lunes, 29 de septiembre de 2014

Hombres adictivos

Esta nueva sección se me ha ocurrido de repente y he decidido añadirla para dar a conocer algunos de los personajes masculinos que me han causado verdadera adicción. De esa manera también os animo a leer la historia de la que son protagonistas.
Empezaré dentro de poco, mi idea es un chico por semana pero depende del tiempo que tenga por supuesto.
 Muchos besos y abrazos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El amor

Esta pequeña entrada he decidido hacerla porque han llegado a mí frases e ideas que expondré a continuación y quería compartirlo y dedicarlo a dos personas muy importantes para mí. Esas personas saben quienes son ;)  Y como estamos hablando de amor ¡Os quiero!



¿Qué es el amor? No voy a buscar una definición porque cada uno concibe este sentimiento de una manera. Cada persona es un mundo y dependiendo de lo que haya vivido verá el amor de una forma u otra.
A falta de definición voy a poner algunas frases que me han impactado y me han ayudado a re-definir lo que yo entiendo por amor.
Un autor ha escrito: “Para mí el amor es como el aire”
Una persona escribió lo siguiente: Ella mi hermana a la cual le agradezco cada uno de los días de mi vida por tenerla a esta persona a mi lado, la cual me ayuda a seguir adelante , la cual hace mis sueños realidad , la cual mueve cielo y tierra para que yo consiga mi objetivo , la que puede tranquilizar me en mis peores momentos, en los que me hace reír cuando estoy mal , la que me compra cosas , la que me aconseja cuando tengo varios problemas y sabe lo que debo hacer para no pegarme el golpe más fuerte.
A la cual le doy gracias por estar ahí todos y cada uno de los días que intenta hacerme sacar una de mis mejores sonrisas, de decir me buenos días pequeña de Todo! Ahora en este momento no sé qué haría sin ti, porque tú eres una gran parte de mi vida por no decir entera, y espero que dure mucho. Hoy quiero agradecerte todo y cada una de las cosas que has hecho por mí y espero que yo pueda ayudarte en todo lo que sea necesario”
Una escritora me ha enseñado que dejar ir a la persona amada por su bien, también es amor.
Ahora os pregunto a vosotros y vosotras, queridos/as lectores/as. ¿Qué es para vosotr@s el amor?
Para mí el amor es un sentimiento que algunas veces es efímero y otras puede ser para toda la vida. No estoy loca por decir que el amor es efímero porque realmente lo creo así. Podemos estar enamorados de alguien y por razones que cada uno se puede imaginar al tiempo enamorarnos de otra persona. Ese amor es efímero.
Pero hay un amor que nunca se acaba, un amor que es eterno. No hago referencia al amor romántico, aunque también creo que al encontrar a esa persona que nos hace sentir únicos y especiales podemos convertir ese amor en uno que dure toda la vida. Dicho esto, ahora mismo voy a dejar de lado el amor romántico que todos más o menos entendemos. Y voy a hablar del amor entre hermanos, ese al igual que el amor que tiene una madre por sus hijos nunca se termina. Los hermanos peleamos, reñimos y nos tiramos de los pelos. Nos insultamos pero también nos damos cariño, besos y ánimos. Los hermanos son esas personas que siempre van a estar ahí en lo bueno y en lo malo, cuando estemos sanos y cuando estemos enfermos. Siempre que necesitemos algo vamos a poder contar con ellos. Así que para los que adoran a sus hermanos y hermanas, hacédselo saber porque como ya dije en una ocasión, la vida es muy corta y debemos ver lo realmente importante que tenemos y exprimirlo al máximo.
Después de los hermanos están los amigos, que son esos hermanos que podemos elegir. Nos sucederá lo mismo que con los hermanos de sangre o de adopción porque hoy en día hay muchos tipos de familias. Nos pelearemos con ellos, veremos sus defectos pero aun así les querremos. Porque al fin y al cabo son la familia que sí podemos elegir y en el momento en que conocemos a un amigo y al cabo de los años se convierte en nuestro mejor amigo, ese que tiene un lugar especial en nuestro corazón, ya somos como hermanos de sangre.
Una frase típica que me gusta mucho es esa de “el amor no tiene edad” creo que es totalmente cierta. Porque queremos a nuestros hermanos y hermanas pero no tenemos la misma edad, o somos mayores o menores que ellos pero no por eso les queremos menos. A nuestros padres también les queremos y son mayores que nosotros obviamente. Con los amigos nos pasa lo mismo, podemos tener la misma edad pero en muchos casos no es así. Y en cuanto a nuestra pareja pues será de la misma o de diferente edad.  Pero sea como sea, el amor es amor.
También hay un amor del que nos solemos olvidar porque no nos dice que nos quiere o que nos apoya o que siempre estará con nosotros. Y es el amor por nosotros mismos o el amor propio. Ese es el principal que debemos sentir. Todos tenemos sueños y la persona que más va a estar ahí para que los podamos cumplir vamos a ser nosotros mismos.
Como escritora de romántica que soy (o al menos lo intento) creo en el amor de pareja y en el amor para toda la vida por supuesto. Si no fuese así sería una hipócrita al escribir las historias que escribo. Pero al mismo tiempo sé que el amor por nosotros mismos tenemos que tenerlo presente porque para poder demostrarle a una persona que la amas primero te tienes que amar a ti.
Y termino esto diciendo que el amor es un sentimiento bonito que por supuesto podemos encontrar a nuestra media naranja y ser felices para toda la vida (como se suele decir) pero también pienso que es importante conocer que estamos rodeados de amor y de gente que nos ama y no sabemos valorarlo hasta que por desgracia lo perdemos.

