—Sí, quiero dejarme ir contigo. Ser libre por fin sin
preocuparme de mi corazón, ese que desde hace años te pertenece y estaba
esperando que vinieses a por él.
Junto mi frente con la de ella dejando escapar un
suspiro. Yo también he querido besar esos labios desde hace tanto tiempo que
casi he perdido la cuenta. Sus manos pasean por mi rostro apartándome la
capucha negra que siempre me cubre, pasa sus manos por mi pelo dorado y las
deja en mi cuello. Ha llegado el momento.
— ¿Qué hay al otro lado Death?
—Es algo que debes descubrir por ti misma, pero no te
preocupes. No pienso soltarte de la mano.
Y suavemente junto mis labios con los suyos. Una suave
brisa nos envuelve y la luna como siempre me acompaña en este camino. He dado
el beso de la muerte a la única persona que no lo merece, a la que no se lo
quería dar pero a la que después de tanto sufrimiento, le hacía falta.
Nos separamos lentamente y una enorme sonrisa ilumina su
rostro, tomo su mano y entrelazamos nuestros dedos. También sonrío cuando la
miro. Echando la vista atrás ahí está Nadia, en esa cama blanca de hospital.
Con el cabello castaño cayendo sobre la almohada. Parece dormida pero su
corazón ha dejado de latir aunque en su rostro hay una ligera sonrisa. En
cambio, la Nadia que yo tengo cogida de la mano es una persona libre con una
enorme sonrisa y dispuesta a descubrir que hay más allá.
Empezamos a andar hacia la brillante luz, con paso firme
y sabiendo que aunque muchas veces parezca el final solamente es el inicio de otra
cosa.
Venimos al mundo para irnos en algún momento, he
repartido besos a jóvenes, niños, ancianos y adultos. A personas buenas y
malas, a personas enfermas y sanas.
Pero siempre las tomo de la mano para acompañarlas a
descubrir que les espera al otro lado de la luz. Ese es mi trabajo, eso es lo
que soy. No soy un ángel de la guarda pero siempre te acompaño. No me tengas
miedo, no soy cruel al contrario amo a las personas y no les ofrezco un final,
les ofrezco la paz tomados de mi mano, porque yo… soy la muerte.
El hombre de la noche

Voy de camino al trabajo, hoy será un día duro en el
restaurante. Todo Asturias está de celebración y el restaurante donde trabajo
es el que mejor hace los platos típicos de estas tierras; callos a la
asturiana, churrasco y no puedo olvidarme del queso artesano tan importante.
Soy el ayudante del cocinero desde hace mucho tiempo y sé que el día de hoy
será de locos.
Empiezo a ayudar a mi jefe Paco con las mesas y toda la
organización de la cocina. A la hora de la comida empieza a entrar gente.
—Vamos Gabriel, es el momento de la verdad— mi jefe
golpea suavemente mi hombro y yo asiento con una gran sonrisa, me encanta mi
trabajo sobretodo porque veo a muchísima gente. Interactuar con ellos es lo más
maravilloso que existe: ancianos, adultos y niños son mis clientes habituales.
Paso todo el día entre gente y cuando me necesitan en la
cocina ayudo sin ningún tipo de problema.
Respiro hondo, estoy cansado ya que no duermo mucho
últimamente desde que la voz de mi cabeza no deja de hablar. La mantengo
alejada todo el día pero cuando el sol se esconde esa horripilante voz vuelve a
la carga y mi cabeza se llena de ideas que me ponen los pelos de punta. Es una
voz siniestra, con algo maligno y que lleva conmigo desde que tengo uso de
razón.
— ¡Gabriel!— el grito de mi jefe, me hace volver a la
realidad. Miro mi mano y veo como tengo fuertemente el mango del cuchillo. Lo
suelto de repente y le miro sin saber muy bien que me ha pasado.
— ¿Qué ocurre?
—No sé dónde andas pero espabila, es la hora de la cena y
esto está lleno— asiento y termino de picar las verduras. Luego salgo para
atender mesas y miro por la ventana, el sol se ha escondido y ahora la
oscuridad invade las calles de Oviedo. Solamente las noches como la de hoy
trabajo por la noche, no quiero estar cerca de gente cuando la voz empieza a
resonar en mi cabeza, pero esta noche no lo he podido impedir.
Niego lentamente con la cabeza, si me mantengo ocupado la
mantendré a raya o al menos eso es de lo que intento convencerme. Entro al
comedor que está a rebosar de familias, parejas y grupos de amigos. Los gritos
de los niños llegan a mis oídos y un dolor punzante empieza a martillearme la
cabeza. Todo se empieza a mover a mi alrededor y necesito apoyarme en la barra
para no caerme. Tomo aire y me dispongo a hacer mi trabajo. Voz mantente
alejada esta noche, por favor; murmuro para mis adentros.