Así que vamos a darle alas al amor y disfrutemos de la vida, porque visto lo visto, el amor es el motor para que sigamos día a día con nuestra vida. 


jueves, 18 de septiembre de 2014

Una noche. Deseada

Autora: Jodi Ellen Malpas
Información: Después de su exitosa trilogía “Mi hombre”, esta autora regresa con una trilogía nueva.
“Una noche. Deseada” es la primera novela de la trilogía. Un erótico romance que no deja a nadie indiferente.
Una noche. Deseada
Una noche. Traicionada
Una noche. Enamorada
El primer libro de la trilogía ya lo podemos adquirir, el segundo saldrá el día 21 de Octubre y el tercero no he encontrado fecha de publicación (espero que no tengamos que esperar demasiado).
Sinopsis
Olivia lo siente nada más entra en la cafetería. Es absolutamente imponente, con una mirada azul tan penetrante que casi se distrae al tomar nota de su pedido. Cuando se marcha, cree que no lo volverá a ver jamás, hasta que descubre la nota que le ha dejado en la servilleta, firmada «M».
Todo lo que él quiere es una noche para adorarla. Sin resentimientos, sin compromiso, sólo placer sin límites. Olivia y Miller. Miller y Olivia. Opuestos como el día y la noche, y aun así tan necesarios el uno para el otro. Él es distante, desagradable y misterioso: sabe siempre lo que quiere y la quiere a ella. Ella es dulce y atenta, una mujer joven de hoy en día que se hace a sí misma y debe encontrar las respuestas a los interrogantes de la vida y de las relaciones a medida que los vive. Quiere ser feliz y amada, pero cuando Miller entra en su vida se da cuenta de que ha perdido el control sobre sí misma y sucumbe a la pasión desenfrenada que nace entre ellos dos. ¿Debe escuchar a su corazón o a la razón?
Opinión
Este libro lo esperaba con verdaderas ganas ya que después de leer “Mi hombre” esta autora me atrapó y para qué negarlo, dejó el listón bastante alto con Jesse Ward. (Si no habéis leído esta trilogía os la recomiendo).
Esta historia me ha atrapado desde la primera página sin exagerar, no he podido soltarlo hasta terminarlo y cuando lo he hecho me que querido tirar de los pelos. Porque el final es simplemente… guau.
Si no os gusta esperar para poder seguir con la historia os recomiendo esperar, pero si no podéis igual que yo lanzaros porque de verdad sorprende muchísimo.
Los dos personajes principales han pasado por cosas bastante fuertes y lo llevan dentro, son totalmente diferentes en cuanto a caracteres. “M” no quiere comprometerse sentimentalmente y así se lo hace saber a Livy. En cambio ella quiere lo contrario. No voy a dar más información porque si no os arruinaría la historia…
Pero lo más sorprendente sucede casi al final de la novela, como siempre la autora le da un giro de 180º que produce en el lector estupefacción total. Tuve que leer esa parte dos veces para terminar de creérmelo.
Si os gusta el romance con erotismo, mucho erotismo. Personajes complejos pero bien conseguidos y con una buena historia atrapante donde luego os quedaréis con la boca abierta… tenéis que leerla.
Ella es una chica sencilla y normal con la que fácilmente cualquiera mujer se puede identificar. Tiene miedos al igual que todos los tenemos y quién parece no tenerlos resulta que es el que más teme. Hasta aquí voy a leer, no me matéis.
Creo que sigo impactada y no me salen las palabras. Así que voy a terminar diciendo que merece la pena, que os la recomiendo a no ser que prefiráis leer las trilogías de un solo tirón. Yo es que soy demasiado curiosa como para esperar y una fanática de los libros así que necesito leerlos al instante.

Porque el misterioso y enigmático M os atrapará y no os dejará alejaros de él ni un solo milímetro y creedme que vale la pena estar pegada a este hombre que iréis descubriendo a lo largo de la historia. Porque las cosas no siempre son lo que parecen ser.


Sinopsis

Adele Davis, una escritora londinense llena de sueños y esperanzas. Con una vida perfecta, una boda a la vuelta de la esquina y  un futuro muy prometedor, irán a pique después de ver como  su mundo se desmorona y ver que no puede hacer nada por impedirlo…
Ethan Parton, dueño de una de las joyerías más importantes de San Francisco (California), rodeado siempre de buena compañía aunque nadie lo conoce en realidad. Su mayor joya es aquella que nunca nadie ha podido alcanzar, su corazón.

Dos personas totalmente diferentes, separadas por el océano. Sus caminos difícilmente se pueden cruzar, ¿o no?


Prefacio

Cojo el cuadro que acabo de comprar. Si mi padre me viera comprando arte en las calles de París se moriría de un ataque al corazón. Miro a mi alrededor y me siento en casa. Hay personas leyendo en las librerías ambulantes que hay alrededor del río Sena, otros se dedican a pintar o hacer fotografías de todo a su alrededor.
En un principio no tenía pensado quedarme mucho tiempo pero, está ciudad me ha hechizado por completo aunque solamente llevo aquí un par de días. Por suerte mi hermano Quique me convenció de hacer este viaje con mi otro hermano Carlos y Vanessa. Ellos están aquí por trabajo y yo estoy ansiosa de que Quique llegue esta noche de Valencia. Seguro que esta ciudad también le inspira para escribir sus novelas o desempolvar de nuevo su cámara de fotos. Creo que por eso mi hermano Carlos ha insistido tanto en que vengamos los dos.
Escucho las campanas sonar, marcan la hora. Miro mi reloj de pulsera, ese que acabo de comprar de una parada ambulante y que me ha enamorado a primera vista. Muchas personas dirán que no es bonito y que es vulgar pero lo bonito lo lleva dentro.  Es hora de comer así que voy dirección al otro lado del río Sena. Allí es donde mi hermano mayor ha quedado en esperarme para que comamos juntos, con un poco de suerte no tiene demasiado trabajo y podemos pasar un rato juntos.
Veo como los focos, las telas y las veinte personas con cables y cámaras invaden  gran parte de la calle. La sesión de fotos de la empresa de mi padre se iba a celebrar en la calle, cosa que acabo de descubrir. Me acerco y veo a varias modelos mirarme verdaderamente mal. Sí, mi aspecto no es como el de ellas pero yo lo sé y lo acepto. Soy como soy y eso no se puede cambiar. 
Todas se colocan para posar ignorándome, cosa a la que estoy totalmente acostumbrada. Entonces le veo, mis ojos quedan atrapados por unos ojos azules hermosos. Son los ojos más claros que he visto en mi vida y el chico es el más atractivo del mundo. Dudo sinceramente que sea real, tal vez me ha bajado la presión y me lo estoy imaginando. Es rubio, con el pelo ligeramente desordenado, un mentón masculino y una mirada penetrante. Me mira y enarca una ceja, a mí se me queda la saliva pegada a la garganta y tengo que toser para poder respirar tranquila. Las modelos que están posando con él me miran, me sonrojo y todos a mi alrededor empiezan a reír. El chico rubio también lo hace y sé que soy la causa de sus risas. Me volteo para salir corriendo de allí y veo mi imagen reflejada en el escaparate de una tienda de ropa carísima.

Eres horrible Alma, este no es tu lugar. Escondo mi rostro tras mi pelo castaño y con la mirada clavada en el suelo intento hacerme pequeña y desaparecer. Ojalá la tierra me trague o fuese invisible para que el dios rubio no me hubiese visto y no se hubiese reído de mí. Por muy lejos que me vaya, esto nunca va a cambiar. 

Sinopsis

Cuando uno se mira en el espejo lo que ve es el reflejo de su cuerpo, pero un simple espejo no puede reflejar lo que ese cuerpo guarda dentro del alma. Muchas veces el exterior es más bonito que el interior y otras muchas veces, la situación es a la inversa.
En un mundo donde lo más importante es lo que hay fuera, Alma se siente perdida y fuera de lugar. Con un interior lleno de cosas bonitas por dar a conocer, nadie quiere prestarle atención a causa de su físico. Pero ella tiene claro que la belleza que importa se encuentra en el interior.

En cambio, para Marco la belleza física es muy importante. Piensa que sin eso no se tiene nada. Se ha dejado arrastrar por el mundo frívolo de los modelos y las pasarelas, dedicándose por completo a su cuerpo y olvidándose de su alma y su corazón.


Capítulo 1

Primer capítulo de esta historia, contiene escenas no aptas para menores de edad... ¡A disfrutar de este misterioso hombre!