Me acerco a la mesa donde está una familia con varios
niños, dibujo en mi rostro una sonrisa simpática y les atiendo. Miro a la mujer
que está intentando dormir al niño que se niega a cerrar sus ojos. La mujer
obligándole a estar acostado empieza a cantarle suavemente una nana que conozco
a la perfección.
—Duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y se te
llevará— la voz dulce de la mujer invita a quedarse dormido, pero el niño
insiste en mantener los ojos abiertos. Al fondo de mi cabeza, empiezo a
escuchar el susurro de la voz. Se acerca, ya viene y no lo voy a poder evitar.
Sin dejar de sonreír me alejo, dejo el pedido en la cocina y entro al baño
cerrando la puerta con pestillo.
Miro mi rostro en el espejo, mis ojos están muy abiertos
y respiro rápida y entrecortadamente. Necesito mantener alejada esa voz que me
atormenta y me persigue, esa que me obliga a hacer cosas que no quiero hacer.
Abro el grifo y me humedezco el rostro con agua fría, aunque la temperatura
aquí no es elevada la necesito para alejar la voz lo más rápido que pueda y lo
más al fondo de mi cerebro. Dejo escapar un suspiro y miro de nuevo mi reflejo
en el espejo, una sonrisa que antes no tenía en el rostro ahora está, mis ojos
azules ahora están oscuros y son totalmente negros. En ese instante lo sé, esta
vez la voz que escucho es la mía no la suya.
—Mala suerte Gabriel, por las noches me toca a mí salir a
dar un paseo. Adoro a los niños que no quieren dormir, los que no quieren soñar
merecen vivir una pesadilla— una risa oscura y malvada sale del fondo de mi
garganta. Ahora no es mi garganta ni mi cuerpo, ahora es el suyo. Yo he pasado
a ser la simple voz del fondo del cerebro.
— ¡Detente por favor! no lo hagas…— intento gritarle a
esa voz que ahora es dueña de mi cuerpo.
— ¡Cállate!— siento como soy lanzado hasta el fondo de un
lugar oscuro no sé si es el subconsciente o simplemente el rincón de mi mente
donde lo olvido todo, solo sé que ya no soy dueño ni de mi cuerpo ni de mi
mente…
***
Entro a la cocina de nuevo, el idiota del jefe de Gabriel
me mira con el ceño fruncido, ve algo en mí que le indica que no debe hacerse
mi enemigo o le irá muy mal. Cojo el enorme cuchillo que utiliza para cortar la
carne, está tan afilado que es capaz de despedazar un animal haciendo astillas
todos sus huesos. Las comisuras de mis labios se curvan, imaginar el rojo de la
sangre incrementa mi buen humor.
Lo dejo en un lugar seguro, un lugar donde luego lo puedo
venir a buscar. Salgo al comedor y miro a mi alrededor, tantas personas y
tantas posibles víctimas. Ahora la voz de Gabriel no me molesta, es tan
estúpido que se deja intimidar con gran facilidad.
Paso mi oscura mirada por todas y cada una de las
personas que hay aquí esta noche, memorizo sus rostros tranquilos y sin temer a
la oscuridad. Son unos ingenuos, deben temer a aquello que no pueden ver y por
las noches, entre las sombras y la oscuridad, no se ve nada.
—Gabriel, ve a esa mesa a llevarles la cuenta— la chica
rubia de la barra me hace perder el hilo de mis pensamientos. Me vuelvo hacia
ella que se sobresalta cuando ve mi rostro. Sí, no soy Gabriel. Por suerte no
creo que se haya dado cuenta de eso, solo piensa en el dinero que va a ganar
trabajando aquí para poderse comprar esos caros zapatos que tanto le gustan. La
avaricia siempre pierde a las personas, el querer tener más posesiones
materiales y no valorar lo importante que no se puede tocar pero sí ver, no
valorar los sueños que tienen. Por eso me gusta castigar a los que no quieren
soñar haciéndoles vivir una pesadilla y esa pesadilla, lo que más temen en el
mundo… soy yo.
—Por supuesto— cojo el pequeño papel y lo llevo a la
mesa. Hay una niña dormida, en cambio el niño se niega a dormir—. La cuenta—
digo tendiéndole el papel al hombre. Saca la cartera y deposita un billete
encima de la cuenta. Ni siquiera me mira, ignora todo a su alrededor. En
cambio, el niño sí me mira atentamente. Yo le miro de la misma manera y me
acerco a él—. ¿No tienes sueño?
—No quiero dormir.
—El coco te llevará si no eres buen chico y duermes— digo
suavemente intentando que mi voz no suene como realmente es, oscura y
tenebrosa.
—No creo en el coco porque soy mayor, tengo seis años.
Eso es una mentira— sonrío sin poderlo evitar. Las personas no creen en las
leyendas, no creen en lo que no pueden ver o a veces creen en las cosas
equivocadas. Esta noche será muy larga e interesante para mí.
La familia sale del restaurante, miro a mi alrededor y
toda la gente se ha ido. Cansados de esta maldita festividad que cada año
solamente les trae desgracias.