David Jones
Londres
Me dejo caer sobre el sillón de cuero negro que tengo detrás del escritorio de madera oscura, mientras lanzo la chaqueta del traje negro de Armani sobre el sofá.
Esta noche será una de las mejores, por fin va a entrar un gran cargamento de mercancía dándonos el control absoluto del mercado negro. Estar al mando de la mayor red de traficantes de Europa es el sueño de cualquier miembro de la mafia, pero por suerte para mí, ser el jefe de la mafia londinense me da una gran ventaja. Se han oído algunos rumores de que nuestra competencia puede estar planeando un sabotaje pero confío plenamente en mis hombres. Esta noche todo será perfecto.
Llaman a la puerta y miro como Charlie, mi hombre de confianza entra a mi despacho. Debe ser importante para interrumpir mis pensamientos y el regocijo que tenía con el éxito que vamos a conseguir.
—Señor…— ese tono no me gusta para nada.
— ¿Qué ocurre? Si me traes malas noticias pagarás por ello y ya sabes que no me ando con chiquitas. Hoy no estoy de humor para complicaciones.
—Han visto merodeando por Londres a los hombres de Götz. ¿Quiere que les busquemos?— ese maldito alemán lo único que sabe hacer es tocarme las pelotas. Y me estoy cansando de esta situación.
—No, es nuestro territorio así que dudo que intente hacer algo por su propio bien. De todas maneras si hay algún movimiento extraño avisadme de inmediato—le hago un gesto con la cabeza para que se largue. Sale del despacho sin decir nada más.
Aunque había pensado no trabajar hoy para estar descansado, tengo que revisar el correo. Enciendo el ordenador y el móvil empieza a sonar. Miro la pantalla iluminarse y cuando aparece el nombre pongo los ojos en blanco. Esta mujer no entiende que el sexo no significa que vaya a casarme con ella.  Decido ignorar su llamada pero ella sigue insistiendo, así que finalmente, harto de escuchar la dichosa melodía que tengo cuando ella me llama. Respondo al móvil de mala gana.
— ¿Qué quieres? Sabes que soy un hombre ocupado así que más vale que sea algo realmente importante o me voy a cabrear muchísimo—ni siquiera me esfuerzo por ser simpático, yo no lo soy normalmente así que no tengo porque serlo y menos con ella. Confirma mi idea de que todas las mujeres son iguales, las tengo a montones pero por supuesto también tengo dinero a montones. Eso es lo que les llama la atención.
—No es necesario que me trates así amor, esperaba que tuvieras un rato para pasarlo conmigo. Ya sabes que siempre lo pasamos muy bien juntos…—escuchar su voz me pone los pelos de punta. Detesto a esta mujer pero soy un hombre que tiene sus necesidades.
—Hablo como me da la gana y no, no tengo tiempo para ti. Así que no me molestes. Si estás caliente búscate a otro, tengo cosas más importantes que hacer— la oigo resoplar molesta, sin esperar respuesta cuelgo y pongo en silencio el móvil. Seguramente insistirá pero me da igual, esta noche será una gran noche. Y no la voy a lanzar por la borda solo por un par de piernas bonitas.
Me froto los ojos con las manos, un ligero dolor de cabeza empieza a taladrarme la sien. Lo que me faltaba. Escucho de nuevo la puerta abrirse pero no presto atención, seguramente será de nuevo Charlie. Pero de repente, cuando tomo aire el aroma a perfume francés invade mis fosas nasales. Levanto la mirada y veo a Amelie con sus andares de gata dirigirse hacia mí. Todavía no tengo claro que ha venido a hacer a Londres, es la dueña de París.
—He oído que estás muy tenso mon amour. Yo puedo relajarte como a ti te gusta…— la sigo con la mirada hasta que está parada a mi lado. Aparto la silla del escritorio dejándole espacio delante de mí. Amelie, sin pensarlo demasiado se sienta en mi regazo y empieza a rozarse contra mí como una verdadera gata en celo.
—Tienes razón, estoy muy tenso.
—Entonces deja que te calme amour, solo yo sé lo que necesitas aunque también sé que tienes una mujer en cada lugar. No soy celosa pero me encanta hacerte sentir mejor— roza su sexo contra el mío. Empieza a besar mi cuello y desabrochar mi camisa blanca. Cierro los ojos intentando concentrarme pero no puedo, necesito estar relajado para la operación que se llevará a cabo esta noche así que lo que me ofrece mi querida parisina Amelie es lo que necesito.
La tomo por la cintura y de un solo movimiento la siento sobre el escritorio, me coloco entre sus piernas y tiro de su cabello negro para tener su garganta a mi alcance. Muerdo suavemente su cuello, mientras mi mano libre sube por su muslo levantándole también el vestido negro.
—Esto es lo que buscabas al venir a Londres ¿verdad?— ella gime incapaz de pronunciar ni una sola palabra. En este justo momento, el animal que llevo dentro se apodera de todo mi ser buscando la liberación que tanto necesito. De un solo tirón rompo sus bragas cosa que a Amelie la excita mucho más. Saco mi erección de los pantalones del traje y sin más dilación, de una sola estocada la penetro. Ella grita y se deja caer sobre el escritorio, yo sonrío triunfante.
Empiezo a moverme rápido, sin piedad. Ella grita y clava las uñas en mis antebrazos, con todo el cuerpo temblando se incorpora y desliza mi camisa por mis hombros. Esta cae al suelo.
Amelie enreda sus dedos en mi pelo he intenta besarme, yo me aparto y la tomo por el pelo.
Mon amour, encajamos a la perfección. Me encanta que me poseas y me hagas tuya— sonrío de lado, la mirada que le dirijo es fría y despiadada. No soy un romántico y nunca lo seré, eso no va conmigo.
—Tú al igual que las otras, siempre os entregáis a mí sin ningún tipo de problema. En cambio, yo jamás me entregare a nadie. Si buscas una pareja y fidelidad en este despacho no la vas a encontrar. Pero si solo quieres alguien que te folle, estás en el sitio indicado— con esas palabras y dos estocadas profundas, ambos estallamos en un orgasmo que la deja con el cuerpo laxo y a mí más relajado que antes.
Vuelvo a guardar mi miembro en mis pantalones y me separo del escritorio. Recojo la camisa del suelo y me la pongo. Amelie se acomoda sobre sus codos y me mira con una sonrisa satisfecha.
—Eres un animal David— su voz es ronca y entrecortada. Le hago mi sonrisa más traviesa, no me ha dicho nada que no sepa.
—Pero tú siempre estás dispuesta a abrirte de piernas para mí. No te noto disgustada. Ahora te agradecería que te largases, tengo cosas que hacer— digo frío mientras me meto la camisa por dentro del pantalón. Ella se baja del a mesa de mala gana y bastante enfurruñada sale del despacho cerrando de un portazo.
Sé que las utilizo y luego me deshago de ellas, pero siempre vuelven. Bueno, no todas. Pero a las que les gusta que les caliente lo que tienen entre las piernas no se lo piensan demasiados. Se sienten ultrajadas los cinco minutos después del orgasmo, en los que esperan besos y caricias. No soy ni seré nunca un caballero y no les miento al respecto, por eso siempre vuelven a por más.
Miro mi Rolex y veo que casi es la hora, mis hombres deben estar esperándome. Me coloco la chaqueta del traje, abro el primer cajón donde guardo el arma y después de comprobar que está cargada y en buenas condiciones me la escondo en la parte trasera del pantalón.
Unos nudillos golpean suavemente la puerta de mi despacho en el mismo momento que la abro para salir. Charlie me espera con su semblante serio, está concentrado tal como le he pedido. Sabe que esto es importante para todos y como mi mano derecha dará lo mejor de él. Golpeo su hombro con camaradería.
— ¿Todo listo Charlie?
—Sí señor, los hombres están preparados. Todo está bien planificado y no habrá contratiempos.
—Eso espero— ambos nos dirigimos hacia el subterráneo de la casa.  Esta casa enorme es también nuestro centro de operaciones. Desde el centro de Londres lo controlo todo porque esta ciudad me pertenece únicamente a mí.
Las furgonetas negras están listas para ir a recibir la mercancía al puerto. Pero antes que nada, necesito motivar a mis hombres. Charlie está a mi lado y todos nos miran esperando las últimas indicaciones.
—Chicos, si todo va bien esta noche… todas las mujeres de Londres se postrarán ante vuestros pies y podréis disfrutar de ellas como gustéis. Así que cuando antes terminemos con el trabajo antes podréis celebrar este triunfo— todos se emocionan. Conozco a todas las dueñas de los lugares que visitan los londinenses para encontrarse con prostitutas. Hay bastantes prostíbulos y en todos tengo algo que ver, así que la promesa que les hago a mis hombres la cumpliré sin ningún tipo de problema. Al fin y al cabo las mujeres son eso, objetos que podemos desechar y utilizar a nuestro antojo. Porque ellas cuando se cansan de nosotros nos dejan tirados, por eso hay que enseñarles quién manda desde el principio.
Todos suben a las camionetas negras, yo subo al Mercedes negro y Charlie conduce. Confío totalmente en él así que todo irá como la seda.
— ¿Has sabido algo más del maldito alemán y sus perros falderos?—pregunto sin apartar la vista de la carretera.  La niebla de Londres lo empieza a envolver todo.
—No, han estado tranquilos— su tono de voz no me gusta demasiado así que me vuelvo para mirarle.
—Suéltalo Charlie o te saldrá una maldita ulcera— digo contrariado por su actitud.
—No me fio de que estén tan tranquilos con esto que nos traemos entre manos. Si ese cargamento que es tuyo, por supuesto, llega a tus manos ellos saldrán perjudicados. Los alemanes no son tan pacíficos David y tú eso lo sabes mejor que nadie…
—Lo sé, pero si se mete en mi camino le mataré con una bala en la cabeza.
Dejamos de hablar y vuelvo a centrarme en la carretera, ahora no es tiempo de pensar en Götz y sus hombres.
Sin apenas darme cuenta, ya estamos en el puerto y de momento todo va perfectamente.
Hoy, la noche está de lo más tranquila y, mis hombres están más que involucrados en esta misión ya que si todo sale bien van a poder disfrutar de una gran fiesta por todo lo alto. Creo que lo que más les entusiasma es la idea de tener a muchas mujeres con las que pasar la noche.
La primera caja de cargamento toca tierra y me acerco a inspeccionar que todo sea correcto.
 Debo admitir que algo me huele mal aquí, soy desconfiado y tengo una corazonada aunque la gran mayoría de gente piensa que ese órgano lo perdí hace tiempo y pienso que tienen razón. No siento amor ni compasión por nadie.
  Miro el barco donde se encuentra toda mi mercancía y parece desierto, dirijo mi mano derecha hacia la parte trasera de mi pantalón donde tengo bien guardada mi pistola.
El sonido de disparos empieza a rodearme pero no soy capaz de ver con tanta oscuridad. Corro a resguardarme entre los barcos que hay amarrados y veo por el camino a algunos de mis hombres en el suelo, unos malheridos y otros muertos.
Joder, esto es una puta pesadilla. Me repito una y otra vez mientras disparo esperando que mi buena puntería no me haya abandonado y pueda salir de esta. Sin duda, me han tendido una emboscada.
Busco a Charlie entre los hombres que hay en el suelo pero de repente siento unos pasos detrás de mí, sin pensarlo dos veces me vuelvo apuntando con el arma a quién quiera que sea pero siento como la bala pasa a través de mi brazo derecho haciendo que mi pistola caiga a las profundidades del mar. Mi espalda golpea duramente contra el frio suelo del puerto de Londres, no veo al hombre que me ha disparado, lo último que mis ojos ven es el cielo encapotado tan característico de mi ciudad.  Antes de que un pañuelo blanco me cubra la nariz y el cloroformo me deje fuera de combate, los ojos azules del perro alemán que tanto me toca los cojones sonríen ante mi derrota. Es un cobarte, no se ha atrevido a enfrentarse a mí  cara a cara por eso ha utilizado este somnífero, así será más fácil deshacerse de mí. Pero no soy una presa fácil y mucho menos delante del alemán me voy a dejar vencer.  Haciendo un enorme esfuerzo consigo mover mis labios.
—Eres un maldito hijo de puta Götz, esta me la vas a pagar— me propina una patada en mis costillas y me doblo de dolor. El muy hijo de perra se aprovecha de que estoy herido y medio dormido por el cloroformo. Los párpados me pesan y su carcajada hace que mi sangre hierva.