Entro a la cocina, cojo el cuchillo que había dejado previamente
y me dirijo hacia la puerta trasera. La oscuridad es mi aliada, mi libertad y
mi fiel amiga. Voy por la ciudad sin un rumbo fijo, realmente sí que sé dónde
voy a ir pero tengo que esperar. A mis oídos llega la nana que tantas veces he
escuchado, esa que hace hervir mi sangre.
“Duérmete niño,
duérmete ya, que viene el Coco y se te llevará”
Cambio de rumbo rápidamente, sigo la voz que ha llegado a
mis oídos y ahí está. Por la ventana veo a una pequeña niña haciéndose la
dormida pero con intención de quedarse despierta para poder jugar. Eso no se
hace pequeña. Cuando la oscuridad invade su habitación me deslizo
silenciosamente por la ventana, antes de que pueda reaccionar, la niña me está
mirando y mi sonrisa se hace más grande. Ella abre los ojos asustada pero ahora
es demasiado tarde… ya te tengo entre mis manos.
Al mirarme a los ojos fijamente, los suyos se cierran
lentamente. La tomo entre mis brazos y entre la oscuridad me pierdo con ella. A
medida que avanza la noche, los niños que van cayendo en mis manos van
aumentando.
Vuelvo a retomar mi camino hacia donde debo ir, por fin
la oscuridad rodea la casa. Entro por la ventana y subo a la planta de arriba.
De inmediato veo la habitación del pequeño niño que no teme al Coco. No cree en
las fantasías ni en las pesadillas pero yo le voy a demostrar lo equivocado que
está.
El niño me mira sorprendido pero no asustado, eso hace
que la necesidad de tenerlo en mi poder sea mayor.
— ¿Quién eres?— pregunta mientras me acerco a él.
—Soy el Coco y he venido a llevarte conmigo— nos miramos
a los ojos fijamente y al igual que la niña, los suyos se cierran dejándolo
completamente indefenso entre mis manos.
Abro la puerta del cobertizo de Gabriel, este tipo es
demasiado ordenado para mi gusto. Dejo el cuerpo del niño al lado del de la
niña y otros pequeños que se han negado a dormir esta noche. Todos están
inconscientes gracias a que he podido entrar en sus mentes.
Saco el cuchillo que he tomado prestado del restaurante y
empiezo a mirar a los pequeños fijamente decidiendo quién va a ser el primero.
Les dejo ir despertándose lentamente, el primero en abrir los ojos me mira y
sin más dejo que la hoja afilada del cuchillo penetre en su cuello, la sangre
me salpica y yo sonrío satisfecho, esto es lo que hago y lo que necesito para
sobrevivir.
Uno a uno van despertando y asustados, mirándome se dan
cuenta de lo que sucede. El miedo, la impotencia y ser su peor pesadilla me da
vida y poder.
El suelo de madera se va empapando de sangre fresca, los
cinco niños que yacen muertos a mis pies empiezan a perder su calor. Respiro
profundamente dejando que el olor a sangre y muerte invada mi cuerpo. Es la
sensación más reconfortante que conozco.
Solo queda un niño, el que no le teme al Coco y no cree
en esas cosas. Voy a disfrutar enormemente con él porque va a conocer realmente
al hombre en la oscuridad, al Coco.
Abre sus ojos verdes y me mira, mira a su alrededor y se
asusta.
—Quiero irme a mi casa.
—Mira bien a tu alrededor, ahora está será tu casa.
Y con una sonrisa, el cuchillo empieza a pasar por la
piel del pequeño rasgando todo a su paso. El cuerpo muerto cae sobre los otros.
Ahora sí, seis cuerpos sin vida están a mis pies, la sangre inunda el lugar y
yo sonrío satisfecho por mi obra.
Como cada noche, salgo a por los infantes que no quieren
dormir invocado por el canto de los adultos. Ellos me dan la vida y yo se la
quito.
Los primeros rayos de sol empiezan a entrar por la
ventana, la oscuridad me ha abandonado y tengo que dejar regresar a Gabriel.
Nadie dudará del bueno de Gabriel, el joven solidario y simpático que ayuda a
todos. Es un ser frágil del que me he podido adueñar sin dificultad, no sabe ni
quién soy en realidad y nunca lo sabrá. Yo soy aquél al que llaman el Coco, que
todos los niños temen y que los mayores invocan sin darse cuenta.
Entono la nana que me cantan mientras paso mi mirada
nuevamente por el suelo empapado de sangre, todavía está caliente y los cuerpos
de los niños se enfrían lentamente. Sonrío y me regodeo en mi triunfo.
—Duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y se te
llevará…
Nunca sabrán que ha ocurrido con estos niños, nunca sabrán que sucedió
esta noche al igual que tantas otras y, esta pesadilla no ha hecho más que
empezar.
Relatos cortos
Aquí escribiré relatos que al contrario que mis otras obras intentaré que no sean de romance ( aunque es lo que se me da mejor) así iré probando cosas nuevas. Que estoy encantada de compartir con todos vosotros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)