—Nos vemos en el infierno David, seguro estarás al lado derecho de Satanás— me apunta y el sonido del disparo al impactar contra mi pecho es lo último que siento antes de desfallecer. 


Te veo

Todo tiene un inicio y un fin. La vida no se escapa a esta regla. Nacemos y venimos al mundo sabiendo que en algún momento nos vamos a ir. Unos más pronto que otros, unos de forma dolorosa y otros sin darse cuenta, unos obligados y otros de manera voluntaria, unos jóvenes y otros viejos. Pero al fin y al cabo todos venimos al mundo para irnos cuando llegue la hora.
Unos creen en el cielo, otros en el infierno. Hay quién cree en un Dios o incluso en una vida después de la muerte.
Pero no hay forma de saber qué hay cuando llega el fin ¿o sí?
***

Las paredes blancas ya son tan conocidas por mí que prácticamente las siento como mi casa. El olor a hospital ya no me hace estremecer, simplemente me he acostumbrado. Paseo por estos largos pasillos llenos de carritos con diferente material médico. Juraría que conozco a todos los trabajadores, tanto médicos como enfermeras y el resto de personal del hospital.
Me acerco a la habitación a la que tanto he intentado no venir.  Pero llegados a este punto ya no hay marcha atrás. Nadia Gómez a sus solo dieciséis años ha pasado más tiempo en este hospital que en su casa, eso es lo que tenemos en común. Este lugar es nuestra segunda casa.
Su corazón siempre ha sido débil, desde que respiró por primera vez en este mundo y estalló en un horrible llanto. De repente dejó de llorar y los médicos temieron por su vida. Ahí fue donde le diagnosticaron problemas en el corazón. Su ritmo cardíaco no es normal, para no sentirse mal, ella misma dice que su corazón late enamorado constantemente. Pero eso le provoca ataques de ansiedad y nerviosismo. Esta parte prefiere callarla para no asustar a sus padres, ellos son las únicas personas que están a su alrededor. 
Veo acercarse al médico que la ha atendido durante toda la vida, su pelo blanco y sus gafas redondas le hacen diferente al resto. Su ceño está fruncido y como siempre va leyendo una carpeta de historial médico. Sé perfectamente de quién se trata pues en el dorso de la carpeta hay una etiqueta con el nombre del paciente: Nadia Gómez. El rostro del médico no parece esperanzador, la enfermera que sale de la habitación de Nadia le mira a los ojos y veo como él niega con la cabeza. No puede ser, parece que esta vez no hay esperanza para ella.
Las tripas se me revuelven solamente de pensarlo. Siguiendo al médico me acerco a la puerta, está entre abierta y veo como ella está dormida. Parece tranquila, su cabello castaño cae como una cascada sobre la almohada. No puedo ver sus ojos castaños, cuando los ilumina la luz del sol parecen miel pero aquí dentro el sol entra poco. La luz artificial lo único que consigue es apagarlos.
No puedo evitar escuchar lo que el médico tiene que decirles a los padres de Nadia.
—Doctor, ¿nos la podemos llevar a casa ya?— la madre solamente quiere salir de este lugar que tantos malos recuerdos le trae.
—Lo siento pero creo que eso no va a ser posible. No les traigo buenas noticias señores Gómez— la madre empieza a llorar y su marido la abraza fuerte con los ojos empañados en lágrimas.
— ¿Qué ocurre? ¿Nadia está peor?
—Esta vez no creo que Nadia pase la noche. Su corazón se ha debilitado mucho y después de aguantar dieciséis años ya no soportará una operación más. Podemos arriesgarnos si ustedes así lo quieren pero hay muchas posibilidades de que la perdamos en la mesa de operaciones—los ojos castaños de Nadia se abren justo en ese momento. Mira al médico y a sus padres, pero luego fija su mirada en mí.  Sus ojos castaños golpean con los míos verdes y de nuevo el estómago se me contrae. Nadie me había mirado así jamás y siento muchas emociones agolpándose en mi interior.
—Nadia, ¿estás bien cariño?— pregunta su padre, haciendo que nuestra conexión se rompa.
—Os he escuchado. No quiero operarme, llevo años esperando esto. Estoy cansada de veros sufrir, de ver que no hay solución y  estamos alargando lo inevitable. Mi corazón ya no aguanta más, dejemos que descanse tranquilo.
Sus padres la miran llenos de pena y tristeza, el médico decide dejarles solos pues es lo mejor. Yo me alejo, necesito aire para poder pensar.
Sin apenas darme cuenta estoy en la azotea del hospital, el sol se está escondiendo para dejar que la luna ilumine las sombras de la noche. Entre las que me encuentro yo, las conozco a todas. También están los monstruos que aprovechan la noche para hacer sus fechorías y cumplir sus sueños más perversos. Asesinos, maltratadores, violadores y la lista es muy larga. Como viven en la noche, se esconden tras la oscuridad para que la muerte no les alcance.
La rabia me invade al pensar en esas personas que merecen morir más que ninguna otra, en cambio son los inocentes los que mueren. En un accidente provocado por un conductor borracho, es la familia que ocupa el otro vehículo quién muere. El borracho sale sano y salvo y normalmente sin recibir ningún castigo. Si la justicia estuviese en mis manos…
Muevo la cabeza alejando esos pensamientos cuando antes, no quiero cometer ninguna locura, no me lo puedo permitir. Nadia vuelve a mi mente, la he visto siempre enferma. Ella no me ha visto a mí nunca pero siempre he estado a su lado, cuando la veo me siento… diferente. No puedo creer que vaya a dejar de existir, que nunca más la pueda volver a ver. Porque sin poderlo evitar, me he enamorado de esa chica enfermiza que siempre intenta tener una sonrisa en la boca. Ha luchado para que su corazón siguiera latiendo tantas veces que he perdido la cuenta.
Hoy hay luna llena y algo me dice que esta noche ocurrirán muchas cosas y no todas buenas por supuesto. Porque siempre hay una de cal y otra de arena.  Dejo escapar un suspiro y vuelvo por los pasillos hasta la puerta de la habitación de Nadia. Sus padres han ido a la cafetería así que aprovecho para entrar.
Tiene la vista fija en la luna, no hay lágrimas en sus ojos. Está serena y tranquila. Se vuelve y me ve, de nuevo sus ojos impactan en los míos y el estómago se me revuelve. Me acerco lentamente y acerco mi mano para acariciar su rostro. Cuando lo hago ella cierra los ojos y posa su mano sobre la mía.
El momento de la despedida se acerca, ambos lo sabemos. Vuelve a abrir los ojos y me mira con una ligera sonrisa en los labios.
—Te veo— me dice en un susurro.
—Lo sé, ¿desde cuándo?— pregunto curioso. No sabía que me había visto pero por la manera en la que lo ha dicho no es la primera vez que se fija en mí.
—La primera vez fue cuando tenía seis años, justo en esta misma habitación. Tú ya estabas aquí– aprieta mi mano y me sorprendo por todas las veces que la he observado y acariciado sin saber que ella me había visto antes. —¿Cuál es tu nombre?— tomo aire, ha llegado el momento.
—Death— sonríe abiertamente y se levanta de la cama sin soltar mi mano.
—Has tardado demasiado en venir a buscarme. Te he esperado durante tanto tiempo. Pero tengo miedo— acaricio su rostro y la acerco a mí. Veo el miedo y todas las preguntas que tiene reflejados en sus ojos. Esos que a la luz de la luna brillan más que nunca. Sin poderlo evitar la abrazo, llevo años deseando hacerlo pero nunca me he atrevido porque sé lo que significa.
—Tranquila, conmigo nada malo te pasará. Yo cuidaré de ti— la tomo de la mano y sin más, estamos en la azotea mirando la luna llena. La miro y ella me está mirando fijamente. No siente miedo por mí siente miedo por no saber qué va a suceder. La incertidumbre provoca ese sentimiento en las personas, pero es una valiente.
—Death, bésame— acaricio su rostro sin dejar de mirarla a los ojos.
— ¿Estás segura?—asiente.
—Sí, quiero dejarme ir contigo. Ser libre por fin sin preocuparme de mi corazón, ese que desde hace años te pertenece y estaba esperando que vinieses a por él.
Junto mi frente con la de ella dejando escapar un suspiro. Yo también he querido besar esos labios desde hace tanto tiempo que casi he perdido la cuenta. Sus manos pasean por mi rostro apartándome la capucha negra que siempre me cubre, pasa sus manos por mi pelo dorado y las deja en mi cuello. Ha llegado el momento.
— ¿Qué hay al otro lado Death?
—Es algo que debes descubrir por ti misma, pero no te preocupes. No pienso soltarte de la mano.
Y suavemente junto mis labios con los suyos. Una suave brisa nos envuelve y la luna como siempre me acompaña en este camino. He dado el beso de la muerte a la única persona que no lo merece, a la que no se lo quería dar pero a la que después de tanto sufrimiento, le hacía falta.
Nos separamos lentamente y una enorme sonrisa ilumina su rostro, tomo su mano y entrelazamos nuestros dedos. También sonrío cuando la miro. Echando la vista atrás ahí está Nadia, en esa cama blanca de hospital. Con el cabello castaño cayendo sobre la almohada. Parece dormida pero su corazón ha dejado de latir aunque en su rostro hay una ligera sonrisa. En cambio, la Nadia que yo tengo cogida de la mano es una persona libre con una enorme sonrisa y dispuesta a descubrir que hay más allá.
Empezamos a andar hacia la brillante luz, con paso firme y sabiendo que aunque muchas veces parezca el final solamente es el inicio de otra cosa.

Venimos al mundo para irnos en algún momento, he repartido besos a jóvenes, niños, ancianos y adultos. A personas buenas y malas, a personas enfermas y sanas.

Pero siempre las tomo de la mano para acompañarlas a descubrir que les espera al otro lado de la luz. Ese es mi trabajo, eso es lo que soy. No soy un ángel de la guarda pero siempre te acompaño. No me tengas miedo, no soy cruel al contrario amo a las personas y no les ofrezco un final, les ofrezco la paz tomados de mi mano, porque yo… soy la muerte. 

El hombre de la noche

La gente sale a la calle como cada ocho de septiembre. El cielo en Oviedo está encapotado como la mayoría de días, el clima es fresco y la ciudad tiene un gran encanto. Es uno de los lugares con más vegetación de España y siempre disfruto con las vistas de la naturaleza y la hierba verde.
Voy de camino al trabajo, hoy será un día duro en el restaurante. Todo Asturias está de celebración y el restaurante donde trabajo es el que mejor hace los platos típicos de estas tierras; callos a la asturiana, churrasco y no puedo olvidarme del queso artesano tan importante. Soy el ayudante del cocinero desde hace mucho tiempo y sé que el día de hoy será de locos.
Empiezo a ayudar a mi jefe Paco con las mesas y toda la organización de la cocina. A la hora de la comida empieza a entrar gente.
—Vamos Gabriel, es el momento de la verdad— mi jefe golpea suavemente mi hombro y yo asiento con una gran sonrisa, me encanta mi trabajo sobretodo porque veo a muchísima gente. Interactuar con ellos es lo más maravilloso que existe: ancianos, adultos y niños son mis clientes habituales.
Paso todo el día entre gente y cuando me necesitan en la cocina ayudo sin ningún tipo de problema.
Respiro hondo, estoy cansado ya que no duermo mucho últimamente desde que la voz de mi cabeza no deja de hablar. La mantengo alejada todo el día pero cuando el sol se esconde esa horripilante voz vuelve a la carga y mi cabeza se llena de ideas que me ponen los pelos de punta. Es una voz siniestra, con algo maligno y que lleva conmigo desde que tengo uso de razón.
— ¡Gabriel!— el grito de mi jefe, me hace volver a la realidad. Miro mi mano y veo como tengo fuertemente el mango del cuchillo. Lo suelto de repente y le miro sin saber muy bien que me ha pasado.
— ¿Qué ocurre?
—No sé dónde andas pero espabila, es la hora de la cena y esto está lleno— asiento y termino de picar las verduras. Luego salgo para atender mesas y miro por la ventana, el sol se ha escondido y ahora la oscuridad invade las calles de Oviedo. Solamente las noches como la de hoy trabajo por la noche, no quiero estar cerca de gente cuando la voz empieza a resonar en mi cabeza, pero esta noche no lo he podido impedir.
Niego lentamente con la cabeza, si me mantengo ocupado la mantendré a raya o al menos eso es de lo que intento convencerme. Entro al comedor que está a rebosar de familias, parejas y grupos de amigos. Los gritos de los niños llegan a mis oídos y un dolor punzante empieza a martillearme la cabeza. Todo se empieza a mover a mi alrededor y necesito apoyarme en la barra para no caerme. Tomo aire y me dispongo a hacer mi trabajo. Voz mantente alejada esta noche, por favor; murmuro para mis adentros.
Me acerco a la mesa donde está una familia con varios niños, dibujo en mi rostro una sonrisa simpática y les atiendo. Miro a la mujer que está intentando dormir al niño que se niega a cerrar sus ojos. La mujer obligándole a estar acostado empieza a cantarle suavemente una nana que conozco a la perfección.
—Duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y se te llevará— la voz dulce de la mujer invita a quedarse dormido, pero el niño insiste en mantener los ojos abiertos. Al fondo de mi cabeza, empiezo a escuchar el susurro de la voz. Se acerca, ya viene y no lo voy a poder evitar. Sin dejar de sonreír me alejo, dejo el pedido en la cocina y entro al baño cerrando la puerta con pestillo.
Miro mi rostro en el espejo, mis ojos están muy abiertos y respiro rápida y entrecortadamente. Necesito mantener alejada esa voz que me atormenta y me persigue, esa que me obliga a hacer cosas que no quiero hacer. Abro el grifo y me humedezco el rostro con agua fría, aunque la temperatura aquí no es elevada la necesito para alejar la voz lo más rápido que pueda y lo más al fondo de mi cerebro. Dejo escapar un suspiro y miro de nuevo mi reflejo en el espejo, una sonrisa que antes no tenía en el rostro ahora está, mis ojos azules ahora están oscuros y son totalmente negros. En ese instante lo sé, esta vez la voz que escucho es la mía no la suya.
—Mala suerte Gabriel, por las noches me toca a mí salir a dar un paseo. Adoro a los niños que no quieren dormir, los que no quieren soñar merecen vivir una pesadilla— una risa oscura y malvada sale del fondo de mi garganta. Ahora no es mi garganta ni mi cuerpo, ahora es el suyo. Yo he pasado a ser la simple voz del fondo del cerebro.  
— ¡Detente por favor! no lo hagas…— intento gritarle a esa voz que ahora es dueña de mi cuerpo.
— ¡Cállate!— siento como soy lanzado hasta el fondo de un lugar oscuro no sé si es el subconsciente o simplemente el rincón de mi mente donde lo olvido todo, solo sé que ya no soy dueño ni de mi cuerpo ni de mi mente…
***
Entro a la cocina de nuevo, el idiota del jefe de Gabriel me mira con el ceño fruncido, ve algo en mí que le indica que no debe hacerse mi enemigo o le irá muy mal. Cojo el enorme cuchillo que utiliza para cortar la carne, está tan afilado que es capaz de despedazar un animal haciendo astillas todos sus huesos. Las comisuras de mis labios se curvan, imaginar el rojo de la sangre incrementa mi buen humor.
Lo dejo en un lugar seguro, un lugar donde luego lo puedo venir a buscar. Salgo al comedor y miro a mi alrededor, tantas personas y tantas posibles víctimas. Ahora la voz de Gabriel no me molesta, es tan estúpido que se deja intimidar con gran facilidad.
Paso mi oscura mirada por todas y cada una de las personas que hay aquí esta noche, memorizo sus rostros tranquilos y sin temer a la oscuridad. Son unos ingenuos, deben temer a aquello que no pueden ver y por las noches, entre las sombras y la oscuridad, no se ve nada.
—Gabriel, ve a esa mesa a llevarles la cuenta— la chica rubia de la barra me hace perder el hilo de mis pensamientos. Me vuelvo hacia ella que se sobresalta cuando ve mi rostro. Sí, no soy Gabriel. Por suerte no creo que se haya dado cuenta de eso, solo piensa en el dinero que va a ganar trabajando aquí para poderse comprar esos caros zapatos que tanto le gustan. La avaricia siempre pierde a las personas, el querer tener más posesiones materiales y no valorar lo importante que no se puede tocar pero sí ver, no valorar los sueños que tienen. Por eso me gusta castigar a los que no quieren soñar haciéndoles vivir una pesadilla y esa pesadilla, lo que más temen en el mundo… soy yo.
—Por supuesto— cojo el pequeño papel y lo llevo a la mesa. Hay una niña dormida, en cambio el niño se niega a dormir—. La cuenta— digo tendiéndole el papel al hombre. Saca la cartera y deposita un billete encima de la cuenta. Ni siquiera me mira, ignora todo a su alrededor. En cambio, el niño sí me mira atentamente. Yo le miro de la misma manera y me acerco a él—. ¿No tienes sueño?
—No   quiero dormir.
—El coco te llevará si no eres buen chico y duermes— digo suavemente intentando que mi voz no suene como realmente es, oscura y tenebrosa.
—No creo en el coco porque soy mayor, tengo seis años. Eso es una mentira— sonrío sin poderlo evitar. Las personas no creen en las leyendas, no creen en lo que no pueden ver o a veces creen en las cosas equivocadas. Esta noche será muy larga e interesante para mí.
La familia sale del restaurante, miro a mi alrededor y toda la gente se ha ido. Cansados de esta maldita festividad que cada año solamente les trae desgracias.
Entro a la cocina, cojo el cuchillo que había dejado previamente y me dirijo hacia la puerta trasera. La oscuridad es mi aliada, mi libertad y mi fiel amiga. Voy por la ciudad sin un rumbo fijo, realmente sí que sé dónde voy a ir pero tengo que esperar. A mis oídos llega la nana que tantas veces he escuchado, esa que hace hervir mi sangre.
“Duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y se te llevará”
Cambio de rumbo rápidamente, sigo la voz que ha llegado a mis oídos y ahí está. Por la ventana veo a una pequeña niña haciéndose la dormida pero con intención de quedarse despierta para poder jugar. Eso no se hace pequeña. Cuando la oscuridad invade su habitación me deslizo silenciosamente por la ventana, antes de que pueda reaccionar, la niña me está mirando y mi sonrisa se hace más grande. Ella abre los ojos asustada pero ahora es demasiado tarde… ya te tengo entre mis manos.
Al mirarme a los ojos fijamente, los suyos se cierran lentamente. La tomo entre mis brazos y entre la oscuridad me pierdo con ella. A medida que avanza la noche, los niños que van cayendo en mis manos van aumentando.
Vuelvo a retomar mi camino hacia donde debo ir, por fin la oscuridad rodea la casa. Entro por la ventana y subo a la planta de arriba. De inmediato veo la habitación del pequeño niño que no teme al Coco. No cree en las fantasías ni en las pesadillas pero yo le voy a demostrar lo equivocado que está.
El niño me mira sorprendido pero no asustado, eso hace que la necesidad de tenerlo en mi poder sea mayor.
— ¿Quién eres?— pregunta mientras me acerco a él.
—Soy el Coco y he venido a llevarte conmigo— nos miramos a los ojos fijamente y al igual que la niña, los suyos se cierran dejándolo completamente indefenso entre mis manos.

Abro la puerta del cobertizo de Gabriel, este tipo es demasiado ordenado para mi gusto. Dejo el cuerpo del niño al lado del de la niña y otros pequeños que se han negado a dormir esta noche. Todos están inconscientes gracias a que he podido entrar en sus mentes.
Saco el cuchillo que he tomado prestado del restaurante y empiezo a mirar a los pequeños fijamente decidiendo quién va a ser el primero. Les dejo ir despertándose lentamente, el primero en abrir los ojos me mira y sin más dejo que la hoja afilada del cuchillo penetre en su cuello, la sangre me salpica y yo sonrío satisfecho, esto es lo que hago y lo que necesito para sobrevivir.
Uno a uno van despertando y asustados, mirándome se dan cuenta de lo que sucede. El miedo, la impotencia y ser su peor pesadilla me da vida y poder.
El suelo de madera se va empapando de sangre fresca, los cinco niños que yacen muertos a mis pies empiezan a perder su calor. Respiro profundamente dejando que el olor a sangre y muerte invada mi cuerpo. Es la sensación más reconfortante que conozco.
Solo queda un niño, el que no le teme al Coco y no cree en esas cosas. Voy a disfrutar enormemente con él porque va a conocer realmente al hombre en la oscuridad, al Coco.
Abre sus ojos verdes y me mira, mira a su alrededor y se asusta.
—Quiero irme a mi casa.
—Mira bien a tu alrededor, ahora está será tu casa.
Y con una sonrisa, el cuchillo empieza a pasar por la piel del pequeño rasgando todo a su paso. El cuerpo muerto cae sobre los otros. Ahora sí, seis cuerpos sin vida están a mis pies, la sangre inunda el lugar y yo sonrío satisfecho por mi obra.
Como cada noche, salgo a por los infantes que no quieren dormir invocado por el canto de los adultos. Ellos me dan la vida y yo se la quito.
Los primeros rayos de sol empiezan a entrar por la ventana, la oscuridad me ha abandonado y tengo que dejar regresar a Gabriel. Nadie dudará del bueno de Gabriel, el joven solidario y simpático que ayuda a todos. Es un ser frágil del que me he podido adueñar sin dificultad, no sabe ni quién soy en realidad y nunca lo sabrá. Yo soy aquél al que llaman el Coco, que todos los niños temen y que los mayores invocan sin darse cuenta.
Entono la nana que me cantan mientras paso mi mirada nuevamente por el suelo empapado de sangre, todavía está caliente y los cuerpos de los niños se enfrían lentamente. Sonrío y me regodeo en mi triunfo.
—Duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y se te llevará…
Nunca sabrán que ha ocurrido con estos niños, nunca sabrán que sucedió esta noche al igual que tantas otras y, esta pesadilla no ha hecho más que empezar. 

Relatos cortos

Aquí escribiré relatos que al contrario que mis otras obras intentaré que no sean de romance ( aunque es lo que se me da mejor) así iré probando cosas nuevas. Que estoy encantada de compartir con todos vosotros.